Por primera vez en un siglo de historia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), todos sus 187 Estados miembros completaron este martes 4 la ratificación de una de sus convenciones, la de lucha contra las peores formas del trabajo infantil.
Tonga, reino insular en el océano Pacífico, completó la adopción del Convenio 182, al depositar su embajadora, Titilupe Fanetupouvava’u Tuivakano, los instrumentos formales de ratificación ante el director general de la OIT, Guy Ryder.
Ryder dijo que “la ratificación del Convenio 182 constituye un hito histórico. Pone de manifiesto un compromiso a escala mundial para erradicar de nuestra sociedad las peores formas de trabajo infantil, incluidas la esclavitud, la explotación sexual y la utilización de niños en conflictos armados u otros trabajos ilícitos o peligrosos”.[pullquote]3[/pullquote]
La esclavitud es la primera forma de trabajo infantil proscrita en la convención, así como sus prácticas similares, tales como la venta o trata de niños, la servidumbre por deudas o la condición de siervo.
Luego, se condena el trabajo obligatorio o forzoso, incluido el reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados.
De seguidas, la contratación, utilización u oferta de niños para la prostitución, materiales pornográficos o espectáculos de la misma índole.
También la contratación, utilización u oferta para actividades ilícitas, en especial la producción o tráfico de drogas, tal como se definen en los tratados internacionales.
Igualmente, trabajos que, por su naturaleza o condiciones en que se realizan, puedan poner en riesgo la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.
La convención establece que todo Estado que la ratifique “deberá adoptar medidas inmediatas y eficaces para conseguir la prohibición y la eliminación de las peores formas de trabajo infantil con carácter de urgencia”.
La OIT estima que el trabajo infantil en el mundo lo realizan 152 millones de niños, de los cuales 73 millones llevan a cabo labores peligrosas.
En el sector agrícola tiene lugar 70 por ciento de todo el trabajo infantil y obedece principalmente a situaciones de pobreza y a las dificultades de los padres para encontrar un empleo decente, según la OIT.
El trabajo infantil “infringe gravemente los derechos fundamentales, y corresponde a los mandantes de la OIT y a la comunidad internacional garantizar la plena aplicación del Convenio”, dijo la secretaria general de la Confederación Sindical Internacional, Sharan Burrow.
De su lado, Roberto Suárez Santos, secretario general de la Organización Internacional de Empleadores, sostuvo que “en la actualidad, la comunidad empresarial es consciente de la necesidad de que las empresas lleven a cabo su actividad de forma que se respeten y promuevan los derechos infantiles”.
Agregó que “ello es aún más acuciante como consecuencia de la pandemia covid-19. No podemos permitir que dejen de lograrse avances en la lucha contra las peores formas de trabajo infantil y debemos actuar para erradicar todas su formas”.
La OIT ha advertido que, con la disminución de ingresos y el cierre de escuelas aparejados a la lucha contra la pandemia, el trabajo infantil puede incrementarse y revertir la tendencia que redujo el número de niños trabajadores este siglo, de 246 millones en el año 2000 a 152 millones hacia 2017.
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por las Naciones Unidas en 2015, la meta 8.7 aboga por “poner fin a todas las formas de trabajo infantil para 2025”.
A-E/HM