Saheed Babajide, un joven graduado en producción animal y gerente de una empresa nacional de producción de leche en Iseyin, una ciudad de Nigeria, es beneficiario del programa de intervención de agricultura juvenil del gobierno. Pero siente que casi no recibió capacitación durante los tres años en que participó.
«Pensamos que pasaríamos por capacitaciones rigurosas en nuestros diversos campos de la agricultura, pero para nuestra sorpresa, nos dieron un manual que simplemente contenía poco o nada sobre formación agrícola específica como guía de capacitación a lo largo de los tres años de participación», dijo Babajide sobre su tiempo en el programa “N-power AGRO”.
El programa “N-power AGRO” se lanzó en 2016 como un programa nacional de inversión social diseñado para crear empleos y empoderar a los nigerianos de 18 a 35 años.
“Relativamente no se brindó capacitación sobre nuestros campos, y menos sobre las habilidades básicas necesarias para prosperar en el siglo XXI (como habilidades digitales y habilidades socioemocionales). Después de nuestra primera reunión, muchas personas se fueron para continuar con su ritmo frenético mientras reciben sus salarios”, agregó.
El gobierno paga los salarios de los jóvenes participantes durante su formación. Pero debido al deficiente sistema de seguimiento, los beneficiarios que dejaron su lugar de asignación antes de que finalizara el programa aún recibían estos salarios.
Babajide admitió a IPS que eso mismo le sucedió a él cuando dejó su lugar antes de que terminara el programa.
Nigeria, con más de 200 millones de habitantes, es el país más poblado de África con la mayor población de jóvenes del continente. Y alrededor de 34 por ciento de su población total necesita empleo.
Pero para Nteranya Sanginga, directora general del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, en inglés), el desarrollo de la agricultura es clave para abordar los desafíos urgentes de la inseguridad alimentaria, la pobreza y el desempleo juvenil en el continente.
“El desarrollo de la agricultura es esencial para enfrentar estos desafíos. La juventud aporta energía e innovación al coctel, pero estas cualidades pueden ser mejor canalizadas por los propios jóvenes africanos que llevan a cabo una investigación basada en resultados en agronegocios y desarrollo rural con participación de jóvenes. La participación de la juventud es clave”, sostuvo Sanginga en un artículo de opinión.
Según el informe del segundo trimestre de 2020 de la Oficina de Estadísticas de Nigeria (NBS, en inglés), “aproximadamente 55,4 por ciento de los jóvenes empleables todavía están desempleados”. No se sabe cómo afectará la pandemia de covid-19 a estas cifras.
Si bien el gobierno ha puesto en marcha varias iniciativas para abordar el problema del desempleo y la seguridad alimentaria, un estudio sobre el programa N-power AGRO mostró que a lo largo de los años el impacto o el rendimiento del programa fue mínimo.
Khadijat Amolegbe, profesor del Departamento de Economía Agrícola y Gestión Agrícola de la nigeriana Universidad de Ilorin, realizó un estudio sobre otro programa gubernamental que exploraba las habilidades necesarias para motivar a los jóvenes a participar en el sector agrícola.
Amolegbe realizó un experimento controlado aleatorio con jóvenes nigerianos inscritos en el National Youth Service Corp (NYSC, en inglés), un programa creado por el gobierno nigeriano en 1973 para involucrar a los graduados en la construcción y el desarrollo de la nación. Midió la motivación de los jóvenes para participar en el sector agrícola evaluando lo siguiente:
- su intención de iniciar un emprendimiento agroindustrial;
- su intención de registrar un nombre comercial; y
- su intención de ahorrar para iniciar un emprendimiento agroindustrial.
Amolegbe ha sido galardonado con el proyecto Mejora de la Capacidad para Aplicar Pruebas Científicas (CARE, en inglés) en Políticas para la Participación de los Jóvenes en la Agroindustria y las Actividades Económicas Rurales en África, financiado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida) e implementado por el IITA.
