Triunfo de Biden podría relanzar relaciones entre Cuba y EEUU

El triunfo de Biden y las relaciones entre Cuba y EEUU.
Una pareja sigue por el televisor de la sala de su vivienda en La Habana una de las comparecencias poselectorales del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden. La información sobre la campaña electoral y los resultados de Estados Unidos fueron seguidos con especial interés por la ciudadanía cubana, especialmente entre la juventud. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

El triunfo del demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos abre las puertas a la recomposición de las relaciones diplomáticas con Cuba, deterioradas durante la administración del mandatario saliente, Donald Trump.

Biden, vicepresidente de la administración de Barack Obama (2009-2017), aseguró durante la campaña que de llegar a la Casa Blanca devolvería los nexos bilaterales al punto en que este los dejó, aunque mantendrá el embargo e insistirá en un tema sensible y polémico como los derechos humanos.

“Si nos atenemos a esa promesa seguro será un beneficio porque Obama inició una política más cooperativa, aunque no eliminó el bloqueo. Pero muchos políticos prometen y no cumplen, o lo hacen parcialmente, y eso nos obliga a no crearnos falsas expectativas”, reflexionó en diálogo con IPS la socióloga cubana Reina Fleitas.

Para Fleitas, “en nuestra esperanza de mejoría influye que Biden vuelva a una política de cooperación internacional con China y Europa (porque) todo lo que haga a favor de mejorar las relaciones internas o internacionales nos puede afectar positivamente”.

Por su parte, el politólogo cubano Esteban Morales estimó que con Biden “se abre un escenario de mejoras en el ámbito bilateral”.

El experto en las relaciones entre ambos países afirmó a IPS que aunque deben “aflojar las presiones (por parte de Washington) nunca desaparecería el lastre de querer controlar a la isla, que ha sido la intención  y el destino de cualquier política norteamericana”.

La administración demócrata representará una oportunidad “de echar hacia adelante el proyecto de reformas económicas en el país. Porque en última instancia, es en Estados Unidos donde debe cambiar la política hacia Cuba; pero no es nada despreciable lo que Cuba puede hacer para que esa política cambie”, añadió Morales.

La vicepresidenta electa, Kamala Harris ha apuntado en esa dirección en sus abiertos pronunciamientos contra “el fallido embargo comercial” contra La Habana. A su juicio, hay que sustituirlo por “un enfoque más inteligente que empodere a la sociedad civil cubana y la comunidad cubanoamericana para que impulsen el progreso y que determinen libremente su propio futuro”.

Por el impacto para la isla del resultado, el proceso electoral estadounidense y las votaciones del 3 de noviembre fueron seguidos con interés especial por la ciudadanía cubana, especialmente entre la juventud, apreció IPS en distintos espacios.

Mientras tanto, el gobierno de este país caribeño reaccionó al declarado triunfo de Biden con un tono moderado, pero reafirmando su voluntad de diálogo.

“Reconocemos que, en sus elecciones presidenciales, el pueblo de Estados Unidos ha optado por un nuevo rumbo. Creemos en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias”, escribió el presidente Miguel Díaz-Canel el 8 de noviembre en su cuenta de Twitter.

Aviones de aerolíneas estadounidenses estacionados en la terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí, en los primeros días de la pandemia de covid, en marzo. Durante la administración de Barck Obama se establecieron vuelos comerciales directos a varias provincias cubanas lo que favoreció el contacto entre familias a ambos lados del estrecho de la Florida. Foto: Jorge Luis Baños/IPS
Aviones de aerolíneas estadounidenses estacionados en la terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí, en los primeros días de la pandemia de covid, en marzo. Durante la administración de Barck Obama se establecieron vuelos comerciales directos a varias provincias cubanas lo que favoreció el contacto entre familias a ambos lados del estrecho de la Florida. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Las relaciones con Estados Unidos resultan un asunto de seguridad nacional para Cuba luego que una decena de administraciones ha intentado derrocar la revolución de 1959 liderada por Fidel Castro (1926-2016), que se declaró socialista dos años después.

Evidencias históricas confirman que desde el siglo XVIII la potencia norteña intentó anexarse o al menos dominar política y económicamente a la isla de la cual la separan 90 millas náuticas, unos 167 kilómetros.

Tal afán fue alertado por el héroe nacional cubano José Martí (1853-1895) y hasta la actualidad, cualquier intento de injerencia o presión desde Washington es considerado una amenaza al ideal de independencia, soberanía nacional y autodeterminación.

Los comicios ocurrieron mientras en Cuba las autoridades impulsan un plan socioeconómico para revertir los efectos de la pandemia y reimpulsar el programa de reformas económicas aprobado en 2011 lo cual podría, entre múltiples efectos, renovar el interés de inversores extranjeros.

