El gobierno boliviano que resultará electo en los comicios de septiembre tendrá ante sí un abanico de dilemas respecto a las políticas energéticas a aplicar en ese país andino, cuyo desarrollo actual está atado al gas y tiene altas reservas de minerales determinantes para la movilidad eléctrica, como el litio.
Esas perspectivas fueron el foco de una webinario organizado este martes 30 por el no gubernamental Instituto de las Américas (IA), con sede en la localidad estadounidense de La Jolla, y el cual enfrentó las visiones energéticas de las fuerzas políticas que compiten electoralmente en Bolivia.
El argentino José Luis Manzano, presidente del fondo de inversión privado Integra Capital, dijo que esa nación tiene tres ingredientes fundamentales para avanzar en la recuperación económica cuando pase la crisis mundial desatada por la pandemia de la covid-19.
El experto, también miembro del consejo rector de IA, mencionó la presencia de “técnicos y profesionales capacitados” en el sector energético, la creciente electrificación del país y la existencia de vastas reservas de litio, mineral utilizado en la manufactura de baterías recargables para vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos, así como para la obtención de carbonato de litio, consumido en repostería y para fabricar cerámica, vidrio e incluso medicinas.
El país “tiene grandes reservas de gas, que juega un rol central en la transición energética”, aunque “no es tan limpio como la energía solar o eólica”, y se utiliza en transporte y en la generación eléctrica, añadió.
Con esos tres elementos, “Bolivia puede ser un país pivote en la recuperación económica de la región, apuntando a una economía más sustentable, más amigable con la Madre Tierra”, declaró Manzano desde Ginebra, al introducir el seminario digital, titulado “El futuro energético de Bolivia. Perspectivas para la próxima administración”, y establecer el contexto energético regional y mundial.
Bolivia tendrá elecciones presidenciales el 6 de septiembre, la fecha fijada por la presidenta interina, Jeanine Añez, en el cargo desde noviembre, cuando el mandatario Evo Morales renunció y abandonó el país, según sus opositores, o fue forzado a hacerlo, según sus adeptos.
Fue la culminación de una crisis institucional, abierta después de que Morales ganó unos comicios por un cuarto periodo presidencial, cuyos resultados fueron considerados fraudulentos por la oposición y organismos internacionales.
Frente a las votaciones venideras, Miguel Roca, candidato a diputado por La Paz, y Óscar Barriga, asesor del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, intercambiaron puntos de vista respecto a los planes y perspectivas energéticas del país.
Roca, portavoz de Comunidad Ciudadana – una alianza política formada por los partidos Frente Revolucionario de Izquierda, Chuquisaca Somos Todos y Agrupación Ciudadana Jesús Lara–, criticó que Bolivia ha sufrido extractivismo de materias primas que “distorsiona la economía, sea de plata o de gas”.
También consideró que el país ha sido víctima de lo que definió como “péndulo ideológico”, que pasó de privilegiar la inversión privada al capitalismo de Estado.
“El sector está desmantelado, está politizado y los roles institucionales están entreverados, no hay independencia del regulador” energético, aseguró.
Por su parte, Barriga justificó la estrategia gasífera aplicada por Morales, quien gobernó el país entre 2006 y 2019.
“Este modelo establece que el gas natural en manos de la empresa estatal debe generar excedentes que deben servir para la redistribución de esos excedentes y para planificación a largo plazo de (la estatal) Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos”, afirmó.
El representante del MAS en el seminario subrayó que el gas “fue, es y será por varios años uno de los pilares más importante de la economía. El recurso que hoy pertenece a todos los bolivianos debe ser propiedad de los bolivianos”.
Barriga alabó la masificación del gas mediante su distribución domiciliaria, para uso industrial y de carburante para vehículos.
El MAS, al que las encuestas adjudican la mayor opción de triunfo, presume del aumento de la renta petrolera desde 2006, hasta llegar a un acumulado de 40 000 millones de dólares.
Bolivia posee reservas gasíferas probadas superiores a 10 millones de millones de pies cúbicos, las mayores detrás de Venezuela. En 2019, el país sacó del subsuelo unos 56 millones de metros cúbicos. El país andino tiene contratos de exportación de la molécula con Argentina y Brasil.[related_articles]
A causa de la pandemia de la covid-19, países productores de hidrocarburos, como Bolivia, han padecido la caída de precios internacionales, contracción de la demanda y baja en el consumo eléctrico industrial, con secuelas para las arcas públicas que se nutren de la venta de combustibles fósiles.
En esa misma dimensión, la crisis global ha puesto entre interrogantes la incipiente transición energética que la región ha experimentado en años recientes.
Al respecto, Manzano comentó que “la reconstrucción económica va a lidiar con bajos precio de hidrocarburos, que puede inducir a un camino corto: tomar beneficios de esos precios bajos y retardar la transformación hacia economías más sustentables”.
“La otra manera, y es la tendencia que empieza a verse, es ir a una transformación más rápida en la que la transición es más rápida, hacia un modelo de bajo uso de hidrocarburos”, aseguró.
En ese sentido, subrayó que Bolivia puede construir su propio modelo de transición a partir del gas.
Roca aseguró que de llegar al poder, Comunidad Ciudadana no privatizará YPFB.
“Es necesario juntar recursos públicos y privados y transitar hacia otros tipos de energía. La transición energética es insoslayable y urgente”, sostuvo.
Por su lado, Barriga planteó la internacionalización de YPFB hacia los mercados vecinos, aprovechando gasoductos existentes hacia el sur de Brasil. “Bolivia debe construir su propia transición y no copiar modelos de otros países. La transición establece varios mecanismos”, dijo.
El plan a cinco años del MAS consiste en la generación de 40 por ciento de la electricidad mediante termoeléctricas que queman gas y 60 por ciento basado en hidroeléctricas y renovables. Hoy, esa matriz energética se basa mayoritariamente en carburantes fósiles.
Otro de los temas sensibles para el próximo gobierno es la gestión del litio, del cual Bolivia produce unas 400 toneladas métricas por año y cuyas reservas totalizan unos 21 millones de toneladas, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
El gobierno interino de Añez canceló acuerdos de explotación de litio con empresas alemanas y chinas, mientras prosigue la construcción de una planta con una capacidad de 15 000 toneladas anuales.
Ed: EG