La langosta del desierto, que devora pastos y cultivos, mantiene su amenaza sobre la alimentación de millones de personas en África oriental a pesar de los progresos para contenerla, según un informe de la FAO divulgado este lunes 11.
La lucha contra esa plaga “es una batalla larga, y pese a los progresos más personas están en riesgo de perder sus medios de vida y de que empeore su seguridad alimentaria en los próximos meses», dijo Qu Dongyu, director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación).
La FAO apoya los trabajos de contención de la plaga en 10 países, con plaguicidas, bioplaguicidas, equipos y aviones para fumigación, y tareas de monitoreo, de control y de capacitación.
El organismo indicó que durante la actual campaña se han logrado salvar 720 000 toneladas de cereales, suficientes para alimentar a cinco millones de personas durante un año, y 350 000 familias pastoriles se han librado de la amenaza de la indigencia al conseguir salvar sus pastizales.
Si bien las franjas de tierra tratadas están ahora relativamente libres de esta voraz plaga, la primera oleada de enjambres se ha reproducido y en junio una segunda oleada pasará de la etapa inmadura a la de adultos jóvenes, alzando el vuelo cuando muchos agricultores de África oriental se apresten a recolectar sus cosechas.
La plaga aumenta la amenaza del hambre que, según las agencias de Naciones Unidas, puede alcanzar en el segundo semestre de 2020 a 25 millones de personas en Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Tanzania, Uganda y Yibuti.
Al otro lado del mar Rojo, en Yemen, donde 17 de sus 30 millones de habitantes ya padecen inseguridad alimentaria aguda (personas que no consumen los alimentos mínimos para su desenvolvimiento diario), las langostas se han estado reproduciendo en zonas interiores de difícil acceso.
La langosta del desierto (Schistocerca gregaria) es una especie de ortóptero celífero cuyas plagas han amenazado la producción agrícola de África, Oriente Medio y Asia durante siglos, y desde hace 50 años es monitoreada por la FAO.
Se la considera la plaga migratoria más destructiva del mundo: un enjambre que cubra un kilómetro cuadrado puede contener 80 millones de insectos o más y devorar en un solo día los cultivos con los que se alimentarían 35 000 personas, al tiempo que la nuble de insectos se desplaza hasta 100 kilómetros en la misma jornada.
Desde que la FAO lanzó su actual campaña en enero ha recibido aportes por 130 millones de dólares, pero Qu dijo que se necesitan más recursos “para intensificar nuestros esfuerzos y centrarnos no sólo en combatir la plaga, sino en apoyar los medios de subsistencia de los agricultores y pastores”.
Insistió en que, con la llegada de las lluvias a toda la región “las condiciones siguen siendo muy favorables para la reproducción de las langostas y requerirán esfuerzos sostenidos y de mayor amplitud geográfica”.
Ello porque la plaga puede desplazarse hacia el oeste y azotar el área del Sahel, la franja semiárida al sur del desierto del Sahara, y mientras tanto en Asia, en particular en Irán y Pakistán, comienzan a manifestarse otras plagas de langostas.
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