Covid paraliza esenciales apoyos a sobrevivientes de trata en Zimbabwe

Víctimas de trata de personas, como esta mujer que atendió a IPS preservando su identidad, perdieron en forma considerable el acceso a servicios y apoyo terapéutico por la covi-19 en África. En muchos países, los recursos asignados para apoyo legal, psicofísico y policial a las víctimas de rata se han desviado a hacerle frente a los impactos de la pandemia. Foto: Miriam Gathigah / IPS
Víctimas de trata de personas, como esta mujer que atendió a IPS preservando su identidad, perdieron en forma considerable el acceso a servicios y apoyo terapéutico por la covi-19 en África. En muchos países, los recursos asignados para apoyo legal, psicofísico y policial a las víctimas de rata se han desviado a hacerle frente a los impactos de la pandemia. Foto: Miriam Gathigah / IPS

Antes de que Zimbabwe impusiera medidas de confinamiento para frenar la covid-19 en el país, Grace Mashingaidze asistía a talleres en Harare, promovidos por una organización no gubernamental que apoya a mujeres víctimas de la trata de personas, que lograron volver a sus hogares.

Mashingaidze, de 27 años y con un apellido modificado por su seguridad, dijo a IPS que integraba un grupo de jóvenes sobrevivientes que recibían asistencia, con asesoramiento, apoyo psicosocial y habilidades para su autosuficiencia.

Lo último era fundamental, ya que muchas de esas jóvenes luchaban por obtener ingresos en este país del sur de África, asfixiado por muy elevados altos niveles de desempleo.

“Ha sido duro desde que nos dijeron que no podíamos asistir a los talleres y capacitaciones por culpa del coronavirus. Pero una llega a comprender que la seguridad es una prioridad para todos”, dijo Mashingaidze a IPS desde Harare, la capital del país.

El cierre de actividades en marzo de 2020 o sus restricciones posteriores, debido a la covid, ha hecho que su vida se haya paralizado cuando lo ideal sería que ella y otras jóvenes que participan en su grupo de apoyo accedieran a la ayuda que tanto necesitan, para afrontar el trauma que han vivido como víctimas de la trata de personas y también para valerse por sí mismas.

Mashingaidze, quien aseguró que vivió un calvario en Mozambique, a donde llegó engañada por traficantes de personas y fue víctima de trata, tiene la ambición de educarse y hacer un curso que la ayude a mantener a su hijo de tres años.

“Ni sé cómo me las he arreglado hasta ahora”, dijo.

Su historia es un microcosmos de los trastornos provocados por el coronavirus en prácticamente todos los sectores de la existencia humana en Zimbabwe.

Las organizaciones no gubernamentales que trabajan con mujeres víctimas de la trata han admitido que, aunque sigue siendo muy necesario ayudarlas, no pueden arriesgarse a violar las restricciones de salud pública impuestas por el gobierno “por un bien mayor”.

“El impacto inmediato (de la covid) que suscitó una protesta al instante de las víctimas de la trata de personas fue la falta de asesoramiento personalizado cara a cara y también la pérdida de medios de subsistencia”, dijo Dadirai Chikwekwete, quien fue hasta septiembre de 2020 coordinadora del Foro Africano para la Enseñanza Católica.

“Las sesiones terapéuticas semanales les permitían pasar un tiempo lejos de sus hogares y familias. También se dedicaron a diversas actividades económicas que incluyen la compra y venta de comestibles, el emprendimiento de pequeños negocios, la elaboración de pasteles, entre otras actividades”, aseguró a IPS.

Las experiencias de las mujeres víctimas de la trata forman parte de suspensiones de actividades generalizadas que afectan a diferentes sectores de la economía, como los vendedores informales, que se han visto obligados a quedarse en casa por las medidas del gobierno zimbabuense para frenar al virus.

