Si al presidente de Sierra Leona, Julius Maada Bio, se le pusiera nota por su desempeño en su primer año en el cargo, que se cumple este 4 de abril, es probable que su calificación dijese: “comienzo prometedor, que debe mejorar durante los próximos años”.
Desde que asumió la presidencia tras el éxito en la segunda vuelta electoral del 31 de marzo, este general de brigada retirado de 54 años ha tenido un comienzo positivo, en especial con la investigación general sobre la corrupción y la mala gestión del gobierno de Ernest Bai Koroma (2007-2018), del tradicional partido del Congreso de Todo el Pueblo (APC, en inglés).
Como parte de las recomendaciones arrojadas por esa investigación, un juez instruye ahora los casos de corrupción contra antiguos funcionarios. Los primeros pasos en esta auténtica guerra contra los muchos chanchullos ya alcanzaron al ex vicepresidente Victor Bockarie Foh y al exministro Minkailu Mansaray, que se han comprometido a devolver el dinero robado.
El fenómeno de la corrupción pone sal en una herida abierta, la de un país desesperadamente pobre a pesar de su gran riqueza en recursos naturales y tierras fértiles, que en un universo paralelo garantizarían un nivel de vida digno para cada uno de sus 7,5 millones de habitantes.
También se estima que los funcionarios de los anteriores gobiernos se apropiaron de los recursos destinados a las víctimas de la epidemia del Ébola, en 2014 y 2015, y las inundaciones de 2017, que devastaron al país.
Levi Fofana, residente de Freetown, la capital sierraleonesa, sintetiza el sentir general cuando afirma que Bio llegó en el «momento adecuado».
«La gente de Sierra Leona fue engañada por el deshonesto APC, que llevó un Estado a la bancarrota, en el que estafadores vestidos con trajes y túnicas africanas abusaron del poder con impunidad», dijo.
Aunque el expresidente Koroma ha calificado la campaña anticorrupción como una «caza de brujas», la gente común está entusiasmada, instando al gobierno a proseguir en ese camino.
Esperan que Koroma se siente en el banquillo de los acusados muy pronto; ansían conocer la forma en que el expresidente y su familia cercana y sus llegados se convirtieron en millonarios “de la noche a la mañana».
Bio fue el líder de la antigua junta militar que entregó el poder a un gobierno elegido democráticamente después de organizar las elecciones en 1996.
Ha brindado nuevas esperanzas a esta nación costera de África occidental que sufrió una devastadora guerra civil entre 1991 y 2002, que causó decenas de miles de muertos y devastó su economía, a la que siguió la hegemonía del APC durante una década, caracterizada por la corrupción, el declive económico y la falta de rumbo.
Como resultado, Bio heredó pasivos estatales de 3,7 mil millones de dólares. Así que en paralelo a la campaña anticorrupción, cuando asumió el cargo el presidente estableció “fuga” potencial de fondos desde su administración.
De acuerdo con TJ Lamina, el alto comisionado de Sierra Leona en Londres, esa estrategia ha sido exitosa y se mantiene vigente. Los ingresos recaudados se han destinado al servicio de la deuda interna y al pago de los funcionarios públicos, que ahora reciben sus salarios a tiempo y sin que el gobierno tenga que pedir créditos para abonarlos.
El embajador Lamina dijo a IPS: «No es que Sierra Leona no esté generando ingresos, los ingresos están ahí, solo que antes se desviaban a los bolsillos privados».
La gestión de la economía de Bio ha sido aplaudida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que aprobó un nuevo programa de apoyo de dos años para por de 172 millones de dólares. Mientras, el Banco Mundial ha colaborado con el apoyo de 325 millones de dólares.
La relación de esas dos instituciones multilaterales con el gobierno de Koroma había sido «cada vez más difícil», lo que hizo que el FMI suspendiera su programa para el país en 2017.
El presidente Bio calificó a entidades como «males necesarios» para rescatar la economía interna.
En febrero, dio a conocer su ambicioso plan de desarrollo de cinco años, que requiere una inversión de 8.000 millones de dólares y que recibió el respaldo tanto del FMI como del Banco Mundial.
Sus pilares clave incluyen el desarrollo del capital humano y la infraestructura, y el aumento de la producción agrícola, especialmente de los alimentos básicos, como el arroz, que el país exportaba hasta la década de los años 70 del siglo pasado, pero que ahora se debe importar y absorbe un valioso monto de divisas.
Mala nota en violencia de género
Dentro de las calificaciones, hay algunas que causan vergüenza o sentimientos de arrepentimiento. Es el caso de las alarmantes tasas de violencia contra mujeres y niñas. Las cifras disponibles pintan un sombrío panorama.
Según las estadísticas de la policía, en 2012 hubo 632 casos de violaciones o agresiones sexuales. La cifra se elevó hasta los astronómicos 8.505 casos el año pasado. Más de 70 por ciento de las víctimas eran niñas menores de 15 años.
El gobierno declaró un estado de emergencia en materia de violencia de y promulgó rápidamente una legislación que castiga la “penetración sexual de menores” con una cadena perpetua automática, pero queda por ver cuán efectiva será la medida.
«Nuestro compromiso (para resolver este problema) está más allá de las simples palabras y más allá del mero reconocimiento de una obligación», ha dicho el presidente Bio. «La protección y el empoderamiento de nuestras mujeres y niñas es fundamental para nuestra existencia y progreso como nación», añadió.
Si bien es cierto que heredaron el problema de la violencia sexista, sería un grave fracaso para el «nuevo rumbo» prometido por que cuando se cumplan los dos años de su mandato, la incidencia de los casos graves de esta violencia se mantuviese en niveles inaceptablemente altos.
Los especialistas sobre Sierra Leona también expresan su preocupación por el arresto por parte de la policía de un hombre que encabezó una manifestación en contra de la eliminación de los subsidios a la gasolina y el querosén.
Aunque después fue liberado sin cargos, grupos de derechos humanos instaron al gobierno a respetar el derecho a la protesta pacífica.
«El precio de los combustibles subió porque el FMI le pidió al gobierno que lo hiciera», dijo la activista Fatmata Bangura, y agregó que la medida supone «más estrés para un presupuesto que ya está bajo mucha presión».
De la evaluación del primer año de gobierno de Bio, dos cosas están claras.
La primera es que ha contraído un matrimonio de conveniencia con el FMI y el Banco Mundial; la segunda es que, para que el prometedor comienzo de su gobierno se consolide, el presidente necesitará las habilidades de un maestro de la magia para mantener un matrimonio feliz con la población.
T:EG