La Revolución cubana se queda sin su fundador y líder histórico

Un cartel con la imagen de Fidel Castro detrás de un escritorio vacío, en una oficina del municipio de Centro Habana, en la capital de Cuba, el sábado 26 de noviembre, horas después de anunciarse la muerte del líder histórico de la Revolución, a los 90 años. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Un cartel con la imagen de Fidel Castro detrás de un escritorio vacío, en una oficina del municipio de Centro Habana, en la capital de Cuba, el sábado 26 de noviembre, horas después de anunciarse la muerte del líder histórico de la Revolución, a los 90 años. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Fidel Castro Ruz, el político que sobrevivió a más de 600 planes de asesinato denunciados y se mantuvo en el poder por más tiempo que ningún otro gobernante en la historia de Cuba, falleció a los 90 años la noche de este viernes 25 de noviembre.

Visiblemente conmovido, el presidente Raúl Castro, su hermano, hizo el anuncio en una breve alocución televisiva. El mandatario precisó que el deceso se produjo a las 22:29 horas de la isla caribeña, aunque no brindó detalles sobre las causas del fallecimiento. Adelantó que sus restos serán cremados y se le rendirá un homenaje póstumo.

La comisión organizadora del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el Estado y el Gobierno, declaró nueve días de duelo nacional. Los días 28 y 29 de noviembre, la población de todo el país podrá rendirle homenaje al expresidente en lugares señalados en todas las localidades.

Y el mismo día 29, a las 19:00 horas, se realizará un acto masivo en la Plaza de la Revolución José Martí, la tribuna de la capital cubana desde donde Castro dirigió muchos de sus famosos extensos discursos.

En un itinerario con momentos solemnes, sus cenizas viajarán desde la capital hasta el oriente del país, para realizar la ceremonia de inhumación el 4 de diciembre en el cementerio de Santa Ifigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba, a 847 kilómetros al este de La Habana.

El histórico líder de la Revolución cubana enfermó gravemente el 31 de julio de 2006 y dos años después renunció a la presidencia del país, cargo que desde el 28 de febrero de 2008 ocupa su hermano menor, de 85 años.

No existe acontecimiento relevante ocurrido en Cuba a partir del 1 de enero de 1959 que no lleve su sello inconfundible. Aun enfermo, se mantuvo presente en la vida del país a través de decenas de artículos publicados en la prensa oficial.

«Mi deber elemental no es aferrarme a cargos y mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir», dijo en uno de esos escritos, fechado en diciembre de 2007.

Nació el 13 de agosto de 1926 en Birán, un punto del oriente cubano por ese entonces casi desconocido. Hijo de Ángel Castro Argiz, un terrateniente cañero de origen gallego, y Lina Ruz González, hizo sus primeras letras en una escuela rural.

Finalizó su enseñanza primaria en colegios privados católicos de Santiago de Cuba y La Habana y continuó sus estudios secundarios en el colegio jesuita de Belén, hoy Instituto Técnico Militar. En 1945 ingresó a la Universidad de La Habana y se vinculó activamente a las luchas políticas dentro del estudiantado.

El 26 de julio de 1953, al frente de 165 jóvenes, intentó tomar por las armas el cuartel Moncada, estratégica fortaleza militar de la época, en la ciudad de Santiago de Cuba. La acción fracasó militarmente y fue encarcelado junto a decenas de otros asaltantes.

Vista exterior  de la casa natal de Fidel Castro, convertida en Museo de la familia Castro Ruz, en la oriental localidad de Biran, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Vista exterior de la casa natal de Fidel Castro, convertida en Museo de la familia Castro Ruz, en la oriental localidad de Biran, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Había terminado sus estudios de abogacía en junio de 1950 y asumió su propia defensa en el juicio en que fue condenado a 15 años de prisión. En su alegato ante los tribunales, denunció como ilegal al régimen encabezado por Fulgencio Batista (1951-1 de enero de 1959) y expuso su programa político, que se hizo célebre bajo el título de «La historia me absolverá».

Abandonó la prisión el 15 de mayo de 1955, gracias a una amnistía que benefició a todos los presos por el asalto del Moncada. El 7 de julio de ese mismo año, ya fundado oficialmente el Movimiento 26 de julio, partió al exilio en México para organizar desde allí la sublevación armada.

El 2 de diciembre de 1956 desembarcó en la costa oriental de Cuba en el yate Granma, con 82 expedicionarios a bordo, entre ellos, su hermano Raúl y el médico argentino Ernesto Guevara (1928-1967).

Desde la Sierra Maestra, encabezó el movimiento insurreccional que triunfó el 1 de enero de 1959. Palomas posadas en sus hombros cuando habló en La Habana el 8 de enero de ese año, desde el cuartel de Columbia (hoy Ciudad Libertad), alimentaron la creencia popular de que los Orishas, divinidades de la religiosidad de origen africano, lo protegían.

Asumió como primer ministro el 16 de febrero de 1959, cargo al que renunció el 17 de julio, para reasumir nuevamente, tras una crisis de nueve días que desembocó en la dimisión del presidente Manuel Urrutia (1901-1981) y su reemplazo por Osvaldo Dorticós (1919-1983).

