La Unesco pide mayor inclusión en la educación latinoamericana

La pandemia y la brecha educacional latinoamericana.
La covid-19 ha profundizado las brechas de desigualdad que ya soportaba la educación en América Latina y el Caribe, y la manera de cerrarlas es aumentar la inclusión, sostiene la Unesco. Foto: Ayuda en Acción

La pandemia covid-19 ha profundizado las brechas educativas en América Latina y el Caribe, que ya era la región más desigual del mundo, advirtió este jueves 5 un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La respuesta “para que la emergencia educativa no se convierta en un desastre generacional” debe ser una mayor inclusión en la educación y atender a los más desfavorecidos, propone el Informe de Seguimiento de la Educación (GEM en inglés) elaborado desde la oficina regional de la Unesco en esta capital.

El informe “Todos y sin excepción” reconoce los esfuerzos realizados por los países para continuar con la educación de los 165 millones de estudiantes de la región, por ejemplo con modalidades a distancia, pero señala la necesidad de énfasis para llegar a quienes se van quedando rezagados.

Javier González, director de Summa, un laboratorio de investigación que colaboró con el informe, dijo que “los sistemas educativos de la región no sólo se caracterizan por su baja calidad, sino también por sus altos niveles de desigualdad y exclusión social, y este problema se ha visto exacerbado con la pandemia”.[pullquote]3[/pullquote]

Para mostrar la desigualdad, el informe comienza recordando que antes de la pandemia en 21 países las y los estudiantes de los hogares de mayores ingresos tenían cinco veces más probabilidades que los más pobres de terminar la enseñanza secundaria superior.

Los resultados de aprendizaje ya eran bajos antes de la covid: solo la mitad de las  personas de 15 años de edad alcanzaban un dominio mínimo de competencias lectoras.

En Guatemala y Panamá, por cada 100 estudiantes de 15 años de estrato socio económico alto que dominan las habilidades matemáticas básicas, solo 10 lo hace entre las y los estudiantes más desfavorecidos.

Los pueblos  indígenas y las personas afrodescendientes tienen tasas de rendimiento  y alfabetización más bajas que el resto de la población. En el tercer grado, los estudiantes para quienes la lengua de la escuela no es su lengua materna tienen menos probabilidades de alcanzar un nivel mínimo de competencia de lectura.

Por ejemplo, en Suriname, solo cuatro por ciento de los alumnos en el extenso y boscoso distrito de Sipaliwini habla en el hogar el idioma en el que se dicta la enseñanza, el holandés.

La probabilidad de que las personas afrodescendientes concluyan la educación secundaria es 14 por ciento menor que la de sus pares no afrodescendientes en Perú, y 24 por ciento menor en Uruguay, según datos de 2015.

Las personas jóvenes con discapacidad tienen, en promedio, 10 puntos porcentuales   menos de probabilidades de asistir a la escuela que sus pares.

A ese respecto, el GEM pide que las escuelas sean más inclusivas, pues por ejemplo en Jamaica una encuesta mostró que solo 24 por ciento de las escuelas tenían rampas de acceso para sillas de ruedas y apenas 11 por ciento baños accesibles.

También pide abordar la intimidación, pues las personas jóvenes LGTBI (lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales) que la sufren, en siete países estudiados, tienen más del doble de posibilidades de no asistir a la escuela que sus pares.

La capacitación de los maestros para que enseñen de manera inclusiva también es fundamental. En Brasil, Colombia y México, más de la mitad del personal docente reportó tener una gran necesidad de capacitación para poder enseñar al alumnado con necesidades especiales.

Los currículos y libros de texto deben representar a todos los grupos de manera justa  y respetuosa. Los textos de varios países tienden a presentar a los pueblos indígenas en imágenes y situaciones estereotipadas, o a no representarlos en absoluto.

El informe recomienda a los gobiernos un enfoque amplio: incluir a todos los educandos, independientemente de su identidad, origen o capacidad, y centrar la financiación en los que han quedado atrás, pues “la inclusión no existe cuando millones de personas no tienen acceso a la educación”.

También, compartir competencias y recursos, realizar consultas significativas con las comunidades, padres y madres, y establecer cooperación entre los distintos ministerios, sectores y niveles gubernamentales.

Otras recomendaciones son “dar espacio para que los actores no gubernamentales cuestionen y cierren las brechas existentes, y preparar, empoderar y motivar al personal educativo”.

A-E/HM

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