Las cooperativas de pequeños campesinos mayas que producen cardamomo orgánico contribuyen a sostener la cobertura forestal de Guatemala, a la vez que participan de la bonanza de precios y demanda de su producto en India y el Medio Oriente.
El cultivo del cardamomo “lo realizamos de manera natural en el bosque, utilizando conocimientos ancestrales, y las plantas alcanzan hasta cuatro metros a la sombra de árboles de pimienta o canela”, expuso el técnico agrícola Leonardo Delgado, de la Federación de Cooperativas de las Verapaces (Fedecovera).
Alta y Baja Verapaz son los departamentos del centro-norte de Guatemala en cuyos suelos húmedos se cultiva cardamomo (Elettaria cardamomum) desde 1914, al punto de que el país centroamericano es el primer productor y exportador mundial desde hace varios años, tras superar a India, de donde es originario.
Llamada a menudo “reina de las especias”, por su aroma embriagador y sabor dulzón con toques cítricos, de mentol y pimienta, el cardamomo es una estrella en las cocinas de India, países del sureste asiático y Medio Oriente, por su empleo en incontables combinaciones de curris, arroces, postres, tés y otras bebidas.
Su cultivo, procesamiento y comercio sostiene a 350 000 familias en Guatemala, incluyendo los 60 000 pequeños productores mayas (queqchíes y pocomchíes) de las 36 cooperativas y otros 33 grupos afiliados a Fedecovera, recordó Delgado.
Fedecovera reivindica un modelo que “integra a los pequeños agricultores en cadenas de producción agroforestal, en armonía con el medio ambiente, alrededor de cultivos de cardamomo, café, té negro, cúrcuma y madera”, dijo Delgado.
Junto con “no colocar todos los huevos en la misma cesta” con un solo rubro, los cultivos favorecen la conservación de la superficie forestal. El cardamomo, por ejemplo, no solo requiere de árboles de sombra, sino que la planta demora al menos tres años para dar los primeros frutos y su vida útil se extiende hasta 20 años.
“Cuando le decimos a un agricultor que no aplique insecticidas, acompañamos el fruto de su trabajo, lo controlamos y lo certificamos”, dijo Delgado. El cardamomo de Fedecovera ha recibido certificación como producto orgánico por parte de entidades controladoras de Japón, Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.
El agrónomo Jorge Samayoa, especialista en cambio climático del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dijo que el cardamomo “es uno de los cultivos que hemos identificado con potencial para apoyar el proceso de transformación hacia un sistema agroforestal sostenible”.
El BID “apoya al gobierno de Guatemala en aprovechar esta experiencia exitosa de manejo forestal sostenible. No solo nos interesa por su potencial de captura de carbono, sino también por la cantidad de pequeños productores involucrados. El impacto social que puede tener es enorme”, dijo Samayoa.
Fedecovera se precia de ser el mayor reforestador de Guatemala, pues ha producido más de 40 millones de árboles plantados en unas 40 000 hectáreas en todo el país, y es parte de una alianza de organizaciones forestales comunitarias de Guatemala.
Posee un laboratorio de biotecnología vegetal que permite la clonación de plantas con características deseables, como la resistencia a plagas o sequías, y luego de una fase de climatización las reparte entre las cooperativas y grupos afiliados.
Creada hace 43 años, desde finales del siglo pasado Fedecovera adoptó un énfasis ambientalista y su trabajo empresarial orientado a la exportación, participando con 20 por ciento de las exportaciones guatemaltecas de cardamomo y transfiriendo beneficios a los asociados en forma de capacitación técnica y servicios de salud.
Martha Ayala, de la alianza forestal comunitaria, dijo que los ingresos se traducen en incentivos forestales y financieros, de los que al menos 43 por ciento se dirigen a grupos de mujeres que trabajan en la preservación de bosques comunitarios, municipales y privados, para respaldar siembras como las de cardamomo.
Mientras crecía la demanda global de la especia en 2018 y 2019, la cosecha en India se estancaba en unas 20 000 toneladas anuales en vez de las 25 000 previstas, mientras que Guatemala aumentaba su producción de 28 000 a 32 000 toneladas.
El resultado ha sido que en vez de los siete u ocho dólares por kilo de cardamomo que se pagaban en la primera mitad de la década, los precios treparon a 15 y 16 dólares por kilo y el rubro, 5,8 por ciento de las exportaciones guatemaltecas, aportó en 2019 ingresos por 648 millones de dólares, según el emisor Banco de Guatemala.
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