Redes de enjambre surgen como alternativa eléctrica barata

Un cubo eléctrico, semejante a una gran batería de auto, está a punto de ser trasladado en bote a una isla de Vanuatu, en el océano Pacífico, para incorporarlo a una red de enjambre que promete electricidad limpia y asequible para las comunidades vulnerables. Foto: PNUD

NACIONES UNIDAS – Redes de cubos generadores de electricidad, conectados como un enjambre entre los usuarios, constituyen una nueva tecnología que se experimenta en Vanuatu para suministrar electricidad barata a comunidades aisladas y vulnerables, destacó un reporte del PNUD divulgado este lunes 24.

Los logros alcanzados “demuestran la enorme diferencia que supone la generación de electricidad para algunas de las personas más pobres del mundo, y el nivel relativamente bajo de inversión que se necesita”, dijo Alexandra Soezer, asesora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El proyecto pionero de la red de enjambre, que con apoyo del PNUD irá a Laos en el sudeste asiático y a Mozambique en África austral, se basa en unos robustos cubos eléctricos, que parecen grandes baterías de auto, y cuya carga se efectúa mediante un dispositivo solar.

La energía almacenada en los cubos se distribuye a los hogares o a los edificios comunitarios, como los centros de salud, a través de cables enterrados. Al estar interconectados, los cortes de energía son mucho menos probables, pues si falla un cubo los otros pueden suministrar la energía necesaria.

Cada proyecto puede expandirse, pues si la comunidad crece y las necesidades de electricidad aumentan, pueden agregarse más cubos a la red.

El proyecto desembarcó en Lelepa, una de las 83 islas que conforman Vanuatu, una pequeña nación en el océano Pacífico, de 12 189 kilómetros cuadrados y 270 000 habitantes, que viven de la agricultura de subsistencia, la pesca y el turismo.

Ese archipiélago melanesio es uno de los países más pobres del mundo, pues ocupa el puesto 140 en la tabla de 189 en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD.

Los habitantes de islas como Lelepa debían conformarse hasta hace poco con generadores diésel contaminantes o con sistemas solares domésticos individuales, de capacidad limitada, que apenas proporcionan energía suficiente para cargar un teléfono móvil.

Reuben Natamatewia, jefe supremo de la isla de 160 hectáreas, está entusiasmado con el potencial de la red, ya que Lelepa nunca se conectó al sistema eléctrico de la nación, y consideró que “este es el primer paso hacia un gran futuro”.

“Cuando toda nuestra aldea esté electrificada, podremos conservar el pescado capturado a diario. Una bomba suministrará agua potable. En la escuela, profesores y alumnos podrán utilizar la fotocopiadora y la impresora. Con las máquinas de coser las mujeres podrán aumentar su producción”, observó Natamatewia.

Soezer dijo que el programa, hasta ahora con financiamiento de Alemania, es una opción más rentable que las anteriores ensayadas. En otra isla, Malekula, se construyó una red con un costo de conexión por hogar de 6000 dólares. En cambio, la conexión por hogar en Lelepa cuesta 1200 dólares.

Aunque la red de Lelepa es un proyecto piloto, el gobierno de Vanuatu tiene planes para extenderla a muchas más islas que todavía no están conectadas a la red nacional, y así lograr una transición a 100 por ciento de energía renovable.

Sin embargo, para la sostenibilidad del proyecto, es esencial que los miembros de las comunidades vulnerables y pobres puedan pagar la electricidad generada.

En Lelepa la prioridad es electrificar los edificios y las infraestructuras comunitarias, y se implanta un modelo de pago por uso para las conexiones de los hogares.

Soezer dijo que “el potencial para suministrar energía eléctrica a millones de personas es muy elevado. Según las cifras del año 2018, todavía hay 789 millones de personas sin acceso a servicios eléctricos” en el mundo.

“Si ampliamos los programas de redes de enjambre de bajo costo, podríamos electrificar a cerca de 80 por ciento con un costo de entre 400 y 500 dólares por conexión. Cada hogar acabaría pagando menos de dos dólares al mes”, consideró.

El programa podría ser muy útil por ejemplo para África subsahariana, donde la crisis sanitaria generada por la covid-19 evidenció que solo 28 por ciento de sus instalaciones de salud están conectadas a redes de suministro eléctrico.

El ODS 7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030 aboga por garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos, y hay signos alentadores según el PNUD, ya que la energía es cada vez más sostenible y su disponibilidad cada vez mayor.

A-E/HM

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