Los altos índices de prosperidad y bienestar que exhiben varias naciones se han logrado a expensas del ambiente, mientras que, si no se cambian los patrones de explotación de la naturaleza, la pobreza y la desigualdad seguirán campeando en el mundo, advirtió este martes 15 el principal informe anual del PNUD.
“Ningún país ha logrado un desarrollo humano muy alto sin ejercer una gran presión sobre el planeta, pero podríamos ser la primera generación en corregirlo”, dijo Achim Steiner, administrador del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), al presentar el nuevo Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Ese índice, que ya cumple 30 años, toma un nuevo giro en su edición 2020, pues además de medir los indicadores de salud, educación y nivel de vida, ahora considera las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y la huella del consumo en el esfuerzo de desarrollo de cada país.
El documento, “La próxima frontera: el desarrollo humano y el Antropoceno”, asumió ese término que expresa el umbral de una nueva era, marcada por la mayor influencia del ser humano sobre el planeta, en reemplazo del Holoceno, vivido desde los albores de la agricultura hasta el siglo XX.
Con el nuevo índice, muchos países descienden, algunos en picada, del sitial de alto desarrollo humano, debido a su dependencia de los combustibles fósiles y a la huella que dejan al usar los recursos naturales, en tanto otros, a menudo más pequeños, demuestran que se puede avanzar reduciendo la presión sobre el planeta.
Por ejemplo Noruega, el país con el más alto IDH del mundo, cae 15 posiciones en la lista cuando se mide esa presión; Islandia, el sexto, pierde 26 lugares; Australia, octavo, 72; Singapur, undécimo, 90; Canadá 40 puestos desde la casilla 16, y Estados Unidos 45 posiciones desde la 17.
En cambio, Costa Rica ascendería 37 puestos desde la posición 62, Panamá 30 desde la 57 y Perú 28 desde la 79, así como Moldavia, Albania y Hungría subirían 36, 38 y 21 lugares, respectivamente, y Sri Lanka, aunque está de 72 entre los 189 países considerados, avanzaría 34 posiciones.
En los últimos 20 puestos de la tabla están Afganistán, Haití y 18 países de África al sur del Sahara, sin apenas cambios considerándose o no el impacto de su pobreza en consumo de recursos y las emisiones de CO2.
Steiner dijo que la nueva medición no busca señalar o inculpar a los países sino incitarlos a compatibilizar el desarrollo humano con los límites del planeta, y aprovechar la oportunidad de superar la pandemia covid-19 para conseguir un crecimiento económico que no destruya el ambiente ni incremente la desigualdad.
El conductor del estudio, Pedro Conceição, dijo que “el desarrollo humano no debe entenderse como un dilema entre personas y el ambiente. Si sacamos el máximo provecho a las innovaciones, abordamos la desigualdad y trabajamos con la naturaleza, ese desarrollo puede ayudar igualmente a las personas y al planeta”.
Por ejemplo, el informe recordó que los combustibles fósiles en el mundo, la principal fuente de emisiones de CO2 para el calentamiento global, disfrutan de subsidios que suman unos cinco billones (millones de millones de dólares), equivalentes a 6,5 por ciento del producto bruto mundial.
Si merman o se suprimen esos subsidios, podrían dirigirse recursos en forma de ingresos para los más pobres en los países pobres, los más golpeados por la actual pandemia, señaló el informe del PNUD.
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