Los habitantes de las comunidades rurales de una de las nueve islas que componen la pequeña nación de Tuvalu, en la Polinesia, no dejan de pensar en cómo cambiará su vida cuando por primera vez se conecten al agua corriente y puedan acceder al agua potable por los grifos.
A pesar de estar rodeado por millones de kilómetros cuadrados de océano, poco más de la mitad de los 12 millones de personas que viven en la región de las Islas del Pacífico tiene acceso a agua potable, la cifra más baja de cualquier región del mundo.
En las comunidades insulares remotas de Tuvalu y en toda la región, el déficit de agua potable es un obstáculo importante para la prevención de enfermedades, una vida saludable y acceder a progreso personal y el desarrollo colectivo.
Pisi Seleganiu, cuya familia se reparte entre distintas aldeas de la isla de Vaitupu, a unos 120 kilómetros al noroeste del principal atolón del país, Funafuti de Tuvalu, dijo a IPS que «afecta mucho la vida diaria».
«La única fuente es el agua de lluvia; el problema es que cuando se seca no hay suministro de agua adicional. La gente usa mucho combustible para conducir hasta el otro extremo de la isla para conseguir agua y traerla de vuelta a las aldeas”, contó.
Este mes de noviembre comienza la construcción de la red de tanques y tuberías que después conducirán el agua subterránea de los pozos situados en el norte de la isla Vaitupu a las 1500 personas que viven en las aldeas de Tumaseu y Asau, en el sur.
Es la culminación de años de consultas sobre el conocimiento y manejo de los recursos hídricos entre los líderes tradicionales de la isla y la Comunidad del Pacífico, la organización de desarrollo regional, que tiene su sede en Nueva Caledonia.
Situada en el océano Pacífico central entre Kiribati, al noreste, y Fiji, al sur, la población estimada de Tuvalu es de 10 580 personas, que reside en islas bajas, donde la elevación más alta es de 4,6 metros.
Las fuentes superficiales de agua dulce son muy escasas. No hay ríos, por ejemplo, y los isleños dependen en forma desmedida de la captación de agua de lluvia para beber, cocinar e higienizarse.
“Tuvalu tiene la bendición de tener mucha lluvia al año… La recolección de agua de lluvia con un almacenamiento adecuado es el único medio sostenible para mantener el suministro para la población”, dijo Uatea Salesa, gerente de proyecto en la Comunidad del Pacífico para el Proyecto de Seguridad del Agua de Vaitupu.
Pero en diálogo con IPS agregó que, en épocas de sequía, ni siquiera el agua de lluvia es suficiente.
El atolón es altamente vulnerable al fenómeno climático El Niño-Oscilación del Sur (Enos), un patrón alterno de cambios en la temperatura del agua del océano Pacífico tropical, conocido como El Niño y La Niña, que, a su vez, conduce a temperaturas cálidas y frías. cambios atmosféricos y periodos fluctuantes de lluvia.
En 2011, Tuvalu experimentó una sequía severa, atribuida a La Niña, y luego meses sin lluvia, lo que llevó al gobierno a establecer el estado de emergencia y a que donantes internacionales transportaran por aire al país suministros de agua dulce potable.
El crecimiento de la población también aumentó las presiones sobre los recursos hídricos del país.
Tuvalu tiene una superficie total de solo 26 kilómetros cuadrados y una densidad de población de 408 personas por kilómetro cuadrado, lo que genera una enorme demanda de consumo de un recurso natural frágil.
Impulsar la seguridad hídrica del país es una de las principales prioridades del gobierno de Tuvalu y, con este fin, se ha estudiado la desalinización.
“El gobierno implantó la desalinización para complementar el suministro de agua en la isla Funafuti [donde se encuentra la capital] y en algunas de las islas del norte como respaldo durante los períodos de escasas lluvias y de sequía”, señaló Salesa.
