La transición a una economía de cero emisiones de carbono podría crear en América Latina y el Caribe 15 millones de nuevos empleos netos para 2030, según un estudio presentado este miércoles 29 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Ese proceso puede destruir 7,5 millones de empleos, al dejar de producir electricidad a partir de combustibles fósiles y mermar la de alimentos de origen animal, pero se compensaría con la generación de 22,5 millones de empleos en energías renovables, producción de alimentos vegetales y otros sectores, según el estudio.
La descarbonización “es una meta necesaria, posible y beneficiosa. Necesitamos llegar a cero emisiones netas de carbono. No es fácil bajo las actuales circunstancias, pero muchos países están avanzando”, dijo Graham Watkins, especialista en la División de Cambio Climático del BID.[pullquote]3[/pullquote]
A raíz de la pandemia covid-19 “la región puede llegar este año a 40 millones de desempleados. Por eso apostamos a reconstruir con una economía más sostenible, una transición equitativa”, expuso el director regional de la OIT, Vinícius Pinheiro.
“O ganamos en los dos lados, cambio climático y empleo, o perdemos en ambos”, resumió Pinheiro.
Un primer aspecto destacado por Watkins es que dos tercios de las emisiones de carbono de la región se originan en el empleo de combustibles fósiles y se necesita su reemplazo por fuentes libres de carbono, de energías renovables, las cuales “ya son más baratas”, según expresó, desde la regional de la OIT en Lima.
Pero también se requieren “cambios en las dietas, consumir más alimentos de origen vegetal, que son más baratos y saludables, y menos de origen animal, para detener la presión sobre los bosques (y su reemplazo por pastizales) con menos deforestación y una fuerte reforestación”, dijo Watkins.
Según el análisis de BID-OIT, en la transición hacia ese objetivo existe potencial de crear 15 millones de empleos netos para 2030 en la agricultura sostenible, la silvicultura, la energía solar y eólica, la manufactura y la construcción.
De acuerdo con sus cálculos, “la transición supone una pérdida de 60 000 empleos en las centrales eléctricas de combustibles fósiles y una ganancia de 100 000 puestos de trabajo en el sector de energías renovables”.
Los cambios en las dietas pueden crear 19,7 millones de empleos (equivalentes a tiempo completo) hacia 2030, en función de la agricultura vegetal, pero habría 4,3 millones de empleos menos en la ganadería, la cría de aves de corral, la producción de lácteos y en la pesca.
El estudio recuerda que para estabilizar el cambio climático por debajo de dos grados centígrados sobre los niveles preindustriales y lo más cerca posible de 1,5 grados, según lo establecido en el Acuerdo de París, se requiere llegar a cero emisiones netas de carbono hacia el año 2050.
América Latina y el Caribe “puede lograr una prosperidad libre de carbono mediante acciones inmediatas y paralelas en torno a cinco pilares”, el primero de los cuales es “eliminar gradualmente la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles y sustituirla por fuentes libres de carbono, como la energía eólica y solar”.
Luego, utilizar electricidad en lugar de combustibles fósiles para el transporte, la preparación de alimentos y la calefacción, aumentar el transporte público y el no motorizado, y detener la deforestación y sembrar árboles, lo que exige un cambio en las dietas, reemplazando alimentos de origen animal por los de origen vegetal.
Y, finalmente, reducir los residuos en todos los sectores, reciclar materiales y empezar a usar materiales de construcción sostenibles, como la madera o el bambú.
El estudio afirma que gracias a sus ricos recursos y al nivel relativamente bajo de la presión demográfica, la región está bien dotada para hacer una transición hacia cero emisiones, y ha disminuido el costo de tecnologías clave, como las energías renovables o los vehículos eléctricos.
Sostiene que las energías renovables ya son más baratas para electrificar zonas rurales remotas y poblaciones marginadas, que un transporte púbico eficiente mejora la productividad y la salud de los trabajadores, y que las dietas “dependen relativamente menos de la carne y los lácteos pueden ser más saludables”.
El estudio asienta que se debe “garantizar que trabajadores y empresas cuenten con las competencias laborales necesarias para un futuro de cero emisiones netas”, apoyando a quienes se verán más afectados por la reducción de las industrias más contaminantes, como la extracción de combustibles fósiles o el pastoreo de ganado.
También se registra que más de 80 por ciento de los nuevos empleos creados por los programas de descarbonización se darán en sectores actualmente dominados por hombres, por lo que las mujeres se beneficiarán mucho menos de la transición planteada a menos que se aborde la actual segregación de género por ocupación.
A-E/HM