OIT acelera lucha contra el trabajo infantil en América Latina

Un niño carga un saco con botellas de plástico en La Paz. La OIT considera que en 2021 se debe "pisar el acelerador" para erradicar el trabajo infantil en América Latina y el Caribe. Foto: Marcel Crozet/OIT
Un niño carga un saco con botellas de plástico en La Paz. La OIT considera que en 2021 se debe "pisar el acelerador" para erradicar el trabajo infantil en América Latina y el Caribe. Foto: Marcel Crozet/OIT

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) declaró a 2021 como Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil en América Latina y el Caribe, el que realizan más de 10 millones de niños, niñas y adolescentes en toda la región.

En este año “no se trata de hablar, se trata de hacer”, dijo el director general de la OIT, Guy Ryder, al pedir un compromiso “para que tengamos mayores posibilidades de lograr nuestra ambiciosa meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): eliminar el trabajo infantil para 2025”.

Según la OIT ha llegado el momento de “pisar el acelerador” en la búsqueda de erradicar el trabajo infantil.

A comienzos de siglo 246 millones de niños debían trabajar en el mundo, de ellos 20 millones en América Latina y el Caribe, y los avances contra la pobreza redujeron esas cifras hacia 2017: a 152 millones globalmente y 10,5 millones en la región.[pullquote]3[/pullquote]

Sin embargo, la crisis desatada por la pandemia covid-19 puede forzar el regreso al trabajo de otros 300 000 niños en la región, empleados principalmente (70 por ciento) en la agricultura y otras faenas del mundo rural, según proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) .

Esa tendencia negativa contrasta con el ODS 8 adoptado por las Naciones Unidas en 2015, Trabajo Decente y Crecimiento Económico, el cual incluye como meta 8.7 “poner fin a todas las formas de trabajo infantil para 2025”.

“En vista del recrudecimiento de la emergencia sanitaria, la prolongación de medidas especiales de confinamiento y distanciamiento, y la persistencia de la crisis en estos últimos meses, esa situación está empeorando”, advirtió el director regional de la OIT, Vinícius Pinheiro.

La OIT propició un encuentro virtual con los presidentes Iván Duque, de Colombia, Alejandro Giammatei, de Guatemala, Francisco Sagasti, de Perú, y el Nobel de la Paz 2014 y activista de los derechos de los niños, Kailash Satyarthi, al lanzar el jueves 11 la nueva campaña regional.

Ryder remarcó en ese foro que “el aumento de la pobreza y la caída de los ingresos familiares, el cierre de las escuelas, y el aumento de las vulnerabilidades, son factores que pueden contribuir a incrementar el trabajo infantil”.

Sagasti vinculó la persistencia del trabajo infantil a “la desigualdad endémica en nuestra región”, y reiteró el compromiso de su país con la aplicación de estrategias para enfrentar este problema.

Duque afirmó que “el compromiso es impedir y seguir disminuyendo el trabajo infantil en la sociedad, un esfuerzo que consideró “vital ahora que enfrentamos los desafíos de la covid-19”.

Giammattei dijo que “nos sumamos a esta iniciativa mundial para fortalecer los esfuerzos para combatir este flagelo”, para el que se requiere, aseveró “compromiso político al más alto nivel”.

Satyarthi pidió obtener “avances concretos” en el año lanzado como campaña, pues “tenemos tecnología, conocimiento sobre el problema y sabemos cuáles son las soluciones”.

En la campaña están involucradas 30 Estados de la región, siete organizaciones de trabajadores y otras tantas de empleadores.

“Hago un llamado a los gobiernos para establecer políticas de erradicación y prevención del trabajo infantil, que garanticen la protección de personas vulnerables y aseguren una educación de calidad”, pidió durante el encuentro la activista peruana y ex trabajadora infantil, como cuidadora, Sofía Mauricio.

Pinheiro insistió en que “estamos frente a un problema multicausal que requiere respuestas de índole económica, social, política y también cultural, para transformar patrones que perpetúan visiones y percepciones de la infancia y la adolescencia que limitan su potencial y su capacidad de proyectarse”.

“Frente a este problema la indiferencia es una forma de complicidad”, concluyó.

A-E/HM

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