Los negocios informales que muchas víctimas de trata habían puesto en marcha, muchas veces dentro de sus propios hogares y prósperos hasta el cierre de actividades, se han visto impactados por las medidas anticovid.

“Algunas de estas mujeres perdieron sus ingresos durante el confinamiento. Las que habían gastado sus ingresos cosiendo uniformes escolares terminaron con montones de ellos sin poder darles salida, ya que las escuelas estaban cerradas”, dijo Chikwekwete a IPS.

Esas sastras pasaron noches sin dormir confeccionando prendas por las que no pudieron recibir un pago, “ya que los clientes quieren verificar primero la prenda antes de hacer el pago”, explicó Chikwekwete.

Las escuelas no volvieron a abrir en Zimbabue hasta el mes pasado.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) afirma que la pandemia de covid ha tenido un gran impacto en el apoyo prestado a las víctimas de la trata de personas, ya que los servicios se han reducido, pospuesto y, en algunos casos, suspendido.

El Reporte Global sobre la Trata de Personas 2020 de la ONUDD, publicado en febrero d este año, señala que  la covid ha expuesto a más personas a la trata, por lo que era indispensable que los gobiernos apoyen a sus víctimas sin esperar a que la pandemia acabe.

Es una posición que comparte Tsitsi Matekaire, responsable mundial en la organización internacional en defensa de mujeres y niñas  Equality Now (Igualdad Ya) de la Campaña para Terminar con el Tráfico Sexual.

“La capacidad de las víctimas de la trata para acceder a los servicios se ha reducido considerablemente. En muchos países, los recursos que se habían reservado para el apoyo legal, fisiológico y policial a las víctimas de la trata se han desviado para hacer frente a los efectos de la pandemia”, dijo a IPS.

A juicio de Matekaire, “es imperativo que los gobiernos reconozcan el impacto de género de la pandemia y también incorporen a sus respuestas a covid medidas para aumentar la identificación de las víctimas de la trata de personas”.

Por falta de esas medidas especiales, la respuesta más visible de la covid para los países de bajos ingresos como Zimbabwe ha sido la aplicación de restricciones de movilidad y de cierre de actividades que, en muchos casos, se han violado de forma rutinaria porque la gente busca formas y medios para sobrevivir.

Según la Policía de la República de Zimbabwe, entre marzo y julio de 2020 se había detenido a más de 100 000 personas por violar las restricciones impuestas para frenar la covid. Entre las personas detenidas, la mayoría eran comerciantes informales, la mayor parte que sobreviven con la venta ambulante.

Pero era un riesgo que Mashingaidze, la víctima de trata, no estaba dispuesta a correr.

“Ya he pasado por mucho con mi experiencia de ser víctima de la trata, no quiero tener ningún roce con la ley”, subrayó Mashingaidze, antes de expresar su desesperación porque el gobierno del país no haya proporcionado ingresos compensatorios a los comerciantes informales para compensar su pérdida de ingresos por la covid.

Un informe de ONU Zimbabwe sobre los efectos de la covid señaló que el país aún necesita hacer más por las víctimas de la trata de personas y apoyar a las empresas creadas por mujeres y promover acciones de innovación social que generen autoempleo.

Medidas como esas justamente han faltado para mujeres jóvenes como Mashingaidze, para apuntalar sus esfuerzos por salir adelante y tener una vida productiva.

Zimbabwe sigue siendo uno de los objetivos favoritos de los traficantes de personas en el continente africano, ya que hay muchas jóvenes desesperadas por escapar de la crisis económica que acecha al país desde hace más de dos décadas.

Sin embargo, como explicó Mashingaidze, el regreso a casa no ha estado exento de dolores de cabeza, ya que la covid sumó más dificultades a su ya dramática situación.

“Mis plegarias son porque la pandemia termine pronto para que podamos seguir con nuestras vidas”, dijo, haciéndose eco en este caso de lo que se ha convertido en un sentimiento generalizado entre los zimbuenses.

T: MF /ED: EG

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