SANTIAGO – Manuela Royo corre. Para entrevistar a la abogada de 38 años, ahora electa para reescribir la Constitución chilena, cuesta encontrar un espacio: después de cinco intentos, quedamos para un lunes a las siete de la tarde. A esa hora, pensó, ya habría concluido las audiencias públicas, pero no. Ya eran casi las 20:30 cuando sale de la sede de la Convención Constitucional cargada de libros y relatos de organizaciones de mujeres, sexo-genéricas y trans que resuenan en su cabeza.
Ella ahora coordina una comisión que lleva un nombre tan largo como sus desafíos: Comisión de Derechos Humanos, Verdad Histórica y Bases para la Justicia, reparación y Garantías de no Repetición. Cabe en ese reto sanar una historia republicana construida sobre matanzas y ocupaciones de tierra de pueblos originarios, las heridas de la dictadura y las víctimas tras el estallido social de 2019.
En total, desde su instalación el 4 de julio y hasta el 28 de agosto, la Convención Constitucional recibió en audiencia a cerca de mil personas y organizaciones que llegaron a presentar sus historias, sus problemas y sus propuestas.
Esa fue la primera apuesta de las y los constituyentes: comenzar el debate no con sus ideas o las de sus organizaciones, sino con las que provengan de una amplia participación popular, de ese pueblo que se volcó a las calles a partir del 18 de octubre, que acudió a las urnas para habilitar este proceso con una representación histórica y que ha puesto sus ojos en esta Convención que prometió refundar Chile.
Está oscuro, hace frío, la noche parece anunciar lluvia y en una hora y media más comienza el toque de queda, cuando las calles quedan vacías y las mujeres corren más peligro. Por eso, Manuela Royo aún corre.
“Hemos transitado, en un día, por muchísimas perspectivas de los feminismos y eso tiene que ver también con una forma de hacer política que hemos sido capaces de levantar las mujeres que somos parte de la Convención, que tiene que ver con la participación desde abajo de forma horizontal”, reflexiona mientras comenzamos el trayecto.
Jornadas maratonianas de sesiones, encuentros territoriales y entrevistas para visibilizar el trabajo ocupan sus horas a un ritmo que cataloga de “patriarcal y falto de cuidados”, lleno de exigencias y que se replica en todos los espacios de la sociedad.
Mientras camina a buscar su bicicleta para emprender el rumbo a la casa de su madre, donde pasa las noches mientras sesiona en Santiago, su hija Alma, de 3 años, comienza a quedarse dormida a más de 700 kilómetros de distancia, en la Araucanía, cuidada por su papá.
“A veces me cuesta mucho, me pongo triste… pero después digo: va a valer la pena. Estamos haciendo algo por el futuro de todos y de todas las personas que viven en Chile y quizás cómo vamos a influir al resto del mundo”, dice Manuela.
Electa con el respaldo de Movimientos Sociales Constituyentes como militante del Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y la Protección del Medio Ambiente (Modatima), ella ha dedicado la mayor parte de su carrera a la defensa legal de los derechos humanos desde el Instituto Nacional de Derechos Humanos, la Defensoría Penal Pública o como abogada particular defendiendo a comuneros mapuche.
La paridad no solo trajo consigo la participación política de las mujeres en igualdad de condiciones, sino también una perspectiva política desde el cuidado
Mientras camina y camina, cargada de libros que le regalan las personas que acuden a exponer a la Convención, Manuela Royo reflexiona sobre los roles de cuidado, la exclusión de las mujeres de la vida pública y la política, las dobles o triples jornadas que deben cumplir entre el trabajo remunerado, el de cuidados y el doméstico.
Cree que esas experiencias históricas de tanto esfuerzo por salir adelante se traducen en la fortaleza que hoy tienen para avanzar y empujar las transformaciones que quieren instalar en este proceso constituyente.
Las mujeres han tenido el protagonismo de la Convención. La paridad no solo trajo consigo la participación política de las mujeres en igualdad de condiciones, sino también una perspectiva política desde el cuidado y una transformación de los temas que se instalan.
Enfoque de género y perspectiva feminista; plurinacionalidad e interculturalidad; participación popular incidente; preminencia de los derechos humanos; enfoque de cuidados; protección del medio ambiente y descentralización son algunos de los principios que no sólo se plasmaron en el debate diario, sino en las propuestas que las comisiones sistematizaron y levantaron con la participación popular.
“Un árbol que tiene raíces tiene que crecer desde abajo, firme en la tierra, regarlo con agua, tener sol, aire. Eso es lo que queremos: darle vida, darle calle, darle pueblo, darle realidad a este proceso. Estas comisiones nos hablan de aspectos estructurales que tienen que estar en esta constitución, de marcos respecto a los cuales funcionar. ¿Cómo vamos a hablar de economía si no consideramos la naturaleza?, ¿cómo vamos a hablar de Fuerzas Armadas si no pensamos en los derechos humanos?”, dice Manuela.
La arquitectura de la Convención
Mientras la nueva constitución no empieza a ser propiamente escrita -lo que debe empezar a mediados de septiembre- los constituyentes han trabajado estos meses para armar la arquitectura de la Convención: cual es su reglamento, sus códigos éticos, lineamientos y bases.
