La mayoría de los países de América Latina se acercan en este mes de julio a su punto más alto de contagios por covid-19, aun así algunos de ellos ya enfrentan los retos de la desescalada, eso sí en una manera muy propia de la región más desigual del planeta.
Y justo por las profundas brechas económicas que afectan a las poblaciones del área, las cuarentenas y otras medidas de aislamiento y distanciamiento resultan insostenibles para amplios segmentos de la población de los 33 países latinoamericanos y caribeños, donde habitan 629 millones de personas.
“Para mi comunidad fue imposible estar confinada por completo ya que existe un grado muy alto de pobreza: había que salir a trabajar para llevar el sustento a la familia… se vive al día”, contó a IPS la herbolaria Lucía Pérez, desde la ciudad de San Cristóbal de las Casas, en el sureño estado mexicano de Chiapas.[pullquote]3[/pullquote]
Con medidas de protección, Pérez tampoco se mantuvo aislada porque apoya a las personas que solicitan sus servicios. “La información debería ser más amplia y con más opciones de prevención. Una de ellas y muy importante sería recurrir a las plantas medicinales que están al alcance de todos”, defendió quien es una de las autoras de un manual colectivo de medicina natural para prevenir la covid.
“El confinamiento no ha sido homogéneo en toda nuestra población”, dijo a IPS en La Habana el epidemiólogo peruano José Moya, representante en Cuba de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y con una trayectoria de trabajo en el continente.
“En América Latina, las personas que han estado en cuarentena por dos incluso tres meses, es porque tienen las condiciones de hacerlo pero la inmensa mayoría de nuestras poblaciones no puede sostener un nivel de confinamiento por tan largo tiempo”, indicó el especialista, que también representa a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El alto porcentaje del trabajo informal y familias que viven al día, de personas que no acceden a agua y saneamiento, de ausencia de neveras para guardar alimentos, las condiciones de hacinamiento y limitada cobertura del comercio electrónico y servicios por esa vía, obstaculizan el confinamiento recomendado.
Con el informe “La crisis de la covid-19 y el empleo informal”, la Organización Internacional del Trabajo calculó que son informales 158 millones de los 292 millones de personas empleadas en América Latina. Otros estudios revelan que 65 millones de habitantes carecen de agua y jabón, y 55 millones de los hogares son precarios.
“Todos estos elementos han provocado un nivel de transmisión sostenido, que lamentablemente ha condicionado situaciones tan extremas como el colapso de los servicios de salud en varios de nuestros países”, continuó Moya, sobre la pandemia que hasta el 6 de julio acumulaba en la región 2 881 971 casos y 126 942 muertes.
En su mapa mundial de seguimiento de la covid, la Universidad Johns Hopkins, colocaba este martes 7 a Brasil como el segundo país en contagios, solo detrás de Estados Unidos, y a Perú y Chile, en quinto y sexto lugar, después de India y Rusia.
En caso de mantenerse las condiciones actuales, la OPS pronostica que Chile y Colombia sufrirán el pico de casos hasta la mitad de este mes de julio; México, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Argentina, Bolivia, Brasil y Perú lo vivirán en agosto; mientras Costa Rica lo padecerá en octubre.
Nicaragua es hasta ahora el único país sin tomar medidas de aislamiento. Y Venezuela, realiza una cuarentena siete por siete, de una semana más flexible y otra de confinamiento muy estricto, como la iniciada el lunes 6, mientras Argentina, Buenos Aires y su área metropolitana debieron regresar a una rígida cuarentena el 1 de julio después que un intento de desescalada disparó los contagios.
A pesar del duro panorama general, Costa Rica, Panamá, Honduras, Cuba, República Dominicana, Haití, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Perú, varias regiones mexicanas y algunas ciudades brasileñas implementan medidas de desescalada, con lo que afrontan los retos sanitarios y económicos de la recuperación de la epidemia.
“Para esta etapa es fundamental mantener un sistema de vigilancia epidemiológica y vincular esa información con otros datos de carácter social, geográficos y económicos para que sea efectiva”, precisó Moya, quien recomienda el aislamiento voluntario a los segmentos con posibilidades de hacerlo y mayores vulnerabilidades.
“Habrá que seguir manteniendo en lo posible el teletrabajo”, continuó el epidemiólogo. “Todos los protocolos de prevención en los centros laborales, la vía y el transporte público también son fundamentales”, sostuvo. Llamó a priorizar las medidas en las residencias de adultos mayores y a vigilar los pueblos rurales e indígenas.
Moya llamó a seguir evitando los contagios a la espera de encontrar cuadros de medicamentos más efectivos, algo que se ha ido logrando mundialmente, y los 130 estudios para una vacuna preventiva. “No podemos disminuir la información que llega a la población: ahora es fundamental el rol de los comunicadores”, concluyó.
Música a todo volumen en los barrios y escapadas a las playas, marcaron el fin de semana en La Habana, que desde el viernes 3 de julio comenzó la primera fase de la recuperación de la pandemia, una etapa en la que ya se encontraban desde junio el resto de las 15 provincias del país de 11,2 millones de habitantes.
“Ahora hay que tomar más medidas porque siguen saliendo casos en La Habana, las personas se confían más y protegen menos”, dijo a IPS la contadora Beatriz Lomas.
“Yo he trabajado toda la pandemia porque los bancos no cerraron ni soy vulnerable: uso la mascarilla, me lavo las manos y mantengo la distancia entre las personas”, compartió.
Desde Montevideo, la educadora Lilian Celiberti compartió que en su país, donde no hubo un fuerte impacto sanitario, la reapertura de comercios, restaurantes y cafeterías desde junio alivia a los segmentos más vulnerables económicamente en la pandemia y a los que más difícil les resultó el confinamiento voluntario.
“Los pequeños negocios y trabajadores informales fueron muy afectados sobre todo el sector gastronómico y de comercios callejeros, que cerraron por más de dos meses. También los trabajadores con seguros que no cubren el 100 por ciento de la pérdida del empleo y los de la cultura, que siguen esperando porque abran teatros y demás”, reveló.
Para la coordinadora del colectivo feminista Cotidiano Mujer, dedicado a la comunicación y los derechos humanos, es una deuda en la pospandemia mejorar la información, “que se ha basado en la contabilización de muertos e infectados pero carece de un análisis de fondo para cambiar estilos de vida”.
Los rebrotes de covid y el inevitable crecimiento de la pobreza y el desempleo marcan el desconfinamiento o la flexibilización de las restricciones en América Latina.
“Estamos en un momento un poco complicado porque están creciendo el número de casos en ciertas zonas”, reveló la consultora de políticas Carmen Lía Meoño, desde San José de Costa Rica, donde también se viven las tensiones por los rebrotes asociados a las primeras medidas de desescalada.
“Nosotros teníamos un 20 por ciento de la población en pobreza extrema, que no bajaba, claramente ahora eso está aumentando, al igual que el desempleo… el sector informal está muy golpeado. Y su mayor ingreso del país es el turismo, que está cerrado”, enumeró, quien además subrayó la vulnerabilidad de los migrantes.
La antropóloga social mexicana Laura Estela Mendoza, resumió a IPS, también desde San Cristóbal de las Casas, un sentir en su país que, con sus matices, se repite en la región. “Mucha gente tampoco cree en el virus… Han pasado tantas cosas en el país, que la gente no confía en el Estado mexicano. La cuarentena comenzó siendo algo de 15 días y ya llevamos desde abril con mucho desempleo, por lo que las personas no han podido seguir confinadas”, afirmó.
Ed: EG