Energía solar corona programa de vivienda social en Brasil

Un grupo de casas con paneles fotovoltaicos en sus techos, en el Residencial Maria Pires Perillo, a dos kilómetros de la ciudad de Palmeiras de Goiás. Con 740 viviendas, es el mayor proyecto de energía solar en conjuntos habitacionales de interés social en el estado de Goiás, en el centro de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS
Un grupo de casas con paneles fotovoltaicos en sus techos, en el Residencial Maria Pires Perillo, a dos kilómetros de la ciudad de Palmeiras de Goiás. Con 740 viviendas, es el mayor proyecto de energía solar en conjuntos habitacionales de interés social en el estado de Goiás, en el centro de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

“La energía solar completa mi felicidad”, celebró Divina Cardoso dos Santos, dueña de una de las 740 casas con paneles fotovoltaicos en el techo en un asentamiento residencial en las afueras de esta ciudad del centro de Brasil.

“La primera bendición ha sido la vivienda”, reconoció esta mujer de 67 años, cinco hijos y 14 nietos. “Yo pagaba 600 reales (155 dólares) al mes de alquiler en la ciudad de Palmeiras, ahora solo 25 reales (6,50 dólares) de cuota mensual por la casa, que es mía”, explicó a IPS.

La jubilación, que desde hace dos años le asegura un salario mínimo (cerca de 248 dólares) de ingresos mensuales, y las visitas de la hija que vive en Suiza son “otras bendiciones”, que antecedieron a los paneles solares, que le permiten ahorrar casi todo el costo de la “cuenta de luz”, el equivalente a unos 15 dólares al mes.

El Residencial Maria Pires Perillo, un conjunto de 740 casas que empezó a acoger familias pobres desde 2016, es uno de los proyectos “de interés social” de la Agencia Goiana de Habitación (AGEHAB), órgano del gobierno del estado de Goiás, en la región administrativa del Centro-oeste de Brasil.

Ubicado a dos kilómetros de la ciudad de Palmeiras de Goiás, de 28.000 habitantes, este es el más grande de los cuatro conjuntos residenciales que AGEHAB va a abastecer con energía solar. La agencia es pionera en Brasil en incorporar este recurso en los programas habitacionales.

“Nuestro deseo es construir todos los nuevos conjuntos residenciales con los paneles fotovoltaicos e incluso instalarlas en los construidos anteriormente”, declaró a IPS el presidente de AGEHAB, Cleomar Dutra.

La agencia subsidia la instalación, otorgando 3.000 reales (780 dólares) a cada familia, a través del llamado “Cheque Más Vivienda” para la mejora de los hogares. Esa era una suma suficiente para dos paneles y los equipos necesarios, como inversores, cables y sostenes.

Pero la devaluación durante este año de la moneda brasileña, el real, encareció las placas y equipos, casi todos importados. Hubo necesidad de buscar recursos adicionales para las instalaciones en el conjunto de Palmeiras, aún por concluir, señaló Dutra.

Divina Cardoso dos Santos delante de su casa, por la que paga una cuota mensual de unos 6,5 dólares del financiamiento que corresponde pagar a los propietarios del conjunto residencial a las afueras de la ciudad brasileña de Palmeiras de Goiás. Es un monto 24 veces inferior a lo que pagaba de arriendo. En el techo a la izquierda, un calentador solar de agua, instalados en las viviendas. Crédito: Mario Osava/IPS
Divina Cardoso dos Santos delante de su casa, por la que paga una cuota mensual de unos 6,5 dólares del financiamiento que pagan los propietarios del conjunto residencial a las afueras de la ciudad brasileña de Palmeiras de Goiás. Es un monto 24 veces inferior a lo que pagaba de arriendo. En el techo vecino, un calentador solar de agua, instalados en las viviendas del barrio. Crédito: Mario Osava/IPS

“No todas las casas tendrán las placas fotovoltaicas, porque algunas no firmaron el contrato de financiación del “Cheque Más Vivienda”, aclaró Pedro de Oliveira Neto, el técnico de 32 años que conduce las instalaciones en el Residencial Maria Perillo, a cargo de la empresa Nexsolar.

Oliveira efectúa esta labor desde hace cuatro meses, tras realizar un curso especializado. Antes trabajó en la industria cárnica y en la minería. Ahora pretende mantenerse en la rama de energía solar, “que tiene futuro, es innovación”, dijo a IPS.

En realidad la mayoría de las viviendas del conjunto residencial cuentan con los paneles, pero pocas generan ya su propia energía. Después de la instalación hay que cumplir otras condiciones para que la empresa de electricidad local, la italiana Enel, haga la conexión del sistema de cada casa a la red de distribución.

El proceso empezó en marzo de 2017 cuando se instalaron unidades solares en tres viviendas como prueba.

Patricia Soares de Oliveira, de 31 años, casada y con una hija de ocho años, fue incluida en esa primera instalación. Su cuenta de electricidad cayó a una quinta parte de la anterior. Ahora gasta el equivalente a unos cuatro dólares mensuales.

“Tenemos dos televisores, refrigerador, lavadora de ropa, una computadora y ventiladores”, mencionó a IPS para ilustrar cuál es su consumo energético.

“Ahora queremos que se reduzca la cuenta de agua, que nos cuesta entre 10 y 12 veces más que la luz”, se quejó.

Su familia también se libró de pagar alquiler al ganar derecho a la casa en el conjunto residencial. De un arriendo de 350 reales (90 dólares) pasó a pagar solo 25 reales (6,50 dólares) mensuales, la cuota por la pequeña porción del financiamiento que corresponde pagar el propietario.

