La mayor amenaza generada por la crisis climática que afrontan los 44 pequeños Estados insulares en desarrollo, es el aumento de las aguas del mar que podrían destruir algunos de los países con costas más bajas, como Maldivas, Islas Marshall, Kiribati, Nauru, Islas Salomón, Tuvalu, Palaos y Micronesia.
Islas Marshall, por ejemplo, ha visto a más de un tercio de su población migrar en los últimos 15-20 años por ese motivo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Muchos se mudaron por trabajo, atención médica y educación, pero las alteraciones climáticas amenazan a los que optaron por quedarse.
En la inauguración el lunes 2 de la Conferencia de las Partes (COP25) sobre el cambio climático, que se desarrolla en Madrid, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que el aumento del nivel del mar era el doble de mortal hoy que hace unas cuantas lunas, porque los océanos aumentan y a la par se envenenan.
«Los océanos absorben más de una cuarta parte de todo el CO2 (dióxido de carbono) en la atmósfera y generan más de la mitad de nuestro oxígeno. Absorber más y más dióxido de carbono acidifica los océanos y amenaza toda la vida dentro de ellos», agregó.
En un artículo titulado «El calentamiento de las aguas oceánicas tiene peces en movimiento», The New York Times informó el mismo lunes 2 que Islandia, cuya economía ha dependido en gran medida de la pesca comercial, descubrió que el calentamiento de las aguas asociadas con el cambio climático está causando que algunos peces busquen aguas más frías en lugares fuera del alcance de los pescadores islandeses.
Al señalar los peligros del cambio climático, Guterres destacó a título de ejemplo que los casquetes polares se están derritiendo.
Solo en Groenlandia, 179 000 millones de toneladas de hielo se derritieron en julio. El permafrost (capa congelada del suelo y subsuelo) en el Ártico se está descongelando 70 años antes de las proyecciones. Y la Antártida se está derritiendo tres veces más rápido que hace una década, dijo a los delegados en la COP25, que durará hasta el día 13.
Pero hay dos propuestas ante la ONU, ambas destinadas principalmente a salvaguardar la alta mar: una Red Global de Santuarios Oceánicos y un Tratado Mundial de los Océanos.
Louisa Casson, activista de los océanos en Greenpeace de Gran Bretaña, dijo a IPS que los científicos y los gobiernos se han unido en torno al concepto de una red global de santuarios oceánicos totalmente protegidos, que cubren al menos 30% de los océanos en el mundo.
La creación de esta red no solo es realista, sino que tiene una importancia fundamental para la salud de nuestro planeta, dijo.
Un nuevo informe, «30×30 de Greenpeace: guía para la protección de los océanos», en colaboración con las universidades británicas de York y Oxford, establece una visión científicamente sólida y clara de una red internacional de santuarios oceánicos, totalmente fuera de los límites de la explotación humana, que brinde a los océanos y a la vida silvestre que acogen el espacio necesario para recuperarse y prosperar.
Para generar esa red, dijo, los gobiernos deben acordar en 2020 el marco de la ONU un nuevo y sólido fuerte Tratado Mundial de los Océanos.
«Este tratado ayudaría a arreglar el sistema actualmente roto de gobernanza oceánica, que ha permitido que nuestro océano sea explotado al borde del colapso», afirmó la activista y especialista en aguas de alta mar.
Dicho tratado, consideró, proporcionaría un deber legal claro y un proceso para que las naciones protejan y restablezcan la salud de los océanos a través de una red de santuarios, y establecería un marco institucional sólido para crear y administrar eficazmente la red a través de una Conferencia de las Partes.
Un nuevo tratado también debe proporcionar obligaciones de cumplimiento claras para todos los gobiernos, y mecanismos de monitoreo y revisión para garantizar que el tratado sea implementado adecuadamente por todos, dijo Casson.
Las aguas de alta mar del mundo, que se extienden más allá de las 200 millas náuticas, se consideran «aguas internacionales» que se comparten a nivel mundial, pero permanecen en gran medida sin gobierno, lo de que por sí solo ya justifica la necesidad de un nuevo tratado.
Los océanos del mundo han sufrido una destrucción ambiental constante, incluida la pesca ilegal y la sobrepesca, las contaminaciones plásticas, la minería indiscriminada de los lechos marinos y la degradación de los ecosistemas marinos.
Palitha Kohona, ex copresidente del Grupo de trabajo de la ONU sobre la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina más allá de las áreas de jurisdicción nacional, dijo a IPS que el concepto de santuarios oceánicos y áreas marinas ha estado sobre la mesa durante ya algún tiempo.
El diplomático recordó que además el tema ocupa un lugar destacado en la agenda de las oenegés internacionales y muchos países europeos.
Y existe un compromiso histórico entre el Grupo de los 77 países en desarrollo (G77) y la Unión Europea (UE) sobre los lineamientos de este concepto y la distribución de beneficios, señaló.
«Bien identificados y vigilados, los santuarios oceánicos y las áreas marinas protegidas (AMP) ayudarán a proteger el hábitat de las especies identificadas y los criaderos de diversas formas de vida marina que tardaron millones de años en evolucionar», dijo.
Se espera que el acuerdo sobre estos temas al menos ayude a detener la disminución en el número de especies marinas, dijo Kohona, ex representante permanente de Sri Lanka ante la ONU.
Sin embargo, una demanda de larga data para la distribución de beneficios por parte de los países del Sur en desarrollo también necesita una norma que administre el asunto. Se puede lograr un compromiso con base a precedentes que pueden adaptarse, argumentó.
La diversidad biológica en los océanos podría muy bien proporcionar el impulso para la próxima ola de innovaciones en la industria farmacéutica y el mundo en desarrollo es muy consciente de que puede ser excluido de sus beneficios, tal como ha sucedido hasta ahora.
«Sabemos que la extinción de especies está ocurriendo a un ritmo sin precedentes, incluso en los mares y océanos. El calentamiento global está contribuyendo sustancialmente a este fenómeno», dijo Khona.
Al mismo tiempo, la adaptación de las especies a los factores climáticos y climáticos cambiantes amenaza la vida de millones de personas que dependen de los océanos y los mares para vivir.
Casson, de Greenpeace, señaló por su parte que existe un amplio consenso sobre la necesidad de un nuevo Tratado Mundial de los Océanos.
Sin embargo, los gobiernos han estado negociando un nuevo tratado durante años, y a medida que los intereses creados de la industria intensifican su lobby, existe un grave riesgo de que el tratado no cambie el estatus quo y los gobiernos sigan siendo incapaces de ejercer una efectiva protección oceánica.
La especialista dijo que los gobiernos que realmente apoyan una adecuada y necesaria protección marina deben intensificar su lucha en el marco de la ONu para que el tratado se convierta en una realidad.
«Sin un nuevo tratado sólido, la crisis oceánica solo empeorará, lo que tendrá amplias implicaciones para la salud de nuestro planeta y para toda la humanidad», advirtió.
Mientras tanto, las Naciones Unidas han proclamado una Década de Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), destinada a reforzar los esfuerzos para revertir el ciclo de disminución de la salud de los mares.
El reino marino, dice la ONU, es el componente más grande del sistema de la Tierra que estabiliza el clima y apoya la vida en la Tierra y el bienestar humano.
Se proyecta que el impacto de múltiples factores estresantes en el océano aumentará a medida que la población humana crezca hacia los 9 700 millones esperados para 2050.
T: MF