La pérdida imprevista del ingreso de millones de personas tiene “consecuencias devastadoras” para la población de América Latina y el Caribe, una región donde más de la mitad del empleo está en el sector informal, con trabajos precarios y mal remunerados, sintetizó a IPS el director regional de la OIT, Vinícius Pinheiro.
De hecho, detalló Pinheiro en una entrevista exclusiva desde la oficina regional de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en Lima, la pandemia de covid-19 encontró a los países latinoamericanos en un momento de especial fragilidad.
“Ya teníamos cerca de 25 millones de desempleados, y alrededor de la mitad de la fuerza laboral ocupada, unas 140 millones de personas, estaban empleadas en condiciones de informalidad”, recordó Pinheiro, de nacionalidad brasileña y quien desde 2005 ha desarrollado diferentes funciones en la OIT.
Ante esta crisis sin precedentes, una vez que pase la emergencia sanitaria, los gobiernos latinoamericanos van a tener que adoptar con urgencia “medidas ambiciosas de preservación de los empleos, fomento a las empresas y protección a los ingresos para salir de la terapia intensiva”, planteó quien es desde el 1 de marzo el máximo responsable regional de la OIT.
Esas medidas, dijo el especialista en seguridad social, más allá de las especificidades nacionales, “deben apoyarse en cuatro pilares: apoyar a las empresas, al empleo y los ingresos; estimular la economía y los empleos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y utilizar el diálogo social entre gobiernos, trabajadores y empleadores”.
La región de 640 millones de personas, reflexionó, deberá aprender de las lecciones de esta crisis y preguntarse “qué mundo queremos tener”.
IPS: La OIT habla de una catástrofe en el mundo del trabajo como secuela de la pandemia, ¿cómo vislumbra el día después?
VINÍCIUS PINHEIRO: El empleo en todo el mundo enfrenta una crisis sin precedentes. La prioridad en este momento es la superación de la crisis sanitaria, sin lugar a dudas. Eso implica tomar las medidas de emergencia que muchos gobiernos han adoptado para apoyar a los trabajadores y a las empresas. Pero ya sabemos que el día después tendremos desafíos enormes.
IPS: En el caso de América Latina y el Caribe, ¿la OIT cuenta ya con cifras sobre el impacto laboral de la covid-19?
VP: Aún es muy pronto para tener estadísticas certeras sobre el impacto en esta región. Los últimos datos recogidos por OIT al nivel global indican que, en el caso de América Latina y el Caribe, en este segundo trimestre la crisis de covid-19 causa la pérdida de 5,7 por ciento de las horas de trabajo, lo que equivale a 14 millones de trabajadores a tiempo completo. Este no es un indicador de desempleo, pero permite apreciar la magnitud del impacto.
Hay que recordar que esta crisis encontró a la región en un momento de fragilidad, tras años de desaceleración que se habían visto reflejados en un mercado laboral poco dinámico. Antes de la llegada de covid-19 ya teníamos cerca de 25 millones de desempleados, y alrededor de la mitad de la fuerza laboral ocupada, unas 140 millones de personas, estaban empleadas en condiciones de informalidad.
IPS: El confinamiento y la semiparálisis de la actividad resultan dramáticas por la alta informalidad, en especial para quienes sobreviven trabajando por jornal y que el día que no trabajan, no comen, ni ellos ni sus familias. ¿Qué va a pasar con este sector especialmente vulnerable, qué hay que hacer para aliviar su situación?
VP: En América Latina y el Caribe más de 50 por ciento de todos los trabajadores se desempeñan justamente en los sectores más expuestos a una crisis como son los de comercio y servicios. Las mujeres podrían resultar más afectadas porque están sobrerrepresentadas en los sectores de salud, turismo y servicios.
Además, hay que tener en cuenta que la alta tasa de informalidad implica que muchas personas están empleadas en trabajos mal remunerados, de baja calificación, donde una pérdida imprevista de ingreso tiene consecuencias devastadoras.
En medio de la emergencia sanitaria, no hay otra manera de apoyar a las personas sin ingresos y sin reservas que con el respaldo del Estado. En muchos países lo están haciendo, con bonos especiales, con entrega de alimentos. Es difícil, con frecuencia hay personas que no les llega la ayuda, pero en una situación como esta, que como se dice con frecuencia no tiene precedentes, es la única medida posible.
IPS: Además de la fragilidad en el campo del trabajo, esta crisis ha desnudado otras debilidades en los servicios sociales de los Estados regionales…
VP: La crisis de covid-19 ha dejado en evidencia como nunca las lagunas que tenemos, por ejemplo en materia de protección social, de servicios de atención esenciales para la población, y también en lo que respecta al espacio fiscal disponible. Todo esto contribuye a configurar una crisis de grandes dimensiones a la cual deberemos hacer frente después de la emergencia.
IPS: ¿Y cuáles son las recomendaciones, aunque sean necesariamente provisionales, que la OIT regional hace a los gobiernos latinoamericanos y caribeños?
VP: El mensaje de la OIT en este momento es que la prioridad es la intervención inmediata, es decir las medidas que se adopten en el Estado para apoyar con urgencia a las personas y a las empresas que generan los empleos.
Los pronósticos sobre el desempeño de la economía, aun inciertos, hablan de una contracción del crecimiento de alrededor de –cinco por ciento este año. Eso sin duda impactará al mundo del trabajo.
Ante este escenario los países de la región van a necesitar de medidas ambiciosas de preservación de los empleos, fomento a las empresas y protección a los ingresos para salir de la terapia intensiva.
IPS: ¿Hay algunas propuestas sobre cómo deben actuar quienes conforman el tejido laboral en la pospandemia, en el día después de esta crisis sin parangón?
VP: La OIT ha planteado que las medidas adoptadas por los países de acuerdo a sus realidades específicas, deben apoyarse en cuatro pilares: apoyar a las empresas, al empleo y los ingresos; estimular la economía y los empleos; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y utilizar el diálogo social entre gobiernos, trabajadores y empleadores. El diálogo social es clave para lograr mejores resultados y dar sostenibilidad política a las medidas.
Creo que en el camino de la recuperación deberemos tener en cuenta las lecciones de esta crisis. Será necesario preguntarnos qué mundo queremos tener.
RV: HM