El estudio IITA-CARE de Amolegbe reveló que los jóvenes necesitan capacitación más allá de las habilidades agrícolas básicas.
Según la investigación, “las habilidades socioemocionales y digitales, también conocidas como habilidades del siglo XXI, son indispensables, no solo para motivar a los jóvenes a la agricultura, sino también para ayudarlos a prosperar y sobrevivir a los desafíos nuevos y emergentes”.
“Nos dimos cuenta de que los esfuerzos realizados para motivar a los jóvenes a participar en el sector agrícola no han dado resultados tangibles porque se enfocan en habilidades básicas de agronegocios. Sin embargo, los jóvenes necesitan otras aptitudes que los ayuden a enfrentar los desafíos nuevos y emergentes debido a los riesgos e incertidumbres en el sector agrícola y la naturaleza cambiante del trabajo en todo el mundo”, dijo Amolegbe a IPS.
Sami Hassan es un recién graduado que actualmente forma parte del NYSC. Durante el año de servicio, los graduados participan en varios programas diseñados para facilitar la autosuficiencia entre los jóvenes y reducir el desempleo.
“Nos presentaron las habilidades básicas involucradas en cualquier campo de nuestra elección, pero se espera que vayamos al quid de la habilidad técnica nosotros mismos”, dijo Hassan. Explicó que si bien las competencias digitales se ofrecieron como un curso, no se amplió su aplicación en campos específicos como la agricultura.
Amolegbe explicó aunque el efecto de las habilidades digitales para motivar la participación de los jóvenes en la agricultura aún es ambiguo, los jóvenes con altas aptitudes socioemocionales y digitales tienen altos puntajes en las pruebas de agronegocios.
Esto, dijo, sugiere que las aptitudes socioemocionales y digitales están vinculadas a un aumento de las habilidades en agronegocios.
“Con conocimientos básicos de agronegocios, las personas que reciben capacitación en habilidades socioemocionales tienen una probabilidad significativa y positiva de involucrarse en el sector agrícola que las personas que han recibido formación en habilidades socioemocionales y habilidades digitales”, señaló.
Entre otras recomendaciones, Amolegbe sugirió que la capacitación en habilidades socioemocionales y digitales debería incluirse en las intervenciones dirigidas a motivar a los jóvenes a participar en el sector agrícola.
“Esto estimulará la innovación, aumentará la productividad y también los ayudará a prepararse para contrarrestar los desafíos nuevos y emergentes a lo largo de la cadena de valor agrícola”, agregó.
El estudio patrocinado por el Fida, que forma parte de varios otros llevados a cabo por jóvenes investigadores en el marco del proyecto CARE en 10 países de África, propuso que debería haber una inversión en la digitalización del sector agrícola en Nigeria para permitir que los jóvenes con habilidades digitales se involucren en el sector.
“Los suministros de insumos deben ir más allá de los insumos básicos como semillas y fertilizantes, también debemos fomentar el uso de herramientas digitales en toda la cadena de valor agrícola”, agregó Amolegbe.
Veronica Valentine, directora ejecutiva de FarmAgric Foundation, una organización no gubernamental que busca empoderar a los agricultores y equiparlos de manera eficiente con todas las herramientas necesarias para prosperar en una sociedad en evolución, dijo que los hallazgos del estudio aportan una gran comprensión de los desafíos que enfrentan los jóvenes que han entrado en la agricultura.
“Aunque nuestros módulos de capacitación en FarmAgric (que brindamos a los agricultores jóvenes) están diseñados para adaptarse a las habilidades digitales con el fin de ayudarlos en su agroindustria, especialmente en el mundo digitalizado de hoy», sostuvo.
La especialista destacó que «consideramos que el estudio es muy útil y esperamos que el gobierno pueda implementar esto en sus módulos de formación con el fin de satisfacer las demandas de los jóvenes que buscan incursionar en la agricultura”.
T: MLM / ED: EG