Cuba transita por el peor momento de la pandemia de covid-19 mientras aguarda por la posible vacunación masiva a partir de julio, dados los resultados de dos de los cinco compuestos anti Sars-Cov-2 desarrollados por su industria biofarmacéutica.
Resultaría un hito con un impacto social, aunque también político y hasta económico, que esta nación insular caribeña resulte la primera de América Latina y el Caribe en certificar vacunas propias e inmunizar a sus 11,2 millones de habitantes antes de concluir el año.
Todo ello como un país del Sur en desarrollo, bajo el embargo del gobierno de Estados Unidos desde 1962, e inmerso en una crisis económica estructural desde hace tres décadas agudizada por el impacto global de la enfermedad.
A medida que se amplían los estudios de eficacia, seguridad e inmunogenicidad de los antígenos, expertos insisten en que todavía no se trata de una vacunación, alertan contra actitudes y acciones que puedan disminuir la conciencia sobre el peligro de enfermar y solicitan más rigor con los protocolos sanitarios y medidas de aislamiento.
“Autoridades de salud consideran que el incremento de casos en las últimas semanas se debe a que se ha debilitado la percepción de riesgo poblacional e institucional… calificada en medios oficiales como ‘exceso de confianza’ e ‘indisciplina social’”, valoró a IPS el investigador social Ovidio D’Angelo.
El 6 de abril fuentes científicas confirmaron que en Cuba circulan cinco variantes genéticas y seis patrones mutacionales del coronavirus, incluidas las cepas sudafricana, británica y la estadounidense de California, señaladas como más contagiosas y letales.
También este “podría ser un factor que justifique el incremento en el número de casos en el país en el último mes”, dijo María Guadalupe Guzmán, directora de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto de Medicina Tropical (IPK), con sede en La Habana.
Transcurridos siete meses de cierre y manejo de los primeros infectados, con la reapertura de fronteras a mediados de octubre de 2020 y la llegada de viajeros internacionales y residentes cubanos en el exterior aumentó el número de casos, sobre todo tras las fiestas de fin de año, similar a otras partes del mundo.
Las estadísticas indican que desde el 24 de enero de 2021 la enfermedad elevó aún más la tasa de incidencia y de muertes, con respecto a otras tres etapas definidas sobre el curso de la pandemia que dejó 89 404 contagios y 487 decesos en la isla hasta este 14 de abril.
No obstante, dichas cifras se consideran relativamente bajas en términos por habitante dentro de las Américas y el mundo, muestran informes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
De acuerdo con el parte diario del Ministerio de Salud Pública, las jornadas del 11, 12 y 13 de abril han sido las de mayor cantidad de fallecimientos por coronavirus, ocho, nueve y 11 respectivamente, desde el 11 de marzo de 2020 cuando se anunciaron en el país los primeros tres positivos.
Se aprecia asimismo un sostenido incremento de infección de niñas, niños y adolescentes, y el 11 de abril se reportó el primer fallecimiento de una paciente en edad pediátrica debido a la enfermedad.
Por su parte, D’Angelo se refirió a otros “comportamientos anómalos” que podrían estar condicionando el repunte, como las ansiedades relacionadas con hábitos y satisfacción de necesidades básicas.
El investigador mencionó “la necesidad de preservar una pequeña cuota de libertad personal ante las incrementadas restricciones sociales, que lleva a quebrantar normas”, así como actitudes de resistencia ante dictámenes estrictos, además de las necesidades de socialización, aun entre desconocidos, entre otros.
Cientistas sociales consultados por IPS argumentaron que resulta complejo garantizar en el país un adecuado confinamiento ante el desabastecimiento de productos de primera necesidad cuya adquisición exige permanecer en filas durante horas, y donde no siempre se guardan las distancias establecidas e irrespetan protocolos.
Explicaron que tal situación se complica todavía más en una urbe de 2,2 millones de habitantes como La Habana, epicentro de la epidemia en Cuba, con una elevada densidad de población en algunos de sus 15 municipios, déficit habitacional, un alto porcentaje de trabajo informal y limitaciones para el comercio electrónico y servicios por esa vía.
Para la enfermera Xiomara Castillo, “muchos de los contagios los estamos teniendo en el interior de la viviendas, donde se dificultan las medidas de higiene y distanciamiento, pues bajo un mismo techo y en espacios reducidos conviven a veces varias familias”.
Castillo explicó a IPS que en municipios como La Habana Vieja, donde se encuentra el consultorio donde trabaja, “el hacinamiento en viviendas y edificios hace que si una persona enferma, es muy probable que muchos se contagien en su entorno”.
Ello supone retos adicionales para el sistema de salud pública, universal y gratuito, que ha debido gestionar nuevos centros de aislamiento, camas adicionales en las salas de terapia, fármacos para mejorar el estado inmunológico de las personas y ventiladores pulmonares para asistir a las y los pacientes críticos, entre otros insumos.
Con 27 por ciento de su presupuesto destinado a respaldar gastos de salud y asistencia social, Cuba desembolsó hasta diciembre 100 millones de dólares no planificados para enfrentar la enfermedad, según la información oficial más reciente.
Eduardo Martínez, presidente del Grupo Empresarial Biocubafarma, que concentra a más de una treintena de empresas asociadas a instituciones de investigaciones biotecnológicas y de ingeniería genética, aseguró el 8 de abril en una comparecencia televisiva que científicos cubanos se preparan para lidiar con nuevas variantes del SARS-CoV-2
Martínez abundó que se orientan experimentos “para predecir posibles mutaciones que pudieran escapar a las capacidades de protección de los medicamentos actuales, y en ese caso tendríamos los antígenos listos para incorporarlos a nuestros candidatos vacunales o desarrollar otros”.[related_articles]
En estos momentos transcurre la fase tres y última de ensayos clínicos con los candidatos de mejores perspectivas, Soberana 02 y Abdala, en 44 000 voluntarios de La Habana, y otros 48 000 de las provincias de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, en el oriente del país.
Ambos fármacos, inyectables y con un esquema de dos dosis, no han presentado eventos adversos graves, indicó una nota oficial el 12 de abril.
En paralelo, inició el 22 de marzo el denominado “estudio de intervención” con 150 000 sujetos de la capital y otros 120 000 de los territorios orientales, pertenecientes al grupo de riesgo de los trabajadores de la salud, del sector biofarmacéutico y otros definidos por el Ministerio de la Salud Pública.
Un día después, científicos y expertos presentaron durante una reunión con el presidente Miguel Díaz-Canel la propuesta de estrategia de vacunación a la población cubana con Soberana 02 y Abdala.
El plan prevé de marzo a mayo un estudio de intervención, “a escala poblacional pero en forma de estudio”, que debe abarcar a 1,7 millones de personas mayores de 19 años en la capital cubana.
En junio entregarían los expedientes y evaluaciones a la autoridad reguladora de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos en Cuba.
“A partir de ahí, podrían darse dos caminos: la aprobación de uso de emergencia por la propia situación epidemiológica, o un registro de cualquiera de los (fármacos) aprobados para estos casos”, explicó Ileana Morales, directora nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública.
Con tales proyecciones, en agosto pudieran estar inmunizados unos seis millones de cubanas y cubanos, subrayan expertos.
Directivos del polo científico y tecnológico cubano aseguran estar en condiciones de fabricar este año hasta 100 millones de bulbos de una o múltiples dosis de sus vacunas.
ED: EG