El 23 de agosto, un respetado organismo de encuestas electorales brasileñas reveló que el presidente Jair Bolsonaro disfruta de un índice de aprobación de 51%, el más alto desde que fue elegido. Brasil es el segundo país con mayor número de muertes por coronavirus, después de Estados Unidos.
Pero pese a que Bolsonaro redujo el virus a una “gripezinha” se negó a usar la máscarilla, atacó duramente a los gobernadores de los Estados que estaban tomando medidas de control, colocó a un militar como ministro de Salud (después de haber expulsado a dos médicos), es considerado por los votantes brasileños ajeno al flagelo.
Bolsonaro siempre ha declarado que la responsabilidad era de los gobernadores y que consideraba que frenar la economía era una irresponsabilidad. Ha otorgado una ayuda de aproximadamente 80 dólares a familias pobres y ahora es particularmente popular en la mayoría de las áreas más pobres del país, que siempre han sido los baluartes de Lula.
La Convención del Partido Republicano, concluida el 27 de agosto en Estados Unidos, siguió el mismo guión.
La responsabilidad de la epidemia no es del presidente, sino de los gobernadores. El hecho de que la mayor cantidad de muertes en verdad se han producido en Estados gobernados por republicanos, como Texas y Florida, no importa a los votantes de Donald Trump, lo que cuenta la palabra del presidente, que nunca creyó en el virus, diciendo que desaparecería “uno de estos días”.
Intervino en el debate de salud, recomendando tomar detergentes de cocina e ignorar total y descaradamente al responsable de salud pública, el famoso virólogo Anthony Fauci. Pero a pesar de todo, gracias a la plataforma de la Convención, redujo la brecha con Joe Biden de 13 a nueve puntos.
Y son muchos los que escuchan sus acusaciones contra los gobernadores democráticos de dejar actuar a los agentes del comunismo y la anarquía: los manifestantes movilizados por la muerte de un negro, Frank Lloyd, asfixiado sin causa aparente por un policía blanco.
Los análisis que predicen la victoria de Trump han reaparecido en los periódicos.
El virus ha demostrado que ahora ya no hay diferencia entre un científico y uno que tuitea en las redes sociales. En Madrid, Miguel Bosé, cantante hijo de dos personajes famosos, la actriz italiana Lucia Bosé y el torero español Miguel Luis Dominguín, convocó una manifestación contra las mascarillas en la Plaza Colón. Concurrieron 2500 personas, muchas de las cuales gritaron: “el virus no existe”.
Un estudio Gallup dice que casi 20% de la población europea rechazará la vacuna. En Estados Unidos, hay estimaciones más altas. También porque todo el mundo sabe que el virus fue una creación de Bill Gates y que la vacuna introducirá un chip en el cuerpo humano, gracias al cual se puede controlar el mundo…
Y una diputada italiana hizo una denuncia en el parlamento: “quien se pone una máscara es de izquierda, porque acepta reducir su libertad… y quien no la usa es porque es un hombre libre”, un tema recurrente de la derecha…
Además, en todo caso se trata de un virus chino (definición de Trump), creado en un laboratorio de Wuhan, para gobernar el mundo: la prueba es que inmediatamente controlaron la epidemia, y su economía ha sufrido menos que las demás.
Los chinos responden que fueron los soldados estadounidenses, que asistieron a una ceremonia, quienes introdujeron el virus en China para destruir su creciente poder. La explicación de los científicos de que el virus proviene de un animal infectado que ha contaminado la cadena alimentaria no convence a nadie.
Mientras tanto, aumenta el número de los que creen que la Tierra es plana, así como de los que niegan la teoría de la evolución, porque la Biblia dice que la creación se hizo en siete días.
No pasemos a explicar la teoría catalogada como QAnon (1) que afirma que estamos bajo una conspiración de personalidades muy altas, que mientras tanto quieren sacar a Trump, para apoderarse del mundo (una teoría que Trump ha relanzado) y que ahora está echando raíces en Europa…
Las teorías de la conspiración están circulando cada vez más, y con mayor fervor. Una vez, los negacionistas impugnaron la emergencia climática a pesar de todas las pruebas. Ahora también niegan el virus, aunque avanzamos rápidamente hacia al menos 800 000 muertes oficiales. Es como si la ciudad de Marsella desapareciera…
Estas teorías de negación o conspiración hacen sonreír a los que creen en la ciencia y los números. Pero hay un detalle que les debería preocupar: esos extremistas también votan…
Es hora de vincular la crisis de la democracia con las teorías de negación y conspiración. El límite de la democracia son sus votantes, dijo Winston Churchill. Añadimos que los reyes de la negación del virus, Trump y Bolsonaro, fueron elegidos libremente y hoy gozan de un considerable apoyo popular.
Según Fact Check, Trump ha dicho más de 20 000 mentiras desde que fue elegido. Pero según Fox y sus electores, son otros los que mienten. Los romanos decían que los dioses, antes de arruinar a los hombres, los vuelven locos. De ser cierto, el virus y la emergencia climática serían enviados por los dioses…
Periodista italo-argentino, Roberto Savio fue cofundador y director general de Inter Press Service (IPS), de la que ahora es presidente emérito. En los últimos años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los mercados eliminan”.
RV: EG