EEUU monopoliza durante 74 años a Unicef, donde el dinero habla

Henrietta Fore, la directora ejecutiva de Unicef, junto a estudiantes de la escuela Roberto Suazo Córdoba, en Tegucigalpa, la capital de Honduras. Foto: Bindra / Unicef

NACIONES UNIDAS –  Tras la decisión de Henrietta Fore de renunciar a su cargo de directora ejecutiva de Unicef, lo más probable es que su sucesor sea otro estadounidense, ya que ese puesto ha sido ocupado ininterrumpidamente por ciudadanos de ese país durante casi 74 años, un récord sin precedentes para un puesto de alto nivel en el sistema de la ONU.

Los siete ciudadanos estadounidenses que han dirigido el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia desde su creación en 1947 son Maurice Pate, Henry Labouisse, James Grant, Carol Bellamy, Ann Veneman, Anthony Lake y Henrietta Fore. Pate ocupó el cargo durante 18 años, de 1947 a 1965, y Labouisse durante 14 años, de 1965 a 1979.

En los 76 años de historia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), ningún otro organismo ha tenido un dominio nacional sobre un cargo tan alto.

En cuanto a las personas que monopolizan los cargos, Arpad Bogsch, otro estadounidense, ocupó el puesto de director general de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi) en Ginebra durante 24 largos años (1973-1997).

Sin embargo, en los últimos tiempos, la permanencia en el cargo de los altos funcionarios de la Secretaría General de la ONU es mayoritariamente de cinco años, con una posible prórroga de otros cinco.

Como el dinero manda, Estados Unidos ha seguido reclamando el puesto de Unicef, con el argumento principal de ser su mayor contribuyente financiero.

Pero esa reivindicación se aplica también a varias agencias de la ONU, que dependen de las contribuciones voluntarias, y en las que algunos de los puestos de alto nivel están ocupados en su mayoría por donantes o grandes potencias, sobre todo de Europa Occidental, o China y Rusia.

James Paul, ex director ejecutivo del Foro de Política Global (1993-2012), con sede en Nueva York,  y figura destacada de la comunidad de defensa de las ONG en las Naciones Unidas, dijo a IPS que es mucho lo que está en juego en el nombramiento del jefe de una de las principales agencias del sistema de la ONU.

Los gobiernos poderosos luchan por el prestigio y la configuración de la política, dijo, señalando que «el interés es intenso ahora, cuando se acerca el nombramiento de un nuevo jefe de Unicef».

“Los observadores se preguntan inevitablemente: ¿qué país obtiene el puesto, cuál es la región de la persona designada, a qué grupo étnico o nacional representa, cuál es la identidad de género de la persona y, por último, pero no menos importante, cuál es la inclinación política y el historial administrativo de la persona seleccionada?», dijo Paul, autor, entre otros libros, de «Oligarchy and Global Power in the UN Security Council (Oligarquía y Poder Mundial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas».

Para el especialista, algunos candidatos pueden ser personas serias con años de experiencia mientras que otros pueden ser amigos personales de un poderoso jefe de gobierno.

“¿Cómo funcionará el proceso de selección y cuánta presión se ejercerá sobre los que tienen voz en el proceso de nombramiento: el secretario general de la ONU y los consejos de administración o los comités?”, preguntó.

En los primeros años de la ONU, dijo, se tendía a nombrar a candidatos masculinos de nacionalidad estadounidense.  Washington actuó a menudo con gran brusquedad para salirse con la suya y amenazó muchas veces con retener la financiación o castigar a los funcionarios de la ONU si su candidato no era seleccionado.

Dos casos muy conocidos de hegemonía estadounidense son Unicef y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Ahora que la actual directora ejecutiva de Unicef se retira, planteó, surge inevitablemente la pregunta: ¿volverá Washington a salirse con la suya, tal como ha hecho por 74 años?

Es cierto que ha hecho una concesión a lo largo de los años.  En 1995, bajo la presión de muchos miembros de la ONU de aceptar a una mujer escandinava de gran talento, Estados Unidos aceptó abandonar a su candidato masculino, para proponer a una mujer y aumentar su presión.

Carol Bellamy, la candidata estadounidense, fue finalmente elegida.  La actual directora, Henrietta Fore, también es una mujer, pero también tiene pasaporte estadounidense, recordó Paul.

Boutros Boutros-Ghali, secretario general de la ONU entre 1992 y 1996 y quien mantuvo una relación de amor-odio con Estados Unidos, intentó romper su monopolio en aquel 1995. Pero fracasó.

En su libro “Invicto: una saga entre Estados Unidos y las Naciones Unidas”,  publicado en 1999, Boutros-Ghali afirma que su iniciativa la frustro el entonces presidente Bill Clinton su embajadora ante la ONU, Madeline Albright.

Clinton quería que William Foege, antiguo director de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, fuera sucesor en Unicef de James Grant, también estadounidense.

Como  Bélgica y Finlandia ya habían presentado candidatas destacadas, “ya no había una aceptación automática por parte de otras naciones de que el director de UNICEF debía ser inevitablemente un hombre o una mujer estadounidense», dijo Boutros-Ghali en sus memorias.

