NACIONES UNIDAS – Las Naciones Unidas comandan una batalla constante contra los crecientes peligros del cambio climático, incluyendo la destrucción de diferentes especies de plantas y animales, el incremento del nivel del mar que amenaza la existencia misma de los pequeños estados insulares en desarrollo y la amenaza de que los océanos alcancen temperaturas récord y peligren los recursos acuáticos.
Pero esa batalla se vio abruptamente muy socavada el año pasado por una pandemia devastadora que prácticamente paralizó el mundo.
“La pandemia de covid-19 dio al traste con muchos planes, incluido el ambicioso plan de la ONU de hacer de 2020 el mejor año para reforzar el mundo natural”, advirtió el secretario general del organismo mundial, António Guterres, antes del Día Mundial del Ambiente, este sábado 5 de junio, que este año tiene como tema: la restauración de los ecosistemas.
Esa ambición, señaló, se ha trasladado ahora a 2021, e incluirá una serie de importantes compromisos internacionales relacionados con el clima, como un plan para detener la crisis de la biodiversidad; una Conferencia sobre los Océanos para proteger el medio ambiente marino; una conferencia mundial sobre el transporte sostenible; y la primera Cumbre sobre Sistemas Alimentarios, destinada a transformar la producción y el consumo de alimentos a nivel mundial.
Igualmente, este 5 de junio, se lanza el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030)
“Las consecuencias del asalto a nuestro planeta están impidiendo nuestros esfuerzos para eliminar la pobreza y poniendo en peligro la seguridad alimentaria, declaró Guterres.
En una entrevista con IPS, el profesor Luca Montanarella, copresidente del Informe de Evaluación de la Degradación y Restauración de Tierras, publicado en 2018 y patrocinado por la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, en inglés), dijo a IPS que los peligros actuales son “bien conocidos”.
Para el científico y especialista sénior italiano, el alcance de la destrucción está ya plenamente documentado en muchas evaluaciones científicas independientes de las principales alianzas científico-políticas, como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la IPBES y otros.
Los efectos devastadores y los estrechos vínculos con la salud humana, argumentó, son ahora “plenamente comprendidos y visibles para todos nosotros tras la pandemia de covid-19. Ha llegado el momento de actuar”.
Montanarella consideró que los planes temáticos de la ONU para “reimaginar, recrear y restaurar los ecosistemas degradados” son la solución clave, pero deben aplicarse en consecuencia. Existe un gran riesgo de volver a las soluciones habituales que no resolverán el problema, se preocupó.
“La generación joven es la que puede salvar este planeta, si se la capacita adecuadamente para hacerlo. ¿Estamos preparados para transferirles parte del poder de decisión?, inquirió.
Las primeras señales de las consecuencias de la pandemia de covid van en dirección contraria. “Los mayores aumentos de las tasas de desempleo se dan entre las mujeres y los trabajadores jóvenes”, recordó.
Mirna Inés Fernández, integrante del Comité Directivo de la Red Global de Biodiversidad Juvenil (GYBN, en inglés) y cofundadora de su capítulo boliviano, Kaaijayu-GYBN, dijo a IPS que la continua degradación del medioambiente global “ha sido tan devastadora para los ecosistemas de la Tierra que nuestra generación ha visto nacer conceptos como el Antropoceno y los Límites Planetarios”.
“Los niños y los jóvenes son los que se enfrentan a los mayores impactos en la salud mental relacionados con el duelo ecológico y la ansiedad, porque nos damos cuenta de que la pérdida de especies y ecosistemas ha alcanzado niveles que amenazan la integridad de la biosfera y nuestros sistemas de apoyo a la vida”, afirmó.
Ante todo esto, “no vemos suficiente voluntad política para revertir esta situación”, advirtió.
El mundo está preparado y necesita desesperadamente un cambio transformador real, que nos permita vivir en sistemas equitativos y sostenibles para todos.
Lo que falta, considero la activista juvenil boliviana, es voluntad política, una asignación adecuada de recursos y un proceso de toma de decisiones inclusivo que lleve a cambiar el statu quo que nos ha llevado a este punto.
“Necesitamos que nuestros líderes mundiales aborden las causas fundamentales de las múltiples crisis ecológicas a las que nos enfrentamos hoy en día: la forma INSOSTENIBLE en que extraemos, producimos, consumimos y desechamos las cosas, y la forma NO EQUITATIVA en que se distribuyen los beneficios y los daños de todas estas actividades económicas, como se cita en el Manifiesto de la Juventud #PorLaNaturaleza”, enfatizó Fernández.
La activista explicó que “como jóvenes, podemos desempeñar múltiples papeles en esta campaña mundial: difundiendo la palabra y consiguiendo que más personas se unan y apoyen este movimiento juvenil mundial, exigiendo acciones audaces a nuestros responsables de la toma de decisiones”.
