La degradación de los suelos amplía aún más la brecha de género donde sea que ésta exista, por lo que abordar la inclusión femenina en las políticas públicas redundará también en el combate a la desertificación, concluyeron varios expertos reunidos esta semana en Guyana.
La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD, o UNCCD en inglés), que entre sus principales puntos se propone la Neutralidad en la Degradación de las Tierras (NDT), subraya que, en los países en desarrollo, este fenómeno afecta a hombres y mujeres de modo diferente.
Esto se debe en especial al desigual acceso a la tierra, al agua, al crédito, a los servicios de extensión y a la tecnología.
También afirma que la desigualdad de género juega un rol significativo en la pobreza relacionada con la degradación de suelos, de ahí la necesidad de abordar en las iniciativas NDT las persistentes inequidades que atizan la pobreza femenina.
En este contexto, Douglas Slater, secretario general adjunto para el Desarrollo Humano y Social en la Secretaría de la Comunidad del Caribe (Caricom),dijo que incluir asuntos de género en las políticas públicas es muy importante para su región en todos los aspectos del desarrollo sostenible.
“Nos consta que, en varias ocasiones, nuestras mujeres tienen una gran participación en el trabajo agrícola, y tenemos que garantizar que continúen teniéndola, pero hay que poner a su disposición los recursos necesarios para que ellas realmente se comprometan a pleno” con la actividad, dijo Slater a IPS.
Al tratarse de países pequeños, es necesario utilizar tecnología agrícola más eficiente, y también dar participación a todos los géneros, agregó.
Slater señaló que, particularmente en lo relativo a la capacitación y el uso de maquinaria agrícola, hay un sesgo demasiado notorio hacia el género masculino.
Añadió que hay que hacer más para convencer a los jóvenes de que la agricultura puede brindarles un buen sustento, y de que las mujeres son capaces y deben participar también.
Slater dialogó con IPS en el marco de la 17 sesión del Comité para la Evaluación de la Implementación de la Convención (CRIC17, por sus siglas en inglés), que se realizó entre el lunes 28 y el miércoles 30 en Georgetown, Guyana.
Al realizar cursos de capacitación, las instituciones agrícolas deberían tener en cuenta que las mujeres pueden operar tractores o gerenciar invernaderos, sostuvo Slater.
“Ellas han demostrado que lo pueden hacer, y nosotros tenemos que alentarlas a hacerlo más”, destacó.
Las mujeres representan 43 por ciento de la mano de obra agrícola mundial, y esta proporción se eleva a 70 por ciento en algunos países, por lo que la CNULD ha señalado la importancia de tener en cuenta los roles de género al elaborar políticas y leyes que promueven la Neutralidad en la Degradación de las Tierras.
En África, por ejemplo, 80 por ciento de la producción agrícola procede de establecimientos pequeños, trabajados principalmente por mujeres rurales.
Sin embargo, pese a ser mayoría en el sector de la pequeña agricultura, las mujeres no suelen tener garantizado el control sobre la tierra que cultivan ni sobre las ganancias derivadas de la comercialización de lo que producen.
Esta falta de control se vincula a los derechos a la propiedad de la tierra en las áreas rurales, que habitualmente favorecen a los hombres. Mientras, el acceso de las mujeres a la tierra está determinado por su relación con el propietario de la misma.
El cambio climático es un factor estrechamente relacionado con la degradación de suelos, lo que aumenta la incertidumbre en cuanto a la producción de las mujeres, su acceso a los alimentos y la estabilidad de los sistemas alimentarios.
El año pasado, la CNULD organizó en Santa Lucía un taller técnico sobre un proyecto de Neutralidad en la Degradación de las Tierras a fin de aprender a implementar en el Caribe un manejo inteligente de la tierra, tanto en materia de cambio climático como de inclusión de género.
También allí se analizó cómo mejorar y finalizar una propuesta conceptual de proyecto con la participación de todos los actores clave antes de buscar apoyo financiero del Fondo Verde para el Clima.
[related_articles]La secretaria ejecutiva de la CNULD, Monique Barbut, dijo que las mujeres son las primeras en ser afectadas por las principales causas indirectas de la degradación de suelos. A saber: presión demográfica, tenencia de la tierra, pobreza y falta de educación.
Por lo general, las mujeres son las primeras víctimas de todos estos problemas, dijo Barbut a IPS. “Eso es absolutamente anormal. En muchos países, las mujeres no tienen ningún derecho de propiedad” sobre la tierra, agregó.
“Así que, ¿cómo se le puede pedir a una mujer que maneja tierra que lo haga bien, o que piense en el futuro, cuando la tierra nunca será suya?”, planteó.
Las mujeres suelen tener menos educación que los hombres, dijo Barbut, y es esencial tener en cuenta este aspecto.
Según ella, la CNULD pone de relieve todos estos temas en su plan de género.
Barbut señaló también que las intervenciones en materia de Neutralidad en la Degradación de las Tierras pueden acarrear cambios positivos en las vidas de mujeres y niñas.
Citó como ejemplo un proyecto que planea transformar 3.000 de las 5.000 aldeas de Burkina Faso en ecoaldeas, aportando hornos solares y agua potable.
“Solamente con hacer eso estamos retirando seis horas de trabajo de los hombros de las mujeres, porque les lleva unas tres horas por día salir a conseguir alimentos que cocinar y otras tres ir a buscar agua”, explicó Barbut a IPS.
“Queremos que esas mujeres salgan de (esa situación) para que puedan insertarse en programas de agroforestación que, por sobre todas las cosas, les aportarán ganancias económicas. Nos aseguraremos de que esas ganancias se destinen principalmente a la educación de los hijos y a centros de salud para los pequeños y para las mujeres en particular”, agregó.
La degradación de suelos y las sequías afectan actualmente a más de 169 países. Las comunidades rurales más pobres son las que sufren los peores impactos.
Estimaciones previas señalaron que, para 2025, aproximadamente 1.800 millones de personas (más de la mitad de ellas mujeres, niños y niñas) se verían perjudicadas por la degradación de las tierras y la desertificación. Pero estas proyecciones ya se han visto sobrepasadas de modo significativo, llegando a 2.600 millones los afectados en la actualidad.