América Latina y el Caribe adoptó un plan que contiene 10 acciones para promover la restauración en esta década de sus ecosistemas terrestres, marinos y costeros, al concluir en esta capital de Barbados la XXII reunión del Foro de Ministros de Medio Ambiente de la región.
Se trata de contar con “condiciones mejores y mecanismos de cooperación más efectivos para recuperar sus ecosistemas, frenar la pérdida de biodiversidad y avanzar regionalmente hacia la visión de 2050 de vivir en armonía con la naturaleza”, dijo Leo Heileman, director regional del Pnuma.
El Pnuma (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) impulsó también un programa para que la región asuma la economía circular, basada en los principios conservacionistas de reducir, reciclar y reutilizar materias primas, así como asumir la diversificación económica y emplear energías renovables.
El Plan de Acción del Decenio sobre la Restauración de los Ecosistemas acordado en la reunión virtual de los ministros busca acelerar la recuperación sostenible en la región mediante la conservación, la restauración y el uso sostenible de la biodiversidad y los ecosistemas, y prevenir futuras pandemias.
América Latina y el Caribe es una región rica en biodiversidad, con siete de los países más biodiversos del mundo, y a pesar de que 24,2 por ciento de sus áreas terrestres y 17,5 de las marinas están protegidas, muchos ecosistemas se han degradado significativamente, según el Pnuma.
Esa degradación “amenaza el bienestar de las personas, el potencial de adaptación de los países al cambio climático y, en última instancia, la viabilidad de un futuro sostenible, cuya base es la salud de los ecosistemas”, subrayó el organismo.
Heileman recordó que “los beneficios económicos de las intervenciones de restauración son hasta 10 veces mayores que el monto de las inversiones necesarias, mientras que la inacción puede ser hasta tres veces más costosa”.
La restauración de los ecosistemas abarca actividades como mejorar el carbono orgánico en los suelos agrícolas, aumentar las poblaciones de peces en las zonas sobreexplotadas, remediar sitios contaminados, restaurar los procesos ecológicos y la biodiversidad, y conservar la fauna y la flora.
El Plan de Acción se basa en mecanismos de cooperación y plantea 10 acciones, organizadas en tres vías a seguir, la primera de las cuales es la concientización pública, la visibilización de los defensores de la restauración de los ecosistemas, y la introducción de la restauración de los ecosistemas a las escuelas.
La falta de concientización se explica en parte porque 83 por ciento de los latinoamericanos y 75 por ciento de los caribeños viven en centros urbanos, mientras que las minorías en áreas rurales, de pescadores e indígenas son quienes mejor conocen o padecen el impacto de la degradación de los ecosistemas.
El segundo camino es el del compromiso político, que se buscará mediante la creación de liderazgo en la restauración de los ecosistemas, el desarrollo de una estrategia de financiamiento innovadora y la promoción de diálogos regionales.
En la región escasean los mecanismos legislativos y de políticas específicas para la restauración de ecosistemas, un concepto relativamente nuevo, con menos de 20 años en el léxico político.
La restauración de ecosistemas es costosa, especialmente cuando los suelos o el agua están muy contaminados y el sustrato gravemente alterado. El Pnuma acoge estudios según los cuales restaurar cada año 150 millones de hectáreas degradadas requiere inversiones superiores a 36 000 millones de dólares.
La región alberga una riqueza extraordinaria de capital natural, con cinco millones de kilómetros cuadrados de tierras arables, 23 por ciento de los bosques del mundo y 30 por ciento de sus recursos de agua renovable, pero carece de fondos suficientes para invertir en la restauración.
El plan propone acudir a organismo internacionales como el Fondo Mundial para el Medio Amiente, el Fondo Verde del Clima y a inversores privados, para movilizar recursos con base en directrices que considerará la próxima reunión del Foro.
En tercer lugar está la capacidad técnica, que se desarrollará con inversión en investigación científica a largo plazo, mayor acceso al conocimiento, la promoción de la colaboración y la formación de profesionales en restauración de ecosistemas.
Países como Brasil y Colombia llevan años trabajando en estructuras institucionales y marcos legales para favorecer la restauración de ecosistemas, y otros como Argentina, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador y México avanzan en esa dirección, pero encaran costos y financiamiento como problemas cruciales.
La visión general es que, para 2030, los países de América Latina y el Caribe hayan avanzado en la definición de políticas y planes, y en la implementación de proyectos para restaurar los ecosistemas marinos, terrestres y de aguas continentales a una escala capaz de revertir los efectos negativos de la degradación.
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