Cuando a mediados de la década de los años 90 se popularizó el eslogan “piensa globalmente y actúa localmente”, probablemente nadie pensó que le llevaría décadas a la humanidad llevarlo a la práctica.
Y eso fue lo que pasó con los cultivos despreciados, subutilizados, “menores” o prometedores, olvidados durante siglos.
Pero ahora los especialistas comienzan a reconocer el valor de especies coloridas, llamadas cultivos huérfanos, y realzan lo que las comunidades locales saben desde hace generaciones.
Ejemplo de cultivo huérfano
Uno de ellos es el ñame africano, que según explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) su cultivo es principalmente para consumo interno.
Es una variedad que se planta por sus semillas, que tienen un alto contenido proteico y pocas calorías, suele consumirse, por lo general, después de secarlas y convertirlas en harina o hervidas y sazonadas.
El tubérculo rico en almidón, similar a un boniato fino, se consume fresco, cortado en rebanadas o secado y convertido en harina. También se pueden cocinar las hojas y comérselas, de forma similar a la espinaca.
El cultivo no parece sufrir por la altitud, y crece tanto al nivel del mar como a 1.800 metros. Además, demora en crecer entre cinco y siete meses y produce semillas maduras.
La planta alcanza una altura de entre 1,5 y tres metros y es de color verde o rojo, se enrosca alrededor de un tutor o de otras plantas y, de hecho, se ha utilizado como valla viva.
El atractivo de su gran flor rosa o morado hace que también se cultive por razones estéticas.
Cualidades especiales
En tanto que leguminosa, el ñame africano agrega nitrógeno natural al suelo y reduce la necesidad de fertilizantes, indicó la FAO. Es una planta que puede crecer en suelos ácidos y muy arenosos, típicos de las tierras bajas y húmedas de los trópicos.
Suele cultivarse con maíz o mandioca y se usa en la rotación de cultivos. Además de servir a la alimentación de las personas, también se emplea para los animales.
El problema es que requiere mucho tiempo de cocción, entre cuatro y seis horas, lo que, entre otros factores, limita el uso de los granos.
Pero con técnicas tradicionales de cocción, como dejarlos en remojo durante cuatro a ocho horas, se puede reducir el tiempo de cocción y los antinutrientes, que interfieren con la absorción de los nutrientes.
Uno de los valores nutricionales de los cultivos huérfanos como el ñame africano es que, por ejemplo, tiene la ventaja de producir tanto frijoles como un tubérculo comestible, precisa la FAO.
La raíz tuberosa tiene una carne blanca con un elevado contenido proteico, más que el boniato, la mandioca o el ñame y los granos secos pueden tener hasta 18,9 por ciento de proteínas, con una gran cantidad de fibra y 1,5 por ciento de grasa.
Ignorado por todo el mundo
Tanto investigadores, como funcionarios de extensión y autoridades estatales no lo han considerado como corresponde y rara vez los gobiernos destinan recursos a incentivar su consumo.
Eso hace que los agricultores lo planten menos, se reduzca el acceso a semillas de gran calidad y se pierde un conocimiento tradicional.
Ese tipo de especies quedan de lado frente a otras de mayor demanda. De las 30.000 plantas comestibles, apenas 30 se destinan al consumo humano.
La FAO también señala que además de contribuir a diversificar la ingesta nutricional, los cultivos huérfanos ofrecen beneficios económicos y ambientales a los agricultores, que los pueden cultivar por su cuenta, en el sistema de rotación de cultivos o intercalarlo con otras variedades, protegiendo y mejorando la biodiversidad agrícola en el terreno.
Y contar con un mayor número de especies para elegir en el sistema de rotación de cultivos permite a los agricultores lograr un sistema producción más sostenible, indica la FAO.[related_articles]
Al cambiar de especies en el sistema de rotación, se rompe el ciclo de plagas y enfermedades y se reducen las probabilidades de contagio.
“Al ampliar la cartera de cultivos disponibles para los agricultores, podemos ayudar a construir sistemas más diversos y resilientes”, señaló el director general adjunto de la FAO, Ren Wang.
El Centro Mundial sobre Agroforestería, de la FAO, entre otros, accedieron a trabajar juntos para fortalecer las capacidades de los países miembros de la FAO para concentrarse mejor en la investigación y el desarrollo, en el cultivo de plantas y en el sistema de distribución de semillas.
Seguridad alimentaria y nutrición
“Imagine el impacto positivo en la seguridad alimentaria, la nutrición, la salud, la seguridad y el ingreso de los agricultores si las variedades de cultivos plantados por las familias africanas, en especial las mujeres, fueran más nutritivas, tuvieran un mayor rendimiento y fueran más resistentes al cambio climático, las sequías y las plagas”, añade la FAO.
Así, la agencia anunció una “alianza poco común” de 15 organizaciones gubernamentales, científicas, instituciones agrícolas, universidades, compañías privadas, organizaciones regionales y no gubernamentales, además de una red de 20 centros agroforestales dedicados a mejorar la alimentación de unas 600 millones de personas en áreas rurales de África subsahariana.
En esa alianza, el Consorcio de Cultivos Huérfanos Africanos (AOCC, en inglés) es el impulsor de crear recursos genómicos para los cultivos seleccionados.
Aprobado por los jefes de Estado de la Asamblea de la Unión Africana y encabezado por la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (Nepad), el AOCC secuencia los genomas de 101 plantas alimentarias africanas.
Los pequeños agricultores saben
Cultivado en África central, occidental y oriental, el ñame africano tiene grandes posibilidades de contribuir a la seguridad alimentaria y a mejorar la dieta local. Y no hay que confundirlo con otro similar, la jícama, procedente de América Central.
En definitiva, científicos e investigadores descubren lo que los pequeños agricultores y las poblaciones rurales africanas conocen desde hace generaciones. Más vale tarde que nunca.
Traducido por Verónica Firme