La Conferencia sobre los Océanos que se desarrollará del 5 al 9 de junio en Nueva York será fundamental porque, quizás por primera vez, enfocará la atención de la comunidad internacional sobre la importancia que tienen los océanos para nuestra vida y medios de subsistencia.
En marzo de 2015, en la Conferencia Mundial de Reducción del Riesgo de Desastres de Sendai, Japón, el entonces presidente de Kiribati, Anote Tong, evidenció la vulnerabilidad de su país frente al clima y el riesgo de desastres cuando informó al público presente que había comprado tierras en Fiyi para el potencial traslado de su población.[pullquote]3[/pullquote]
La razón era sencilla. La amenaza que implica el cambio climático para cada aspecto de la vida de Kiribati y la creencia de que llegará un día, si el mundo no modifica su actitud hacia las emisiones de gases con efecto invernadero, en que su país podría desaparecer bajo las olas.
La conferencia en Nueva York reunirá a representantes de numerosos países para analizar la mejor manera de cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14, Vida submarina.
Incluso un vistazo a las metas e indicadores de este objetivo confirma que tiene que ver con la reducción de la pobreza, el desarrollo económico, la adaptación al cambio climático y la protección ambiental, y no solo con la salud de los océanos y de quienes dependen de ellos. El cumplimiento de este objetivo ayudará a cumplir los demás ODS y estos, a su vez, serán esenciales para lograr el 14.
Para los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), como Kiribati, este enfoque integrado no solo es importante, sino que es fundamental. Por un lado, su entorno oceánico les satisface necesidades críticas, con comunicaciones, transporte, medios de subsistencia, comercio y más. Pero también los hace vulnerables de muchas formas interconectadas.
La logística, el transporte y las comunicaciones son complejas y caras dada la distancia de estas naciones insulares a otros países y entre sus propias islas. Sus ingresos son vulnerables y, con frecuencia, su situación de ingresos medios oculta a sectores productivos muy poco diversificados, como el turismo.
Como a menudo carecen de combustibles fósiles, importan mucho y en algunos casos el acceso a la energía sigue siendo limitado. Estas vulnerabilidades son exacerbadas por el mayor riesgo climático y de desastres, la amenaza de ciclones y el aparentemente siempre creciente nivel del mar.
Esto sucede en la práctica en un conjunto diverso de pequeñas islas. Los Estados Federados de Micronesia tienen una población de poco más de 100.000 habitantes y constan de 607 islas con 700 kilómetros cuadrados de tierra y más de 2,6 millones de kilómetros de aguas territoriales.
El turismo representa un porcentaje muy alto del producto interno bruto (PIB) para las islas pequeñas, lo que hace que sean muy susceptibles al riesgo climático y los desastres naturales.
En Maldivas, por ejemplo, el turismo asciende a 28 por ciento del PIB y genera más de 60 por ciento de sus ingresos en divisas. Islas Salomón y Tuvalu en ocasiones obtuvieron cerca de la mitad de sus ingresos nacionales de la asistencia internacional para el desarrollo.
En Palaos aumentó el porcentaje de la población con acceso a la energía a casi 70 por ciento, pero a pesar de su considerable potencial de energías renovables, todavía depende casi totalmente de la importación de combustibles fósiles.
Mientras tanto, el cambio climático es una amenaza existencial para varios Estados. Más de 90 por ciento de la población de Kiribati, Maldivas e Islas Marshall vive por debajo de los cinco metros sobre el nivel del mar. [related_articles]
En estos y muchos PEID más el nivel del mar ya está erosionando la tierra, amenazando de manera significativa al turismo, haciendo insostenibles las tierras agrícolas, infiltrando cada vez más los pozos de agua dulce, mientras que las oleadas de tormenta y las mareas sumamente crecidas aumentan en número y severidad.
Dada la multiplicidad de vulnerabilidades y riesgos interconectados que enfrentan estos países en particular, la conferencia oceánica tiene la tarea de ofrecer una visión completamente integrada, no solo para lograr el importante ODS 14.
La conferencia puede y debe garantizar que el mensaje de integración esté en el centro de sus deliberaciones, y especialmente en sus soluciones para los complejos problemas relacionados con los PEID.
El desarrollo económico, la reducción de la pobreza, el combate a la erosión costera, la adaptación agrícola y más solo podrán prosperar si se piensan como un único problema interconectado, al que deben aplicarse soluciones integradas.
La vía de Samoa, el documento adoptado por la tercera Conferencia de los PEID celebrada en ese país insular en 2014, deja en claro este enfoque integrado cuando afirma que «promover la gestión integrada y sostenible de los recursos naturales y los ecosistemas que apoyan, entre otras cosas, el desarrollo económico, social y humano y al mismo tiempo facilita la conservación y la resiliencia ante los retos nuevos y emergentes» son la clave para el desarrollo sostenible.
Con Fiyi, a cargo de la copresidencia de la Conferencia de los Océanos y también actual presidente de las negociaciones sobre el clima, no hay mejor oportunidad para cumplir esta ambición desafiante, una ambición que une a los actores en una visión para cumplir con todos sus compromisos mundiales – Sendai, el Acuerdo de París, los ODS – a nivel nacional.
En estos temas trabaja el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y en estos temas es necesario que se cumplan los compromisos para actuar, integrados.
Traducido por Álvaro Queiruga