Hace justamente un año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Estados Unidos se retiraría del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), que establece límites al programa nuclear de Irán para garantizar que no pueda producir armas nucleares.
A pesar de la retirada de los Estados Unidos el 8 de mayo de 2018, el PAIC sigue vigente, porque es un acuerdo multilateral al que aún se adhieren siete de las ocho partes originales.
Cuando alcanzaron el acuerdo en julio de 2015, las partes eran, además de Estados Unidos e Irán, Alemania, China, Francia, Gran Bretaña, Rusia y la Unión Europea. Unos días después de que se acordó el PAIC, el plan fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El PAIC limita el programa de enriquecimiento de uranio de Irán hasta 2030 y contiene medidas de monitoreo y transparencia que se mantendrán durante mucho tiempo después de esa fecha.
Junto con otros expertos internacionales, la evaluación de Sipri (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo) desde el principio ha sido que el acuerdo es técnicamente sólido con procedimientos de verificación sólidos.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) es responsable de monitorear la implementación PAIC de Irán. Ha encontrado constantemente que Irán está a la altura de sus compromisos. En resumen, bien diseñado y correctamente implementado, el PAIC cierra el camino de Irán hacia las armas nucleares, en caso de que decidiese avanzar en esa dirección.
Sin embargo, Arabia Saudita, Israel y la mayoría de los políticos republicanos de Estados Unidos se opusieron al acuerdo. El propio Trump hizo del abandono del acuerdo un punto clave de la campaña electoral que lo llevó al triunfo en noviembre de 2016.
Como la mayoría de los otros críticos, ha descrito como fallas importantes la naturaleza temporal del PAIC y su falta de control sobre el programa de misiles balísticos de Irán. También es muy crítico con las acciones de Irán en Siria y en otras partes de la región, que el gobernante estadounidense caracteriza como su «comportamiento maligno».
Esto deja claro que, más que una objeción técnica al acuerdo, basada en evidencias, o reservas a su implementación, la decisión de Estados Unidos de retirarse del PAIC fue una medida política contra Irán.
La naturaleza de tiempo limitado del PAIC no es de ninguna manera única: el principal acuerdo de control de armas estratégico entre Estados Unidos y Rusia, por ejemplo, expira en 2021. En tales casos, es normal encontrar una oportunidad adecuada para discutir la extensión del acuerdo.
Independientemente de sus puntos de vista sobre las políticas y acciones regionales de Irán, o, de hecho, sobre las políticas y acciones de sus rivales regionales, como Israel y Arabia Saudita, la retirada de Estados Unidos del PAIC ha sido mal concebida y es lamentable por muchas razones.
Socava el valor de la diplomacia multilateral y plantea preguntas sobre la santidad y la sostenibilidad de los acuerdos interestatales.
Además, desafía a la autoridad del Consejo de Seguridad, que aprobó por unanimidad una resolución que respalda el PAIC y pidió a todos los estados miembros de la ONU, así como a las organizaciones regionales e internacionales, que tomasen medidas para apoyar la implementación del acuerdo.
El retiro de Estados Unidos de la PAIC corre el riesgo de debilitar seriamente la confianza en las instituciones y acuerdos internacionales que son partes esenciales de la arquitectura de seguridad global.
En particular, la acción de Estados Unidos socava el esfuerzo mundial para la no proliferación nuclear al sabotear un acuerdo importante y eficaz contra esa proliferación. Es de esperar que las partes restantes del PAIC encuentren formas de apoyar su implementación continua.
T: MF