La administración Trump dio la espalda a cerca de una veintena de acuerdos en áreas mutuamente beneficiosas, adoptados desde diciembre de 2014 como parte del restablecimiento de vínculos entre los gobiernos de los entonces presidentes Obama y Raúl Castro (2008-2018).

Los nunca comprobados incidentes acústicos, reportados públicamente por primera vez en agosto de 2017, sirvieron a Washington para justificar la retirada de la mayor parte de su personal diplomático y cerrar los servicios consulares en la capital cubana, con afectaciones en la entrega de visas y los programas de reunificación familiar.

La Casa Blanca culpó además a La Habana de ser parte en la crisis venezolana y en dicho contexto, intensificó el embargo que aplica desde 1962 y ha tratado de cortar las principales fuentes de financiamiento y entrada de combustibles a la isla.

Analistas consultados por IPS coinciden en que Cuba no va a estar entre las primeras prioridades de la administración Biden, dado los complejos problemas que heredará del actual gobierno como una exacerbada polarización política, crisis económica, tensiones con los principales aliados de Washington y un deficiente manejo interno de la pandemia, entre otros.

Biden deberá lidiar además con un Senado bajo ajustado pero previsible control del Partido Republicano, según los analistas, donde resultará muy difícil aprobar cualquier legislación a su favor, pues esa fuerza política ya se alista para las elecciones legislativas de medio término en 2022 y las presidenciales dos años después.

Turistas toman imágenes con sus móviles durante un paseo por el casco histórico de La Habana Vieja. Durante los dos años de deshielo diplomático entre La Habana y Washington (2015-2016) y gracias a licencias especiales, el turismo en Cuba vivió un boom gracias al gran aumento de visitantes estadounidenses, aunque legalmente no puedan hacer turismo en la isla. Foto: Jorge Luis Baños/IPS
Turistas toman imágenes con sus móviles durante un paseo por el casco histórico de La Habana Vieja. Durante los dos años de deshielo diplomático entre La Habana y Washington (2015-2016) y gracias a licencias especiales, el turismo en Cuba vivió un boom gracias al gran aumento de visitantes estadounidenses, aunque legalmente no puedan hacer turismo en la isla. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Aunque el mandatario estadounidense ostenta el privilegio ejecutivo para aliviar determinadas sanciones contra Cuba, únicamente el Congreso puede derogar el entramado de leyes y disposiciones que sustentan el embargo.

Obama reconoció públicamente que el embargo constituía un anacronismo y durante sus dos últimos discursos sobre el Estado de la Unión, en 2015 y 2016, exhortó al órgano legislativo a levantarlo.

Desde 1992, con el casi unánime respaldo de la Asamblea General de Naciones Unidas, el Gobierno cubano exige lo que en la isla se conoce como bloqueo y calificado como acto de genocidio dirigido a provocar hambre, desesperación y un estallido social.

“Me siento optimista tras escuchar el tono conciliador del primer discurso de Biden como presidente electo. Quizás esté en sus manos eliminar restricciones sobre los viajes de norteamericanos a Cuba, aunque las reformas en la isla deben ir a la par”, dijo a IPS Serguei Martínez, quien labora como guía de turismo en La Habana.[related_articles]

“Quiero que haya paz y reconciliación, que las familias cubanas a ambos lados del estrecho de la Florida se reúnan; que no se busquen pretextos para evitar avanzar y en vez de desconfianza y acusaciones, ambos países convivan como buenos vecinos”, manifestó a IPS vía electrónica Elsa Batista, quien gestiona una cafetería en la ciudad de Holguín, a 685 kilómetros al este de La Habana.

Durante su visita a La Habana en marzo de 2016, Obama aseguró que “el futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano”.

Las autoridades en la isla denuncian que diversas organizaciones y agencias estadounidenses mantienen programas e iniciativas para subvertir el orden interno e incentivar el denominado cambio de régimen.

Durante la administración Obama se establecieron vuelos comerciales directos a varias provincias cubanas, se autorizó el atraque de cruceros y se ampliaron las categorías de licencias para viajes, lo cual disparó el número de visitantes estadounidenses a la isla, unos  620 000 solo en 2017, según cifras oficiales.

Durante el conocido como deshielo diplomático floreció el sector privado que hoy constituye alrededor del 13 por ciento de la fuerza laboral en Cuba y emplea a más de 600 000 personas, resultado del proceso de actualización económica emprendido en 2010.

Para Oniel Díaz, fundador y líder de la consultoría autónoma AUGE, el triunfo de Biden “es una noticia sumamente bienvenida para la comunidad emprendedora” si se tiene en cuenta que ha sido “uno de los actores cubanos más golpeados” por la política de la administración Trump.

En septiembre de 2019, una investigación de AUGE reveló que  73 por ciento de las y los emprendedores cubanos deseaban retomar la normalización de relaciones con Estados Unidos, el 69 por ciento que finalizara el embargo, mientras  40 por ciento aspiraba a acceder a programas de formación en la nación vecina.

ED: EG

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