Loreto Vallejos coordina la Comisión de Comunicaciones, una de las ocho comisiones provisorias. Como profesora de historia y feminista, cree que este camino de tranversalización de ciertos principios permitirá avanzar con más profundidad en los temas de fondo: “Por ejemplo, hablar sobre educación no sexista sin hacer esta discusión previa sería mucho más difícil, pero si el enfoque de género ya está instalado nadie se va a preguntar ‘¿de dónde salió esto?’”.
En una pequeña pausa entre sesión y sesión, Loreto -independiente de izquierda afiliada a la Lista del Pueblo- se sienta en el césped del ex Congreso, donde funciona la Convención, a conversar con la representante más dura de la derecha: Teresa Marinovic. Ambas en tono amable, se despiden tras acordar un trabajo conjunto sobre la transparencia del proceso.
Acciones como esta le han hecho a Loreto ganarse la reputación de “dialogante”. Desde el feminismo, ella busca relacionarse con un prisma humano, sin poner en duda sus conceptos fundamentales y valorando los pequeños espacios de acuerdo para avanzar.
La mayoría de los convencionales proviene de movimientos u organizaciones sociales, solo 15 han tenido cargos en el parlamento o en algún gobierno y no todos son profesionales
Loreto se ve como “poroto en cazuela” -o sea, un ingrediente que no está en la receta – porque, a diferencia de muchas constituyentes, ella no milita ni en partidos ni en organizaciones sociales.
Durante los últimos diez años se dedicó a criar a sus tres hijos y a trabajar en un pequeño pueblo de la zona central, Olivar. Junto a su esposo se identifican con la “clase media”, esa clase a la que pertenece más del 42 % de los hogares en Chile, que vive al borde del precipicio: ante cualquier eventualidad cae otra vez en la pobreza.
Su despertar político se dio el 18 de octubre de 2019, cuando salió con su familia a tocar cacerolas en el estallido social. “Chile despertó… despertó y nos empujamos entre todos y todas, nos dejamos de sentir solos, nos reconocimos en la calle, nos miramos con confianza, nos esperanzamos mutuamente”.
– Te emocionaste…
– “Muchísimo… Yo amo este proceso. Estoy convencida de que es lo mejor que podemos hacer. Es ahora o nunca”.
Loreto se lanzó candidata a la Convención y terminó electa como primera mayoría en su distrito electoral (más de 15 000 votos). Hoy, es parte de los 20 profesores y profesoras que integran la Convención, junto con 59 abogados y abogadas, cinco periodistas, nueve ingenieros, una machi, cinco dirigentes sociales, entre otros oficios y profesiones. La mayoría de los convencionales proviene de movimientos u organizaciones sociales, solo 15 han tenido cargos en el parlamento o en algún gobierno y no todos son profesionales.
Una convención verdaderamente plural
A diferencia de Loreto Vallejos, Giovanna Roa, de 34 años, tiene una larga historia de militancia. Diseñadora, fue dirigenta estudiantil, cocreó Ruidosas, una plataforma de industria creativa feminista, y fue coordinadora general de la campaña de Beatriz Sánchez a la presidencia de Chile en 2017. «¿Cuándo, en la política, se ha visto que vengan personas distintas, que sus saberes vengan de otros lugares? Esa pluralidad es transformadora en sí misma”, opina.
Giovanna siempre se consideró una persona de diálogo, pero desde que entró a la Convención ha expandido aún más su visión sobre otras matrices culturales y formas de actuar en la política. Para enterrar el autoritarismo de la Constitución de Augusto Pinochet, dice, están intentando traer al debate a los más marginalizados por la sociedad.
Por eso, decidieron abrir sesiones en las cárceles con las personas privadas de libertad, las mismas que no están habilitadas para votar en ninguna elección, y recibieron a representantes del pueblo selk’nam, pueblo originario del extremo austral de Chile y Argentina, que no forma parte de los 9 pueblos originarios reconocidos por el Estado chileno y, por lo tanto, fue el único que no pudo postular a un escaño reservado.
“Hoy nuestros hijos siguen escuchando en los colegios que estamos muertos y hoy estoy aquí presente confiando en cada uno de ustedes, independiente de los colores políticos, que sabrán hacer justicia y reconocer lo que el Estado avaló contra uno de sus pueblos originarios”, terminó entonces su exposición José Luis Chogue, representante del pueblo selk’nam, en medio de lágrimas y aplausos.
La perspectiva de género en la Convención va más allá que las pautas feministas: es toda una nueva manera de entender la naturaleza, el Estado y su desarrollo
Todas las innovaciones vistas en los primeros dos meses de la Convención – una mapuche en la presidencia, lenguas originarias habladas dentro de edificio donde sesionaba el Congreso hasta el golpe de 1973, diálogo cercano con la sociedad civil sin excluir los privados de libertad, han sido lideradas por las mujeres constituyentes.
Por eso, dice Giovanna, la perspectiva de género en la Convención va más allá que las pautas feministas – es toda una nueva manera de entender la naturaleza, el Estado y su desarrollo. “El tomar el poder que está en manos de unos pocos y repartirlo entre muchos”, dice.
Loreto Vallejos piensa en la gran herencia que pueden dejar las mujeres de la Convención hacia el futuro: “no es solamente el articulado que salga, sino una manera de trabajar con los temas políticos, una mirada que se centra en el cuidado de las personas y en el cuidado de la naturaleza”. Ambas creen que este proceso es profundamente transformador.
“Incluso yo», dice Giovanna, «soy una persona distinta a la que entré hace casi dos meses”.
Este artículo se publicó originalmente en democraciaAbierta.
RV: EG