En las montañas del mundo, donde están casi la mitad de los focos de biodiversidad y viven 1100 millones de personas, creció el hambre en lo que va de siglo y la covid-19 agrava el panorama, de acuerdo con un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En las zonas montañosas de los países en desarrollo la cantidad de personas en inseguridad alimentaria pasó de 243 millones en el año 2000 a 346 millones en 2017, indicó el estudio publicado por la FAO este viernes 11, Día Internacional de las Montañas.
En 2020, la pandemia de la enfermedad por coronavirus “ha añadido urgencia a una situación difícil, en la medida en que las restricciones impuestas por diversos países amplificaron la vulnerabilidad de las comunidades de montaña cuya supervivencia depende de la agricultura y el turismo”, expuso el informe.[pullquote]3[/pullquote]
María Helena Semedo, subdirectora de la FAO, subrayó que “uno de cada dos habitantes de zonas montañosas rurales de países en desarrollo carece de alimentos suficientes para llevar una vida sana, y ahora hace frente a las repercusiones de la pandemia”.
Junto con la inseguridad alimentaria, en las regiones montañosas de los países en desarrollo, y sobre todo en las áreas rurales, todavía prevalecen el aislamiento social, el acceso limitado a los servicios básicos, la degradación ambiental, la exposición al riesgo de desastres y los impactos del cambio climático.
El estudio, “Vulnerabilidad de los habitantes de las montañas a la inseguridad alimentaria”, agregó “la presencia o episodios de peligros naturales y conflictos armados que perturban los medios de vida o someten a presión los recursos naturales de los que dependen sus habitantes”.
Entre los años 2000 y 2018 unos 212 millones de habitantes rurales en las montañas vivieron en áreas identificadas como de intensidad alta o media de conflictos, y 50 millones de ellos aún viven en ambientes signados por conflictos armados.
Los ecosistemas montañosos son cada vez más frágiles como consecuencia de la presión ejercida por factores como cambios en el uso de la tierra y el clima, la sobreexplotación, la contaminación y los desplazamientos demográficos.
En la mayoría de los países en desarrollo, el impacto de las prácticas agrícolas insostenibles en la degradación de la tierra es muy alto, y esa degradación pone en peligro la sostenibilidad de los cultivos, la ganadería y las fuentes de agua.
Las montañas cubren 39 millones de kilómetros cuadrados, 27 por ciento de la superficie terrestre, su población llegó en 2017 a 1100 millones de personas (15 por ciento del total mundial), de las cuales 1000 millones están en los países del Sur global, y de ellos 648 millones (65 por ciento) habitan en áreas rurales.
En todas las regiones en desarrollo la población de las montañas ha aumentado en dos décadas, y solo ha disminuido en las áreas de mayor altitud, por encima de los 3500 metros sobre el nivel del mar.
La FAO considera que 346 millones de esos habitantes viven en áreas donde la disponibilidad diaria de calorías y proteínas está por debajo del umbral mínimo necesario para una vida sana.
La mayor cantidad está en África, pues de sus 196 millones de habitantes de zonas rurales de montaña, 132 millones estaban en situación de inseguridad alimentaria en 2017, y de ellos 94 millones en África oriental.
En Asia el hambre acosa a 195 millones de habitantes rurales de zonas montañosas, y de ellos 89 millones en Asia oriental y 64 millones en la meridional.
De los 55 millones de habitantes en áreas rurales de montaña en América Latina y el Caribe, la insuficiencia alimentaria castigaba a 17 millones de personas, de las cuales nueve millones en América Central y México, siete millones en América del Sur, y un millón en países caribeños.
El estudio concluye recomendando medidas urgentes en las zonas de montaña frente al cambio climático y la inseguridad alimentaria, favoreciendo la investigación, la innovación y la participación comunitaria.
A-E/HM