El 16 de abril de 1961 aprovechó el sepelio de las ocho víctimas provocadas, el día antes,  por el bombardeo de dos aeropuertos cubanos, para declarar el carácter socialista de la revolución. Al siguiente día, comandó las fuerzas que derrotaron en menos de 72 horas la invasión por Playa Girón y Playa Larga, en la bahía de Cochinos.

Washington había roto relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de ese año. A partir de entonces, la historia entre los dos países fue de permanente conflicto, marcada por la hostilidad estadounidense y momentos de graves tensiones.

“Viva Fidel”, dice un cartel que porta un grupo de niñas durante un acto en la Plaza de la Revolución, en La Habana. Tras su retiro de la escena pública, la imagen de Fidel Castro se ha mantenido presente entre las nuevas generaciones cubanas. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
“Viva Fidel”, dice un cartel que porta  una niña durante un acto en la Plaza de la Revolución, en La Habana. Tras su retiro de la escena pública, la imagen de Fidel Castro se ha mantenido presente entre las nuevas generaciones cubanas. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Se abstuvo de comentar el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington, el 17 de diciembre de 2014, pero reaccionó molesto ante un discurso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al pueblo cubano durante su visita a Cuba en marzo de este año para sellar el deshielo de las relaciones bilaterales.

“No necesitamos que el imperio nos regale nada”, dijo en un escrito, tras rechazar el llamado del mandatario estadounidense a olvidar el pasado, pero sin mencionar el embargo de más de 50 años y las agresiones contra el país, en medio siglo de confrontación.

El diálogo con Washington fructificó con Raúl Castro, pero se conoce que los primeros tanteos de acercamiento comenzaron bajo la dirección de Fidel Castro, lo cual permite suponer que estuvo al tanto de las negociaciones ultra secretas que culminaron con el restablecimiento de los nexos diplomáticos.

Castro fue uno de los principales protagonistas de la llamada crisis de los misiles, desatada luego que el presidente estadounidense John F. Kennedy (1960-1963) hizo pública, el 22 de octubre de 1962, la presencia de ojivas nucleares soviéticas en Cuba.

El acuerdo secreto del líder soviético Nikita Kruchov con Kennedy de retirar los misiles sin consultar con la dirección cubana lo hizo reaccionar con especial indignación. Kennedy se comprometió a no agredir militarmente a Cuba, pero según La Habana, cada nueva administración estadounidense puso en duda ese compromiso.

A partir de la constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en octubre de 1965, resultó electo primer secretario y miembro del Buró Político. Luego de la instalación en 1976 de la Asamblea Nacional del Poder Popular, ocupó los cargos de Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros.

Fuerte defensor del «internacionalismo», dirigió la participación de miles de combatientes cubanos en la guerra de Angola, entre 1975 y 1988, e impulsó la colaboración en las esferas de la salud y la educación, principalmente mediante el envío de decenas de miles de médicos, maestros y técnicos cubanos a países en desarrollo.

Dos mujeres comentan el fallecimiento de Fidel Castro, el sábado 26 de noviembre, en La Habana, mientras siguen por televisión la programación especial sobre la muerte de quien dirigió Cuba entre 1959 y 2006. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Dos mujeres comentan el fallecimiento de Fidel Castro, el sábado 26 de noviembre, en La Habana, mientras siguen por televisión la programación especial sobre la muerte de quien dirigió Cuba entre 1959 y 2006. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Presidió entre 1979 y 1983 el Movimiento de Países No Alineados, pero estuvo ausente físicamente de la XIV Cumbre que se desarrolló en La Habana en septiembre de 2006. No obstante su enfermedad, los Jefes de Estado y de Gobierno participantes en la cita lo eligieron presidente del grupo por aclamación.

En enero de 1998 se esmeró en atender al Papa Juan Pablo II, quien visitó Cuba por casi una semana. ”Nos duele tu partida, inolvidable amigo y deseamos con fervor que tu ejemplo  perdure”, escribió en 2005, tras la muerte de Karol Wojtyla, de origen polaco y fama de anticomunista.[related_articles]

Maestro en el manejo de la opinión pública, en diciembre de 1999 se abocó a una campaña dirigida especialmente hacia Estados Unidos para lograr la repatriación de Elián González, un niño de seis años sacado de Cuba clandestinamente por su madre, para emigrar a ese país en una balsa, que naufragó frente a la costa estadounidense.

La mujer murió ahogada, pero Elián sobrevivió y fue entregado a familiares en ese país que disputaron la custodia al padre que residía en Cuba, Juan Miguel González. El litigio con Estados Unidos en torno al caso duró siete meses, al cabo de los cuales el niño regresó con su padre a Cuba, que los recibió como héroes.

Castro sucumbió al deterioro físico, pero las políticas hostiles de la mayoría de los presidentes de Estados Unidos no lograron verle derrotado, como tampoco la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, ni la dramática crisis económica que sobrevino en Cuba tras la debacle del socialismo en Europa del Este.

«Si un día me dicen que el 98 por ciento de la gente no cree en el socialismo, yo sigo luchando. Si un día dicen que quedo solo defendiendo esas ideas, sigo luchando», dijo en 1990. Eran días inciertos para este país y no pocos pensaban que Cuba no resistiría la a debacle del socialismo  en el este europeo.

Editado por Estrella Gutiérrez

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