También, apuntó, la población juvenil puede actuar “liderando el cambio con el ejemplo, haciendo uso del potencial que tienen los jóvenes para poner sobre la mesa soluciones innovadoras como la educación transformadora y la promoción de la equidad intergeneracional”.
Estos son otros extractos de las entrevistas con Montanarella y Fernández, a los que IPS realizó similares preguntas.
IPS: La ONU señala que su Decenio para la Restauración de los Ecosistemas tiene como objetivo prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y en todos los océanos, al tiempo que puede ayudar a acabar con la pobreza, combatir el cambio climático y evitar una extinción masiva. ¿Hasta qué punto es factible este objetivo? ¿Qué impediría a la ONU ayudar al mundo a alcanzar este objetivo?
LUCA MONTANARELLA: La restauración de los ecosistemas debe ir acompañada de grandes programas de inclusión social que aseguren el empleo y los medios de vida sostenibles a la población mundial. De lo contrario, estará condenada al fracaso.
MIRNA INÉS FERNÁNDEZ: El objetivo del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas es bastante ambicioso y será muy difícil de alcanzar en una sola década porque la restauración efectiva y completa de los ecosistemas es un proceso que puede llevar varias décadas.
Pero es muy importante que tengamos este objetivo que guiará los esfuerzos para evitar una mayor degradación de los ecosistemas e iniciar los esfuerzos de restauración de los ecosistemas ya degradados.
Creo que uno de los riesgos más importantes que podrían impedir que la ONU ayude al mundo a alcanzar este objetivo es el mal uso de los conceptos relacionados con la restauración, como la compensación, los enfoques de pérdida neta cero/sin pérdida neta y las soluciones basadas en la naturaleza.
Si no se definen adecuadamente las salvaguardias para la biodiversidad y los derechos humanos, la aplicación errónea de las estrategias de restauración de los ecosistemas puede promover más monocultivos perversos, compensaciones y esquemas de lavado verde.
Los países y las empresas que quieran ser considerados ejecutores del Decenio deben seguir fuertes salvaguardias para garantizar que la calidad de los esfuerzos de restauración se corresponde con la cantidad en la zona dentro de las políticas y proyectos de restauración
IPS: ¿Qué opina de las conclusiones del informe de la Evaluación de la Degradación y Restauración de Tierras, Realizada por IPBES?
LM: La Evaluación de la Degradación y Restauración de Tierras del IPBES, que tuve el honor de copresidir junto con mi querido colega y amigo el profesor Robert Scholes, que lamentablemente falleció hace poco ( 28 de abril), indica claramente el camino a seguir y destaca especialmente la dimensión social y participativa de la degradación de la tierra.
La tierra es la base de nuestra existencia en este planeta y debe ser protegida en consecuencia. Los hábitos de consumo y los desarrollos micro y macroeconómicos son los principales impulsores de la degradación de la tierra y, por lo tanto, es necesario abordarlos si queremos invertir la actual tendencia negativa.
Podemos hacer mucho, empezando por nuestros estilos de vida y hábitos alimenticios individuales.
MIF: Considero que el informe de evaluación de la IPBES sobre la degradación y la restauración de la tierra es una herramienta clave para que los responsables políticos y las partes interesadas comprendan el alcance y la complejidad de la degradación de la tierra en todo el mundo y tomen medidas informadas y apropiadas para hacer frente a los motores de la degradación de la tierra y desarrollar estrategias de restauración.
Los mensajes clave de la evaluación, así como las ambiciones y estrategias propuestas para abordar la degradación de la tierra, y las posibles acciones y vías, deberían reflejarse en los resultados del Marco Mundial de la Biodiversidad posterior a 2020 y en la aplicación del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas.
También deberían tenerse en cuenta en el desarrollo de objetivos y compromisos nacionales relacionados con la lucha contra la degradación de la tierra y la restauración de los ecosistemas. Provengo de Bolivia, un país que ha perdido más de cinco millones de hectáreas de una ecorregión endémica, el Bosque Chiquitano, debido a los incendios forestales de 2019.
Tras esos incendios, diferentes actores han desarrollado diversos enfoques para restaurar los ecosistemas devastados. Lamentablemente, muchas de estas iniciativas carecen de una base científica sólida y podrían hacer más daño que bien, incluyendo la introducción de especies invasoras, haciendo espacio para las plantaciones de monocultivos o cambiando la estructura del bosque.
Por eso, esfuerzos como esta evaluación, que aporta los mejores conocimientos científicos y técnicos disponibles sobre la degradación y la restauración de la tierra, son cruciales para ser compartidos entre los ejecutores de las estrategias de restauración de la tierra y los que luchan contra la degradación de la tierra a nivel nacional.
T: MF / T: ED