Integración a la siria, con humus

Jaled, de 27 años, es uno de los 10 refugiados sirios que trabajan en el proyecto Hummustown en Roma. Crédito: Maged Srour/IPS.
Jaled, de 27 años, es uno de los 10 refugiados sirios que trabajan en el proyecto Hummustown en Roma. Crédito: Maged Srour/IPS.

Jaled se fue de Siria en 2015, cuando su país llevaba cuatro años de guerra. Con 27 años recuerda claramente cómo era su vida antes en Damasco: llevaba una vida feliz con una familia feliz en un país feliz.

Jaled no tiene recuerdos negativos. Ni siquiera cuando cumplió 18 y tuvo que incorporarse al ejército sirio, porque todavía llevaba una vida que consideraba normal, como la del resto de sus compatriotas.

En 2011, se propagó la Primavera Árabe en Siria, donde derivó a una cruenta guerra civil. Entonces todo cambió, y en 2015, Jaled se convenció de que tenía que irse de su país para lograr cierta normalidad en su vida.

Primero se fue a Turquía y luego a Libia, donde tenía familiares y se quedó un año.

“No fue fácil vivir en Libia”, señaló.

“Recuerdo que vivíamos con un terror permanente, preocupados y ansiosos. Te podían robar, alguien te podía apuntar a la cabeza con una pistola y no sabías si ibas a sobrevivir”, relató.

Jaled llegó a las costas italianas a través de la ruta más peligrosa: el mar Mediterráneo.

“Dormí”, contestó, cuando IPS le preguntó por la travesía.

“Dormía y fumaba todo el tiempo, durante siete horas. Luego un barco de rescate nos ayudó y nos llevó a la costa italiana”, precisó.

Actualmente reside en Italia y tiene estatus de refugiado. Él y otros nueve refugiados sirios se construyen un nuevo futuro preparando humus.

En marzo 2017, a través de un amigo estadounidense-israelí, Jaled conoció a Shaza Saker, una siria criada en Italia que trabaja en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en Roma.

Cuando se conocieron, Shaza había comenzado a organizar en su casa cenas informales de cocina siria con unos amigos. Los invitados pagaban la comida como forma de reunir fondos para enviar a Siria y colaborar con su país.

“Quería ayudar y ver el resultado positivo con mis propios ojos”, explicó. “Por eso me di cuenta de que una gran herramienta para disminuir mi frustración por no poder cambiar el curso del drama en Siria, era ayudar a los sirios que viven en Italia”, acotó.

“Esos solicitantes de asilo llegaban a Italia sin saber una palabra de italiano y sin trabajo ni amigos. Pensé que dándoles una actividad que podía incluir su propia cultura y generar ingresos era una oportunidad única”, arguyó.

Cuando comenzó a incluir refugiados sirios, Shaza decidió crear “Hummustown”, una cooperativa que en la actualidad está integrada por 10 refugiados, quienes preparan humus y otras delicias de su país, las empaquetan y las distribuyen por toda la ciudad.

Hummustown es básicamente un servicio de cáterin, pero definitivamente muy original: todo sirio.

Pero la gente que come y que ahora disfruta de la comida siria es italiana.

De hecho, gusta mucho en toda Roma, y Hummustown creció rápido en un año.

Los puestos con comida siria se instalaron en las agencias de Naciones Unidas con sede en Roma, así como en muchos festejos y festivales en toda la ciudad.

Este grupo de sirios ahora tiene un nuevo objetivo: tener su propio punto de venta, donde poder cocinar en cantidades mayores para trabajar más y tener un sueldo estable.

Pero es muy caro tener un local comercial en Roma, por eso hace unos meses, Hummustown lanzó una campaña de financiación colectiva en el sitio GoFundMe, donde la gente de todo el mundo demuestra su solidaridad.

En unos poco meses, los donantes se multiplicaron y se recaudaron más de 23.000 euros (unos 28.260 dólares).

Pero el proyecto necesita más fondos, y Hummustown espera tener más clientes Italianos.

Los italianos se abren cada vez más a explorar otras cocinas, y con Hummustown conocen nuevos gustos que mantienen el sabor del Mediterráneo, ya que la mayoría de los ingredientes son de producción local.

Se puede decir sin temor a equivocarse que la cocina y la cultura del Mediterráneo, de Marruecos a España, y de Egipto, Siria, Grecia e Italia tienen un único patrimonio que une a los pueblos del norte de África, de Medio Oriente y de Europa cuando se sientan a comer.

A principios de este año, un italiano disparó contra un grupo de inmigrantes en el centro de Macerata, y durante las elecciones de marzo de 2018, la Liga Norte, de extrema derecha, logró un enorme apoyo por su plataforma contra la inmigración.

Pero a pesar de esas expresiones que reflejan el aumento de prejuicios contra los inmigrantes, hay muchos italianos que tienen una mentalidad abierta a la posible integración.[related_articles]

Sakers confirmó que muchos donantes de GoFundme son italianos, aunque también hay muchos de otros países, y lejanos como Australia y Estados Unidos.

“Eso quiere decir que mucha gente en el mundo, independiente de su nacionalidad, creen en este proyecto y en su valor”, resumió.

“La gente; disfruto de estar todo el tiempo al lado de personas distintas, italianas y otras”, explicó Jaled, al ser consultado por lo que más le gustaba de su trabajo.

“Apreciamos las palabras lindas que nos dice la gente, pero en definitiva, si queremos sentirnos integrados a la sociedad, necesitamos ingresos para ser independientes y tener peso en la sociedad italiana”, explicó.

“Por eso Hummustown realmente funciona, todos ganamos, los sirios y los clientes italianos; no hay motivos para no apoyarlo”, destacó.

En marzo de 2018, la guerra en Siria comenzó su octavo año. Según la Organización Internacional de las Migraciones, más de 600.000 sirios desplazados regresaron a su casa en los primeros siete meses de 2017.

La crisis humanitaria que vive ese país es de las más dramáticas y trágicas que haya conocido la historia de la humanidad.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados dijo que hay 13,1 millones de personas pasando penurias en Siria, 6,1 millones desplazadas dentro de su territorio y más de cinco millones que huyeron de su país.

De las personas que se quedaron, una de cada tres vive con inseguridad alimentaria y 7,6 millones necesitan servicios de agua y saneamiento. Y el sufrimiento todavía no terminó, pues no parece que la guerra vaya a terminar pronto.

“¡Sí!”, exclamó al ser consulado sobre si le gustaría volver a Siria, y acotó: “Me gustaría un día volver a Damasco, reconstruir la destrucción de los últimos años con mi gente, y volver a mi vida feliz en mi país feliz”.

Traducción: Verónica Firme

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