Al menos 3174 migrantes murieron en el mundo este año en medio de sus esfuerzos por sobrevivir, a pesar de las restricciones de movimientos impuestas para tratar de frenar la covid-19, destacó un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Bajo las restricciones a los viajes impuestas en las fronteras de todo el mundo, en un intento por controlar la propagación del virus, cientos de miles de personas siguieron yéndose de sus hogares y embarcándose en peligrosas travesías a través de mares y desiertos, señaló el reporte.
La OIM considera que los decesos en 2020 son menores que en años anteriores, pero han aumentado en algunas rutas: por ejemplo, 593 personas perecieron tras salir de África tratando de llegar a las islas Canarias, en España, en comparación con las 210 fallecidas en 2019 y las 45 en 2018.
Un aumento también se registró en América del Sur en 2020 en comparación con años anteriores, con al menos 104 personas que perdieron la vida –la mayor parte de ellas migrantes venezolanos– en comparación con menos de 40 en años anteriores.[pullquote]3[/pullquote]
Al menos 1773 personas murieron camino a Europa este año, siendo este continente el que registra la mayor cantidad de fatalidades, una tendencia continua desde que en 2014 el Proyecto Migrantes Desaparecidos comenzó a recopilar esa información en esta capital.
El reporte indica que 381 hombres, mujeres, niños y niñas perdieron la vida en la frontera entre Estados Unidos y México, 41 en América Central y otras 143 perecieron en aguas del Caribe.
En el Medio Oriente perecieron 112 migrantes, y otros 245 fallecieron en el sudeste de Asia, la mayor parte de ellos refugiados rohinyás que viajaban por vía marítima desde Myanmar y Bangladesh rumbo a Malasia, Tailandia e Indonesia.
En noviembre murieron al menos 200 personas en tres naufragios tratando de llegar al sur de Europa desde las costas de Libia, y en todo el Mediterráneo central perecieron este año unas 700 personas, según la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras.
La OIM presentó el caso de Hossin Ochlih, marroquí de 21 años, el menor de cinco hermanos con abuelos españoles, quien pereció en un naufragio tratando, con muchos otros, de alcanzar la isla de Lanzarote en un bote, el 24 de noviembre.
Había salido de su casa sin decir nada a su madre, quien aún cree que se puede tratar de un error y quizá su hijo sobrevivió. Su familia no ha podido repatriar sus restos de las islas Canarias, porque no tienen los 5400 dólares que ese trámite implica.
En Venezuela, la nororiental población de Güiria está sumida en luto por la muerte el 6 de diciembre de 33 migrantes –hombres, mujeres y niños- al naufragar dos botes en el golfo de Paria, que separa ese país de Trinidad y Tobago, cuando trataban de ganar la orilla del vecino insular.
Frank Laczko, director del Centro de Análisis de Datos sobre Migración de la OIM, comentó que “detrás de cada una de estas cifras hay una vida que se perdió sin necesidad, y una familia que ahora está llorando al familiar que ha perdido”.
El descenso en la cantidad de muertes de migrantes no necesariamente indica que la cantidad de vidas perdidas realmente decreció en 2020, puesto que con la covid se producen cambios importantes en la disponibilidad de datos sobre fallecimientos durante la migración y sobre la capacidad de monitorear ciertas rutas.
La OIM dice que a falta de datos precisos en algunos casos, se orienta con encuestas y entrevistas a sobrevivientes de las pérdidas de vidas durante travesías en desiertos africanos, por ejemplo, por lo que estima que pueden haber muerto unos 600 migrantes más de los registrados por el proyecto en Berlín.
“La gente siguió perdiendo la vida en viajes de migración irregular a pesar de las numerosas restricciones a los viajes decretadas en 2020, lo cual demuestra la necesidad de contar con opciones para migrar que sean más seguras y regulares”, concluyó Laczko.
A-E/HM