Pero, adujo, «la desalinización es una tecnología cara y no será sostenible si se convierte en una fuente alternativa de suministro de agua».
Soseala Tinilau, directora del Departamento de Medio Ambiente del gobierno de Tuvalu, dijo a IPS que los desafíos de la gestión y el suministro de agua también incluían la baja capacidad de los hogares para almacenar agua potable y mantener continuamente los desagües y los tanques de agua.
Stuart Minchin, director general de la Comunidad del Pacífico, destacó la importancia del agua potable para la vida y el desarrollo humano, así como para el desarrollo nacional, en el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de este año.
“La falta de acceso a agua potable y saneamiento plantea un grave riesgo para la salud, en particular para los niños, y una limitación fundamental para el desarrollo de las naciones del Pacífico», planteó.
El alto funcionario aseguró en esa ocasión que «si bien el acceso al agua potable y el saneamiento es un derecho humano básico que muchos de nosotros damos por sentado, es un derecho que actualmente se les niega a más de dos tercios de los isleños del Pacífico».
Eso, afirmó Minchin, sucede «especialmente a los que viven en áreas rurales, coamunidades informales en los márgenes de las áreas urbanas en crecimiento de la región y en los cientos de pequeñas islas esparcidas por el Pacífico”.
El agua corriente es un agente esencial, en este momento, en la batalla contra la covid-19, pero también en la reducción de la prevalencia de enfermedades transmitidas por el agua en las islas del Pacífico, como la diarrea y el cólera, que son enfermedades fatales para los niños pequeños.
Y, en un pequeño Estado insular, como Tuvalu, cuya suerte está cada vez más vinculada a la suerte del cambio climático, es imperativo para el asentamiento humano permanente.
“El agua es una cuestión de supervivencia para la gente de Tuvalu, el agua es vida”, dijo Tinilau en su diálogo con IPS.
En el Pacífico, es un problema de mayor magnitud en las comunidades rurales, donde solo 44 por ciento de las personas tiene acceso al agua, en comparación con 92 por ciento en pueblos y ciudades.
En Tumaseu y Asau, en la isla de Vaitupu, los residentes cuyos medios de vida se relacionan principalmente con la pesca, tienen acceso a clínicas de salud y saneamiento, pero la vida es un desafío sin una fuente de agua confiable y constante en las comunidades.
Esto ahora va a cambiar después de que expertos técnicos de la Comunidad del Pacífico se basaron en el conocimiento tradicional que tenían los ancianos de las aldeas sobre dónde se ubicaban las fuentes de agua de pozo y llevaron a cabo investigaciones científicas en 2014.
Como resultado, el potencial de agua subterránea en la isla de Vaitupu fue mapeado y cuantificado por primera vez.
“Verificamos dónde dijeron que estaría la ubicación, los posibles sitios. Usamos tecnología en la que pasamos señales eléctricas al suelo y luego supimos exactamente dónde estaba el agua, el nivel del agua… Fue genial ver la ciencia detrás del análisis que realmente prueba el conocimiento local”, comentó Salesa a IPS.
Como habían dicho los ancianos, la capa de agua subterránea dulce más amplia estaba en el extremo norte de la isla, cerca de la costa.
Luego, el consejo de la isla dirigió solicitudes exitosas para obtener fondos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Comercio del gobierno de Nueva Zelanda para la construcción de tanques elevados en el sitio del pozo y tuberías para transportar agua directamente a las aldeas.
El plan es que el agua potable esté disponible en Tumaseu y Asau para junio de 2022.
“Será muy beneficioso implementar este proyecto. Ayudará a mejorar el nivel de vida de las personas en ambas comunidades. Hará una gran diferencia en los problemas de salud”, sostuvo Seleganiu.
Agregó que los aldeanos también tendrán más tiempo para dedicarlo a la obtención de ingresos y actividades de desarrollo comunitario, sin el laborioso trabajo de transportar suministros de agua por carretera.
T: MLM.
RV: EG