ONU pide a Colombia suspender producción de carbón en El Cerrejón

La mina El Cerrejón ha contaminado durante más de 30 años el aire, el agua y la tierra en el extremo noreste colombiano donde habitan los indígenas wayúu, y la ONU pide un alto, siquiera parcial, mientras dure la pandemia covid-19. Foto: Wikicommons
La mina El Cerrejón ha contaminado durante más de 30 años el aire, el agua y la tierra en el extremo noreste colombiano donde habitan los indígenas wayúu, y la ONU pide un alto, siquiera parcial, mientras dure la pandemia covid-19. Foto: Wikicommons

El relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos y ambiente, David Boyd, pidió este lunes a Colombia que suspenda, al menos temporalmente, las actividades de la mina de carbón El Cerrejón, ya que daña gravemente el entorno y la salud del pueblo indígena wayúu.

“Llamo a Colombia a implementar las directrices de su propia Corte Constitucional y a hacer más para proteger a la vulnerable comunidad wayúu, de la reserva indígena de Provincial, contra la contaminación de la enorme mina El Cerrejón, y contra la covid-19”, dijo Boyd.

El Cerrejón es el yacimiento es el más grande a cielo abierto de América Latina y la base de la producción carbonífera de Colombia  -su segunda fuente de ingresos por exportaciones-, la cual alcanza a 80 millones de toneladas anuales.

Boyd dijo que al menos mientras dure la actual pandemia deberían suspenderse las operaciones en el sitio conocido cono Tajo Patilla, cerca de la reserva indígena.

El experto canadiense explicó que respirar aire contaminado y carecer de acceso a agua potable, debido a las actividades mineras, incrementa el riesgo de enfermedades y durante la pandemia la situación puede convertirse en una amenaza mortal.

“La ciencia es clara: las personas que viven en zonas con niveles altos de contaminación del aire -como la de los alrededores de la mina El Cerrejón-, se enfrentan a un mayor riesgo de muerte prematura por covid-19”, dijo Boyd.

Los ambientalistas que han animado querellas y protestas argumentan que la explotación carbonífera libera partículas que enrarecen el aire, consume entre 17 y 34 millones de litros de agua al día y ha secado o contaminado más de una docena de fuentes de agua en la zona.

El Cerrejón ha explotado 13 000 de las 69 000 hectáreas que recibió en concesión en 1985 el consorcio propiedad de las trasnacionales Glencore, europea, BHP, australiana, y Anglo American, británica.

Boyd dijo que pese a una resolución judicial emitida en diciembre de 2019, ordenando a las autoridades y a los dueños de la mina mejorar la calidad del aire y disminuir el impacto de la actividad minera, no se tomaron las medidas suficientes para proteger a los miembros de la comunidad wayúu.

La sentencia estableció que “la empresa había perjudicado la salud de los residentes de la reserva indígena de Provincial al contaminar el aire, el agua y la vegetación, así como por el ruido y las vibraciones de la minería”.

Debido a la actividad minera las 24 horas del día durante toda la semana, y al uso de máquinas pesadas y explosivos, quienes viven en las cercanías del yacimiento padecen diversas molestias como dolores de cabeza, trastornos respiratorios, tos seca, ardor en los ojos y visión borrosa.

Las explosiones provocan temblores en las casas y lanzan partículas de carbón al aire, al agua y al terreno.

La compañía provoca la contaminación de los recursos acuíferos no sólo al desviar y usar un gran número de arroyos y afluentes, sino también al verter agua contaminada con metales pesados y productos químicos.

En respuesta a esta situación, la empresa transportó agua a los residentes en camiones cisterna, pero Boyd subrayó que la contaminación acuífera impidió que las comunidades tuvieran acceso a agua limpia desde el inicio.

“Es absolutamente vital que Colombia proteja los derechos de los pueblos indígenas a la vida, la salud, el agua, el saneamiento y a un ambiente seguro, limpio, sano y sostenible, deteniendo la minería cerca de la reserva Provincial hasta que pueda realizarse de forma segura”, concluyó el relator especial.

El Cerrejón se ubica en el noreste colombiano, al pie de la Sierra de Perijá, que marca parte de la frontera con Venezuela. Del lado venezolano un movimiento ambientalista se opone a la producción de carbón, que siempre ha sido muy pequeña en comparación con el vecino, apenas unos cientos de miles de toneladas al año.

Los wayúu, de lengua arawak, poco más de 300 000 en el lado colombiano y de 400 000 en el venezolano, habitan principalmente en la península de la Guajira, el área más al norte de América del Sur, y son el pueblo indígena más numeroso tanto de Colombia como de Venezuela.

A-E/HM

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