En los terrenos abandonados por un caficultor que migró a la ciudad, el usufructuario Roberto Martínez mantiene desbrozados los cafetos, que intercala con banano dulce, otras frutas y diversos tubérculos en Yateras, un municipio montañoso del oriente cubano.
La parcela de 4,67 hectáreas se llama La Esperanza, como la que perdió su anterior usufructuario cuando los pagos estatales por el grano ni alcanzaban para reponer los gastos de cada zafra. En un contexto más favorable, Martínez apostó su suerte a esta finca, cuando en 2008 la reforma de Raúl Castro ofreció tierras ociosas en usufructo.
“Entonces pedí estas tierras abandonadas y me las dieron”, contó a IPS el caficultor que mantiene la explotación junto a su hijo en la periferia de Palenque, capital de Yateras y con 19.779 habitantes. “Desde el mismo 2009 obtuve ganancias y hasta el momento he tenido buenos resultados”, aseguró a IPS.
A la sombra de un techo de guano (hoja de palma seca), Martínez cuida cientos de posturas que asegurarán la próxima siembra del producto insigne de Cuba junto con el ron y el tabaco. En las montañas del oriente cubano se obtiene el mejor grano, que con tueste oscuro y pasado por agua, ofrece la típica bebida fuerte y aromática.
Guantánamo, la provincia a la que pertenece Yateras, es el territorio más cafetalero del país.
Acceso a tierras ociosas, ventas de insumos y otros incentivos dentro de las transformaciones agropecuarias beneficiaron a los caficultores. Pero la mejoría económica subió a estas lomas en 2015, cuando las autoridades elevaron los precios estatales de compra de leche fresca, café, frijoles y miel.
Con variaciones por productos, los agricultores de este país insular caribeño deben vender la mayor parte de sus producciones a empresas estatales de acopio y comercialización.
Algunos excedentes pueden ser comerciados en los mercados agropecuarios regidos por la oferta y demanda o a otros compradores como los restaurantes privados.
Cuba, con un gobierno socialista desde 1959 y una economía controlada por el Estado, aunque actualmente hay una creciente participación del sector privado y las cooperativas.
Caficultores consultados por IPS señalaron que esta medida contribuye a reanimar las despobladas comunidades de montaña, donde el café es una de las pocas fuentes de sustento familiar y empleo temporero a mujeres. También se produce miel, que ahora compra Estados Unidos.
En Cuba, el café se cultiva mayormente en pequeñas plantaciones familiares, sobre todo en las zonas montañosas que representan 21 por ciento de territorio, siguiendo la tendencia mundial, donde 70 por ciento de la producción, en aumento, proviene de parcelas con una extensión menor a 10 y hasta cinco hectáreas.
“Al comenzar aquí ganaba por zafra de 35.000 a 40.000 pesos cubanos (1.400-1.600 dólares)”, recordó Martínez, en referencia al ciclo cafetalero local, de septiembre a enero. “Después de la subida de los precios, liquidé (obtuve) en 2016 cerca de 95.000 pesos cubanos (3.800 dólares)”, ejemplificó.
Los ingresos de este productor muestran los efectos del alza, que casi triplicó los precios de todas las variedades de café, cuyo valor depende de sus calidades.
Ahora las empresas estatales pagan el máximo del equivalente a 7,5 dólares por lata (unidad cafetera local equivalente a 12,7 kilogramos) de la variedad Cubita con hasta 10 por ciento de imperfecciones, que incluyen broca (insectos), basura, granos verdes y fermentados. La calidad más baja se cotiza a 5,5 dólares.
Para el tipo robusta local los precios van de 4,5 a 3,5 dólares.
“Resulta más o menos, porque tenemos que seguir usando el crédito del banco en cada campaña”, detalló Martínez.
“Uno sobrevive pero no muy holgado, y en mi caso, la ganancia tengo que dividirla entre dos familias”, continuó el productor que señala a la prolongada sequía iniciada en 2014 como el obstáculo para obtener las 1.000 latas previstas.
Al comenzar la cosecha, Martínez sube la cuesta por el camino empedrado y polvoriento que lleva a la casa de Cecilia Domínguez, para contratarla como temporera, siguiendo la práctica general en las zonas cafetaleras de contratar a miles de mujeres durante la recolecta del grano.
A la entrada de su humilde vivienda, esta mujer nacida y criada en Yateras aseguró a IPS que recoge entre dos y tres latas de café en media jornada de trabajo porque en la tarde debe “atender la casa”. Sin apenas levantar la mirada del suelo, precisó que las recolectoras reciben 0,80 dólares por lata.
Domínguez consideró que “ahora tienen muchos requisitos y hay más problemas vinculados a la producción”. “Debemos recoger un grano madurito, sin broca. Hoy no se dan las plantas tan buenas como antes, cuando casi no había broca”, describió sobre esta labor mayoritariamente en las manos pequeñas y diestras de las mujeres.
“Hay fuerzas nuevas que se han reincorporado, incluyendo mujeres que han cogido fincas”, señaló el veterano caficultor Norges González, que cubre con cafetos la mayor parte de sus seis hectáreas, excepto una pequeña porción destinada a una huerta para autoconsumo.
“Nuevamente se está poblando la montaña”, dijo a IPS este arrendatario de la finca La Sonrisa.
González es muy valorado en el municipio por los altos rendimientos de su finca, haber creado un injerto de cafeto más resistente a las plagas y obtener un grano ecológico. Trabaja su finca desde 1998 junto a su esposa e hijo.
“Antes había mucha desmotivación, al punto que el café iba en detrimento. Con el aumento de los precios y el inicio del programa de reordenamiento cafetalero en 2009 ha habido más incentivo”, destacó. [related_articles]
González se refiere a un programa para este rubro que incluye inversiones, crecimiento de las plantaciones hasta en zonas llanas y aplicar adelantos científico-técnicos, para alcanzar en 2020 una producción nacional de 20.000 toneladas, que está muy por debajo del récord histórico de 60.000 toneladas en 1961.
En este país de 11,2 millones de habitantes y una economía deprimida, actualmente se importan 8.000 toneladas de café al año. En 2014, últimas cifras disponibles, Cuba exportó café por valor de 5,36 millones de dólares e importó por 29,91 millones de dólares, en una alto desbalance que se mantiene y que se quiere equilibrar.
La cosecha cafetalera 2015-2016 recolectó 5.687 toneladas del grano, con el bajísimo rendimiento promedio de 0,14 toneladas por hectárea. Aún el ramo no ha publicado cifras de la campaña 2016-2017, que fue afectada en octubre por el paso del huracán Matthew por el oriente cubano.
Por esa causa, solo en Yateras se perdieron 31.000 latas de café. De las 150.000 latas planificadas, se entregaron 100.000, reveló a IPS su alcalde, Ismael Ruiz, sobre el comportamiento del que es el principal rubro económico del municipio, sustentado por dos empresas estatales y 35 de las 42 cooperativas agropecuarias existentes.
Noris Rodríguez, el director técnico productivo de la estatal Empresa Agroforestal, remarcó otras limitantes como precarias infraestructuras de transporte y falta de tecnología para el secado del grano.
“Somos un municipio muy húmedo y durante el período frío debemos trasladar el café a San Antonio del Sur para secarlo al sol, lo cual encarece los costos de producción”, explicó a IPS. “Se aspira a recuperar varias ‘guardiolas (tanque de secado artificial)’ en los centros de beneficio del municipio”, apuntó.
Editado por Estrella Gutiérrez