VIENA – Unos 275 millones de personas consumieron drogas durante el último año en todo el mundo, 22 por ciento más que en 2010, y la potencia de algunas como la cannabis se ha cuadruplicado, reveló este jueves 24 el informe anual de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd).
Ghada Waly, directora del organismo, advirtió que “la menor percepción de los riesgos del consumo de drogas tiene una relación directa con las mayores tasas de consumo”, pues por ejemplo la proporción de adolescentes que percibe la cannabis como perjudicial se redujo hasta en 40 por ciento en la última década.
“Las conclusiones del informe enfatizan la necesidad de cerrar la brecha entre la percepción y la realidad, para educar a los jóvenes y salvaguardar la salud pública”, recalcó Waly al presentar el informe en la sede de la Onudd en esta capital.
La brecha conceptual persiste a pesar de que los estudios han demostrado que el consumo de cannabis (marihuana) conlleva perjuicios para la salud, especialmente entre los consumidores habituales de la droga a largo plazo.
Unos 200 millones de personas, cuatro por ciento de la población mundial -12 millones en América Latina y el Caribe- consumieron cannabis en 2019.
La mayoría de los países han informado de un aumento de ese consumo durante la pandemia covid-19 que se desató a comienzos de 2020, en tanto la potencia de esa droga depresora del sistema nervioso se cuadruplicó en 24 años.
La crisis de la covid ha empujado a más de 100 millones de personas hacia la pobreza extrema y ha exacerbado el desempleo y las desigualdades, de acuerdo con informes de agencias del sistema de Naciones Unidas, por lo que los problemas de salud mental crecen en todo el mundo.
“Este conjunto de factores de riesgo tiene el potencial de estimular un aumento de los trastornos relacionados con el consumo de drogas”, asentó el reporte.
El estudio expuso cambios observados en los patrones de consumo de drogas durante la pandemia, entre ellos el aumento del consumo de cannabis y el uso no médico de sedantes farmacéuticos.
Se estima que para 2030 el consumo de drogas puede aumentar 11 por ciento, y 40 por ciento en África, donde 47 millones de personas consumieron cannabis en 2019.
En cuanto a los narcotraficantes, el informe admite que se han recuperado rápidamente de los contratiempos iniciales causados por las restricciones y los confinamientos impuestos por la pandemia.
Más aún, ya operan de nuevo a los niveles anteriores a la crisis de salud, impulsados en parte por el mayor uso de la tecnología y los pagos en criptomoneda.
El acceso a las drogas también se ha simplificado a través de las ventas en línea, y los principales mercados de drogas en la red de internet oculta (también llamada web oscura) tienen hoy en día un valor estimado de 315 millones de dólares anuales.
Las transacciones de drogas sin necesidad de contacto, como por ejemplo a través del correo, también están en aumento, probablemente como resultado de la pandemia.
La rápida innovación tecnológica, combinada con la agilidad y adaptabilidad de los narcotraficantes, probablemente incrementará la disponibilidad de las drogas ilícitas.
Respecto de la cocaína, consumida por 20 millones de personas, el informe registra que la ruta de tráfico entre América del Sur y Europa es la segunda mayor del mundo y continúa evolucionando.
Eso implica mayor competencia entre los grupos de traficantes, lo que termina por elevar la calidad de la droga y reduce los precios, agravando así el daño causado entre los consumidores europeos.
La fabricación de cocaína se vio interrumpida al inicio de la pandemia, pero repuntó a su nivel habitual poco después. No obstante, el ritmo al que solía aumentar la fabricación fue menor.
También, la superficie de cultivo de la coca disminuyó globalmente cinco por ciento en 2019, en gran parte debido a la primera caída significativa del cultivo en Colombia en los últimos seis años. A pesar de ello, ese país sigue siendo la mayor fuente de cocaína del mundo, apunta el informe.
El terreno de cultivo se mantuvo estable en Perú y aumentó en Bolivia, y la UNDOC, la sigla en inglés por la que también se conoce a la Onudd, teme que las consecuencias socioeconómicas de la covid aumenten la vulnerabilidad de los agricultores y les incentiven para seguir produciendo hoja de coca.
Al examinar los opioides, consumidos por 62 millones de personas, el informe calculó en 294 350 hectáreas el área cultivada de amapola el último año, 83 por ciento en Afganistán.
Se produjeron unas 7400 toneladas de opio y de ellas unas 6000 toneladas se emplearon en producir entre 454 y 694 toneladas de heroína, de las cuales se incautaron 96 toneladas en 2019.
Entre las tendencias positivas, el estudio citó que el aumento del uso de la tecnología durante la pandemia también ha generado innovación en los servicios de prevención y tratamiento de la drogadicción, a través de modelos más flexibles de atención sanitaria, como la telemedicina.
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