Más de 25.000 bueyes están viajando rumbo a Turquía en un navío en forma de establo de 13 pisos, tras una batalla judicial entre organizaciones protectoras de animales y la empresa exportadora, cuyo desenlace sigue pendiente en Brasil.
La exportación de bovinos vivos o en pie, 99,9 por ciento de ellos machos, ya es un negocio “consolidado” en Brasil, según sus agentes, pero la noticia de embarques a través del sureño Puerto de Santos, cerca la metrópoli de São Paulo, sorprendió la opinión pública y generó protestas de grupos protectores de animales.
“Es un negocio de riesgo, cualquier problema que retenga el navío por algunos días acarrea pérdidas millonarias, ya que el flete es muy caro”, reconoció Sergio Scarpelli, director ejecutivo de la Asociación Brasileña de Exportadores de Animales Vivos (ABREAV).[pullquote]3[/pullquote]
“Pero es lucrativo, o no se haría. Se trata de un nicho adicional de exportaciones”, que favorece el ganadero, acotó a IPS.
Brasil es el mayor exportador mundial de carne bovina y avícola. En 2017 exportó 1,53 millones de toneladas de carne de res fresca (sin procesar), con ingresos de 6.280 millones de dólares, y 4,3 millones de carne de pollo, que le reportó 7.230 millones de dólares.
El caso de la exportación de reses vivas saltó en parte por representar una actividad nueva en São Paulo. Era conocida en el norteño estado de Pará, donde en 2015 una embarcación se hundió en el puerto de la ciudad de Barcarena con cerca de 5.000 bueyes, lo que conllevó la muerte de casi todos y provocó un desastre ambiental.
Venezuela era el destino y principal importador. Sus compras, favorecidas por la proximidad que acortaba el transporte marítimo, permitieron a Brasil exportar 651.310 bueyes en 2013, el año del apogeo, según datos de ABREAV.
Una ligera caída de 4,1 por ciento durante el año siguiente prenunció el derrumbe de 70 por ciento en 2015, ante el ahondamiento de la crisis económica venezolana.
La recuperación en los dos últimos años, con aumentos anuales de 37 y 50 por ciento, no permitió volver al nivel anterior, pero parece sostenible al basarse en nuevos mercados, especialmente en Medio Oriente.
En 2018 se espera otra expansión fuerte de la exportación de ganado en pie, de 30 por ciento, y Turquía debe absorber unos 300.000 bueyes brasileños, más de la mitad del total, prevé Scarpelli.
El Foro Nacional de Protección y Defensa Animal, que reúne 136 organizaciones sociales y tiene sede en São Paulo, pretende obstaculizar ese crecimiento o incluso abolir la actividad, por el maltrato que impone al ganado.
Su pedido para que la justicia suspenda todas las exportaciones de animales en pie en el país, atendido por decisión provisional del juez Djalma Gomes, de São Paulo, el 31 de enero, logró retardar por cuatro días la partida del navío Nada, de bandera panameña, cuando los bovinos destinados Turquía ya estaban embarcados.
La nave pudo iniciar su singladura el 4 de febrero gracias a la jueza de apelación Diva Malerbi, que liberó la exportación, ante argumentos del Ministerio de Agricultura de que devolver más de 25.000 bueyes a su origen representaría más sufrimiento y riesgo sanitario que dejarlos partir.
Se trata de una operación de Minerva Foods, la mayor exportadora brasileña de ganado en pie y la segunda de carne de res, que tiene sede en Barretos, en el interior del estado de São Paulo, y opera también en Argentina, Paraguay, Uruguay y Colombia.
Es la misma empresa que pretendía exportar a Venezuela los 5.000 bueyes ahogados en Barcarena en 2015.
El transporte no maltrata los animales, se hace con todos los cuidados que ofrecen los establos, siguiendo las normas nacionales e internacionales, “por eso incluso ellos engordan durante el viaje”, sostuvo Scarpelli.
“No es así, embarcarlos les quita movilidad, dejándolos sin el espacio necesario durante semanas y les impide el comportamiento natural de los vacunos, que es gregario y tiende a formar grupos familiares, imponiéndoles grupos aleatorios, sin tener por donde escapar”, acusó Vania Nunes, veterinaria y directora técnica del Foro Nacional.
“Queremos defender la vida animal, su bienestar, que se mejore toda la cadena de producción, desde la cría al sacrificio, sin sufrimientos y el estrés que incluso afecta la calidad de la carne”, explicó a IPS.
Hay razones ambientales, incluso económicas, como el hecho de la exportación de ganado en pie no agrega valor o genera empleos en el país, pero “nuestro foco ahora es la cuestión ética del bienestar animal”, apuntó, destacando que la mayoría de los activistas del Foro son “vegetarianos, veganos o en camino de serlo”.[related_articles]
En la acción judicial contra la exportación de ganado en pie, el movimiento recurre a legislaciones nacionales y compromisos internacionales de Brasil.
El rechazo a la operación y la sentencia contra todas estas exportaciones se basa en las conclusiones de la Inspección Técnica en el navío Nada hecha por la veterinaria Magda Regina y encargada por el tribunal del caso.
La estructura del navío “no es adecuada” para animales, se trata de embarcación construida en 1993 para transporte de contenedores y adaptada en 2012, con “piso extremadamente resbaladizo cuando hay grandes cantidades de heces y orina acumuladas, lo que es usual”, dice el informe.
Su conclusión, en ocho páginas, apunta “maltratos y violación explícita de la dignidad animal” y condena de forma general el transporte marítimo de larga distancia como “causa de crueldad, sufrimiento, dolor, indignidad y corrupción del bienestar animal bajo distintas formas”.
Y agrega 46 fotos del interior de la embarcación, destacando la suciedad y el reducido espacio destinado a cada animal, “menos de un metro cuadrado”.
Este caso amplió el debate sobre la exportación de ganado en pie, poco conocido del público, incluso porque se limita a menos de uno por ciento de los bovinos sacrificados en Brasil.
Se trata de un negocio que empieza en 2003, cuando Brasil exportó 2.156 bueyes vivos. En los años siguientes hubo un aumento en progresión geométrica, teniendo a Líbano como el gran importador inicial, hasta 2007 cuando Venezuela pasó a ser el principal mercado, sustituido en los últimos años por Turquía.
Egipto, Jordania e Iraq también se sumaron a los importadores de ganado vacuno brasileño. La diversificación de destinos, con países islámicos asumiendo mayor peso, incorporó el estado de São Paulo y en general el sur de Brasil a la exportación de ganado vivo.
Es que esos nuevos mercados, por cuestiones religiosas y culturales, exigen especies vacunas de razas poco disponibles en el norte brasileño, especialmente Pará.
“Es una extravagancia, un requinte de consumidores que quieren carne fresca”, de bueyes recién sacrificados, después de engordados según sus exigencias, sin hacer caso del costo muy superior al de la carne importada congelada, sentenció a IPS desde ese estado João Meirelles, director general del no gubernamental Instituto Peabiru.
Se trata de una cadena adicional del negocio de la carne de res, agravando los efectos ambientales y climáticos de la ganadería, concluyó el activista, preocupado en contener el consumo de “proteínas de alto impacto” a través de una red mundial para buscar alternativas a las proteínas animales.
La empresa Minerva Foods no contestó al pedido de IPS de brindar detalles sobre su negocio.
Editado por Estrella Gutiérrez