Como respuesta, Washington se había negado a pagar sus cuotas a la ONU y también estaba haciendo comentarios »despectivos» sobre el organismo mundial, recordó.

«Estados Unidos debería seleccionar a una candidata», dijo Boutros-Ghali a Albright, «y entonces veré lo que puedo hacer», ya que el nombramiento implicaba la consulta con los entonces 36 miembros de la Junta Ejecutiva de Unicef».

“Albright puso los ojos en blanco e hizo una mueca, repitiendo lo que se había convertido en su expresión habitual de frustración conmigo», escribió el diplomático de origen egipcio.

Cuando Estados Unidos siguió insistiendo en la candidatura de Foege, Boutros-Ghali contó que «muchos países de la Junta Ejecutiva de Unicef se enfadaron y (me) dijeron que mandara a Estados Unidos al infierno».

Finalmente, Estados Unidos torció algo el brazo y presentó una candidata alternativa: Carol Bellamy, antigua directora de los Cuerpos de Paz.

Aunque Elizabeth Rehn, de Finlandia, recibió 15 votos frente a los 12 de Bellamy en una votación no obligante de la Junta, Boutros-Ghali explicó que pidió al presidente de ese órgano que convenciera a los miembros para que lograran el consenso en torno a Bellamy, de modo que Estados Unidos pudiera continuar con el monopolio que mantenía desde 1947 sobre Unicef.

Y fue así como tras esa crisis ese monopolio persistió hasta ahora.

Según las últimas cifras publicadas, las aportaciones totales a Unicef en 2020 superaron los 7000 millones de dólares. El sector público aportó la mayor parte: 5450 millones de dólares procedentes de gobiernos, socios intergubernamentales e interinstitucionales, así como de Alianzas Programáticas Mundiales.

Los tres principales socios de recursos en 2020 (por contribuciones recibidas) fueron los gobiernos de Estados Unidos (801 millones de dólares), Alemania (744 millones de dólares) y la Unión Europea (514 millones de dólares).

Como su mayor donante, Estados Unidos fue considerado «un socio indispensable» de Unicef.

“Nuestra asociación con el gobierno de los Estados Unidos es amplia y diversa, y abarca programas humanitarios y de desarrollo en áreas clave del trabajo de Unicef, como la salud, la educación, el desarrollo de la primera infancia, el agua, el saneamiento y la higiene, la nutrición, la protección de la infancia, la igualdad de género, el VIH y el sida, la inmunización y los programas de investigación», afirmó el Fondo para la Infancia.

Samir Sanbar, ex secretario general adjunto de la ONU y exjefe del Departamento de Información Pública, dijo a IPS que la discusión por el puesto de director ejecutivo de Unicef fue el primer enfrentamiento de otros muchos entre Boutros-Ghali y la embajadora Albright, quien juego sería secretaria de Estado de su país.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

En los primeros años,  los directores ejecutivos estadounidenses de Unicef, como Henry Labouisse y James Grant, demostraron su valor no solo por aportar fondos estadounidenses, sino por sus logros demostrados, dijo Sanbar.

El actual secretario general de la ONU, António Guterres, un político y diplomático portugués con amplia experiencia,  probablemente explorará las opciones.

Entre ellas, está la de esperar las propuestas del gobierno de Joe Biden mientras mantiene abierto el posible interés de miembros del Consejo de Seguridad, como Noruega y otros, que podrían ofrecer una candidatura alternativa de peso,  siempre que sa una mujer, dijo Sanbar, que ha servido bajo cinco secretarios generales diferentes durante su larga carrera en la ONU.

Paul, por su parte, señaló que el PNUD ofrece una base de comparación interesante. Tuvo un jefe estadounidense, con el cargo de administrador, durante 32 años consecutivos, desde su fundación en 1967.

En 1999, cuando llegó el momento de un nuevo nombramiento, los miembros de la ONU intensificaron la presión para conseguir un grupo de candidatos más diverso.

Por fin, se rompió el hechizo del dominio de los Estados Unidos, ya que Mark Malloch Brown, del Reino Unido, fue elegido.  Y desde aquel año no ha habido más estadounidenses al frente del PNUD.

Este cambio se consideró como una señal de que el control de Washington sobre la ONU se estaba debilitando y de que su influencia global estaba disminuyendo, de forma lenta pero inequívoca.

La neozelandesa  Helen Clark, con una trayectoria muy reconocida antes y después de ser administradora del PNUD, fue una de quienes ha ostentado el cargo, junto con el turco Kemal Dervis y el alemán Achim Steiner, quien es el administrador actual.

Sea como sea,  no todos los candidatos estadounidenses han sido mal valorados,  afirmó Paul.

James Grant fue un director ejecutivo de Unicef muy respetado, y Gus Speth se ganó los aplausos como administrador del PNUD.  Pero el simbolismo es importante en una organización multilateral con 193 países miembros de todo el mundo y una estructura muy diversa.

“Por muy competente y por muy independiente que sea el candidato de Estados Unidos, es hora de que Unicef consiga tener un director ejecutivo no estadounidense. El mundo de 1947 hace tiempo que desapareció. La hegemonía estadounidense ya no es lo que era”, planteó Paul.

Además,  “hace tiempo que se necesita un poco de aire fresco en Unicef”, concluyó.

T: MF / ED: EG

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