El bajo costo de la adquisición se debe al subsidio de hasta 20.000 reales (5.200 dólares) concedido por AGEHAB, mediante el “Cheque Más Vivienda” para construcción, a familias pobres, con ingresos de hasta tres salarios mínimos (equivalente a unos 740 dólares), explicó su presidente.

Dos trabajadores instalan paneles fotovoltaicos en una casa del conjunto residencial Maria Pires Perillo, un beneficio adicional para las familias pobres que conquistaron su vivienda propia a un costo muy bajo. La Agencia Goiana de Habitación, del gobierno del estado de Goias, en el centro de Brasil, subsidia la mayor parte de la vivienda y la energía solar. Crédito: Mario Osava/IPS
Dos trabajadores instalan paneles fotovoltaicos en una casa del conjunto residencial Maria Pires Perillo, un beneficio adicional para las familias pobres que conquistaron su vivienda propia a un costo muy bajo. La Agencia Goiana de Habitación, del gobierno del estado de Goias, en el centro de Brasil, subsidia la mayor parte de la vivienda y la energía solar. Crédito: Mario Osava/IPS

Las familias asentadas en el conjunto están pagando solo la financiación complementaria de la Caja Económica Federal, banco del gobierno central.

“Una casa de 44 metros cuadrados, como las de este residencial, demanda materiales que cuestan 29.000 reales (7.500 dólares), pero se puede abaratar si la compra es colectiva”, estimó Dutra. Así el “Cheque Más Vivienda” es insuficiente, pero casi alcanza.

Si las familias beneficiarias se encargan de la construcción, trabajando solidariamente en forma de  “mutirão (trabajo colectivo y gratuito de vecinos o amigos, conocido en algunos países como minga)”, o si la alcaldía aporta la mano de obra, las viviendas pueden construirse prácticamente sin deuda financieras, matizó Dutra.

Los conjuntos habitacionales se destinan a las familias más necesitadas y locales de mayor demanda, ya que AGEHAB no dispone de recursos para atender a todos, puntualizó.

Palmeiras de Goiás fue incluida en este sistema porque su población creció muy por encima del promedio del estado, debido a la inmigración. Nuevas industrias de carnes, lácteos y la alimentación animal atrajeron a muchos desempleados.

El sol para generación eléctrica, fotovoltaica, es una novedad de los dos últimos años en el programa habitacional de Goiás, pero la energía solar está presente hace más tiempo en los proyectos sociales de vivienda, para el calentamiento de agua. Las calderas solares están presentes en el techo de todas las casas.

Es una tecnología más barata y más accesible, bastante difundida en Brasil, incluso en la región del Nordeste, donde la población no tiene el hábito de bañarse con agua caliente, por las altas temperaturas locales.

Patricia Soares de Oliveira, la primera en recibir, como prueba, los paneles fotovoltaicos en 2017, delante de su casa y al lado del medidor de electricidad con el aviso de "peligro de choque eléctrico”. Su cuenta de la luz cayó a una quinta parte de lo que pagaba antes, en el conjunto residencial de financiamiento social, a las afueras de Palmeiras de Goiás, en el centro de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS
Patricia Soares de Oliveira, la primera en recibir, como prueba, los paneles fotovoltaicos en 2017, delante de su casa y al lado del medidor de electricidad con el aviso de «peligro de choque eléctrico”. Su cuenta de la luz cayó a una quinta parte de lo que pagaba antes, en el conjunto residencial de financiamiento social, a las afueras de Palmeiras de Goiás, en el centro de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

La generación fotovoltaica de electricidad tiene un potencial inmenso en Brasil. En el Centro-oeste, la radiación solar en un área útil de 30 metros cuadrados en el techo, podría producir cinco veces la electricidad consumida por una familia modesta, estimó Dennys Azevedo, ingeniero y gerente de Obras de AGEHAB.

Esa generación sería suficiente para 3,5 residencias con el promedio de consumo nacional, 157 kilovatios/hora por mes, acotó a IPS.

Pero las reglas fijadas por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel), el órgano regulador brasileño, no permiten al consumidor vender la energía que  genera. Solo se puede compensar el consumo, es decir descontar la generación propia de la cuenta de electricidad.[related_articles]

Las casas del Residencial Maria Perillo, por ejemplo, acogen la instalación de solo dos paneles, ocupando solo cerca de una quinta parte del tejado. Un módulo adicional sobrepasaría el consumo de las familias locales.

Esa norma, inexistente en países que expandieron mucho la generación solar, como Alemania, es de difícil eliminación por “presión de las empresas distribuidoras que perderían mercado”, cree Azevedo.

Además esas empresas quieren imponer un gravamen a la generación solar distribuida (descentralizada), una especie de tributo por uso de los cables, un costo actualmente subsidiado, según ellas. Pero “todos ya pagamos una tasa de disponibilidad” del sistema de distribución, se opuso el ingeniero.

Otra restricción obedece a la importación de los equipos, aún no fabricados en Brasil. Sus precios dependen de la paridad cambiaria y cualquier devaluación de la moneda nacional encarece todo, imposibilitando la planificación, arguyó.

Además los impuestos caros y variados elevan los precios de los equipos solares en Brasil, anulando parte de la reducción de costos de todos los componentes de la generación fotovoltaica, lamentó Azevedo, mientras se realizan esfuerzos por evitar esa tributación, “quizás comprando equipos por vía de las Naciones Unidas”, y por obtener fondos para nuevos proyectos.

Edición: Estrella Gutiérrez

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