La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), se declararon consternadas ante la primera tragedia del año en el Mediterráneo central, en la que murieron 43 migrantes de África occidental al naufragar la frágil embarcación en la que trataban de llegar a Europa.
La tragedia ocurrió el 19 de enero, poco después de que la embarcación zarpó desde la ciudad de Zawiya, en Libia, con medio centenar de ocupantes oriundos principalmente de Costa de Marfil, Gambia, Ghana y Nigeria, y volcó al parecer por mala mar cuando su motor se detuvo.
Perdieron la vida 43 personas, y10 sobrevivientes fueron rescatados por la seguridad costera libia y llevados a Zwara, en el litoral de ese país africano.
“Nos entristece profundamente la trágica pérdida de al menos 43 vidas frente a las costas libias. Esto nuevamente resalta la necesidad urgente de más operaciones de búsqueda y rescate, un vacío que las oenegés y los buques comerciales están tratando de llenar a pesar de los recursos muy limitados”, señaló el mensaje de Acnur
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) sostuvo que en 2020 perecieron más de 700 personas en el Mediterráneo central, tratando de llegar en frágiles botes desde las costas africanas a las europeas.
Al menos 260 de esas muertes ocurrieron después de que el 19 de septiembre el barco de rescate “Sea Watch 4”, patrocinado por la Iglesia Evangélica de Alemania, quedó inmovilizado en el puerto de Palermo, en el sur de Italia, por órdenes de las autoridades d ese país.
El Mediterráneo central quedó así como la ruta migratoria más mortífera en el globo y los responsables de Acnur y la OIM temen que el número de víctimas crezca en 2021 debido a la limitada capacidad de monitoreo de rutas.
Las agencias de la ONU señalaron que “esta última tragedia en el mar pone de manifiesto una vez más la necesidad de reactivación de las operaciones de búsqueda y rescate lideradas por los Estados”, en lugar de las limitadas de grupos privados.
Reiteraron su llamado a la comunidad internacional para que produzca “un giro urgente y cuantificable en el enfoque de la situación en el Mediterráneo”.
Ese cambio de conducta “implica poner fin a los retornos a puertos inseguros, estableciendo unos mecanismos de desembarco seguros y predecibles, acompañados de muestras de solidaridad tangibles por parte de los Estados europeos con aquellos países que reciben altos números de llegadas”.
MSF y otras organizaciones responsabilizan a la mayoría de los países europeos por “mirar para el techo” mientras Estados ribereños del Mediterráneo, como Italia en el centro y España al oeste, deben encarar el arribo de inmigrantes ilegales.
“En lugar de cumplir con sus obligaciones internacionales y marítimas de asistir a quienes se encuentran en peligro en el mar, los Estados europeos han optado por diezmar aún más la capacidad de búsqueda y rescate”, señaló MSF a raíz de la retención del “Sea Watch 4”.
Cuando los migrantes a quienes se impide desembarcar en Europa son devueltos, a Libia principalmente, enfrentan unas condiciones de supervivencia aún más difíciles que las vividas cuando aguardaban la ocasión de embarcarse con rumbo norte.
“La situación de migrantes y refugiados en Libia sigue siendo extremadamente precaria, donde continúan los arrestos y detenciones arbitrarias en las peores condiciones”, reconocieron Acnur y la OIM en su declaración.
Agregaron que “muchos refugiados y migrantes son explotados por traficantes y redes de trata, retenidos para pedir rescates, torturados y víctimas de abusos”, por lo que pidieron a las autoridades que “refuercen las medidas para llevar ante la justicia a los grupos criminales responsables de violaciones de derechos humanos”.
De su lado, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha pedido también “acciones urgentes para abordar la terrible situación” de los migrantes que tratan de llegar a Europa cruzando el Mediterráneo.
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