La cubana Marcia Videaux mantiene siempre visible en la sala de su vivienda una bolsa con insumos de primeros auxilios. Ese detalle, así como la rapidez y serenidad con que actúe en caso de un sismo podría hacer la diferencia para su vida y la de su familia.
Es parte del conocimiento adquirido en anuncios televisivos, folletos o ejercicios de simulacro por esta trabajadora textil de 48 años, residente en la ciudad de Santiago de Cuba, la segunda en importancia del país, a 867 kilómetros al sureste de La Habana.
“Un temblor de tierra (como se llama popularmente en la isla a los sismos) dura segundos, a veces no da tiempo a reaccionar; en esos casos he tomado a mis dos hijos, el bolso de primeros auxilios y hemos ido a un parque cercano, debido a las posibles réplicas”, contó Videaux a IPS desde esa urbe y capital de la provincia homónima, en el este cubano.
A diferencia del centro y occidente de la isla, donde solo ocasionalmente se producen movimientos telúricos ligeramente perceptibles, Santiago de Cuba es una de las 15 prvincias que conforman esta nación insular caribeña, donde con mayor frecuencia e intensidad se sienten temblores.
Junto con las vecinas provincias de Granma, Guantánamo y Holguín, todas en el extremo oriental de la isla, son los territorios de mayor riesgo sísmico por encontrarse muy próximas al sistema de fallas Bartlett-Caimán.
Esa falla constituye el límite activo de las placas tectónicas de América del Norte y del Caribe y en sus inmediaciones se reportan fuertes movimientos telúricos.
En Cuba se registran anualmente, como promedio, de 5.000 a 6.000 sismos de diferentes magnitudes. El último de mayor intensidad ocurrió el 25 de mayo de 1992 en el suroeste de Cabo Cruz, en Granma, con una magnitud de 6,9 grados en la escala sismológica de Richter, de un máximo de 10.
Pero la sacudida más devastadora tuvo lugar el 3 de febrero de 1932, precisamente en Santiago de Cuba, con un saldo de unos 15 muertos, 400 heridos y perjuicios en el 80 por ciento de las edificaciones.
Desde 2016 se reporta poca actividad sísmica en la zona. Expertos del gubernamental Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), creado en 1992 y con su base en esa urbe, opinan que la acumulación silenciosa de energía en el interior de la tierra podría resultar en un terremoto por encima de siete en la escala de Richter.
“La posibilidad de un sismo de gran intensidad en Cuba es real. Decir lo contrario sería irresponsable. Las placas tectónicas llevan millones de años moviéndose y ese movimiento acumula tensiones, explicó a IPS el director de Cenais, O´Leary González.
“No sabemos cuándo ocurrirá, pero los registros de las mediciones geodésicas de alta resolución demuestran que es un hecho latente”, remató el funcionario en la capital cubana, donde participó en el Ejercicio Regional de Simulación de Respuesta a Terremotos, conocido como Simex 2019.
De acuerdo con especialistas, los terremotos en este país suceden cada 80 o 100 años y en Santiago de Cuba, el más fuerte que se recuerda data de hace 87 años.
El Simex se realizó del 16 al 20 de septiembre en La Habana, con el patrocinio del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil de Cuba y la participación de cerca de 270 expertos cubanos y extranjeros de 17 países.
Tuvo también el respaldo de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) de las Naciones Unidas, el Grupo Asesor Internacional de Búsqueda y Rescate y la Organización Panamericana de la Salud. Además la actividad tuvo el apoyo de las agencias, fondos y programas del Naciones Unidas en Cuba, agencias de cooperación internacional y onegés con base en este país caribeño.
La cita incluyó conferencias y un ejercicio práctico, con el fin de compartir experiencias y coordinar la respuesta tanto nacional como de agencias internacionales ante un fenómeno de este tipo.
Raúl Costa, jefe de la sección de Reducción de Desastres Naturales y Tecnológicos de la Defensa Civil cubana, destacó que la Cruz Roja Cubana tiene la misión de capacitar cada año a cinco por ciento de la población de este país de 11,2 millones de habitantes, en rescate ligero y primeros auxilios.
Durante las sesiones teóricas, el directivo destacó que la población y los grupos comunitarios de rescate y salvamento poseen funciones esenciales dentro de la estrategia nacional para la reducción de riesgos de desastres.
Luis Enrique Calero, jefe de Operaciones y Socorro de la Cruz Roja Cubana, subrayó que los grupos comunitarios de rescate y salvamento los integran personas voluntarias, a los cuales adiestran para efectuar acciones de prevención, respuesta y recuperación en el ámbito local.
“Estos grupos, que actúan en los niveles comunitario, municipal y provincial, son los primeros en responder ante un desastre mediante tareas de socorro y primeros auxilios. Brindan capacitación a las personas, apoyan a grupos vulnerables como personas con discapacidad y ancianos; y aseguran la protección y evacuación de escuelas, hogares maternos y de ancianos”, detalló Calero a IPS.
Señaló asimismo que por solicitud de la no gubernamental Federación de Mujeres Cubanas, la Cruz Roja Cubana adiestra en estos momentos a un grupo de mujeres como brigadistas sanitarias.
“La mayoría son trabajadoras del hogar o trabajadoras que en su tiempo libre permanecen en casa. Queremos lograr que este segmento de población pueda capacitar a los miembros de sus familias y vecinos; a fin de que tengan una mayor percepción del riesgo y enfrenten mejor estos desastres”, argumentó.
Henry Boveda, trabajador autónomo de 30 años residente en el barrio de Jiménez, también en Santiago de Cuba, desconoce la existencia de dichos grupos, pero aseguró a IPS desde esa urbe que sabe cómo actuar en caso de un movimiento telúrico.
“Desde niños nos enseñan en las escuelas, mientras la televisión local emite spots con orientaciones sobre el tema. Lo importante es mantener la calma, colocarse debajo del marco de una puerta o de una mesa. Cuando termina el temblor, debemos abandonar la vivienda por un tiempo prudencial, debido a las posibles réplicas, y dirigirnos a espacios abiertos”, señaló Boveda.
Expertos consultados por IPS durante el Simex aseguraron que una capacitación adecuada y sistemática de la ciudadanía puede resultar entre un 70 y 80 por ciento de mayores posibilidades de sobrevivir en caso de un sismo.
Cada año, antes del inicio de la temporada ciclónica (de junio a noviembre), las autoridades convocan al ejercicio popular Meteoro, para ajustar las acciones de respuesta ante posibles afectaciones de huracanes e intensas lluvias. Estos simulacros también incluyen iniciativas para mitigar los efectos de sismos en los territorios más vulnerables.
En todo el territorio cubano existe una veintena de estaciones sismológicas, 15 de ellas en el oriente del país y el resto en las provincias del centro y el occidente. Todas aportan datos a la red nacional y regional de monitoreo de la actividad sísmica.
Esas instalaciones han sido modernizadas por el gobierno en los últimos años y fortalecen las capacidades locales para monitorear y dar una respuesta temprana ante una eventual sacudida.
Edición: Estrella Gutiérrez