Una planta industrial sin uso de combustibles fósiles y prácticamente sin desechos de su materia prima, el Complejo Agroindustrial Angostura SA (CAIASA), refleja la transición que vive Paraguay hacia la industrialización.
Se trata de la mayor planta productora de harina y aceite en un país cuya economía dependía casi solo de exportaciones agrícolas, principalmente de soja y carne de vacuno, y que recién pasó a procesar sus oleaginosas en gran escala y a vender al exterior sus derivados, además de estimular otras industrias.
Con CAIASA, en operación desde mayo de 2013, a orillas del río Paraguay, uno de los principales de América del Sur, la molienda de soja en el país se acerca a la mitad de toda su cosecha, que debe alcanzar 8,8 millones de toneladas este año, según estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Además de producir harina de soja y aceite, de mayor valor agregado, esa agroindustria beneficia a los agricultores al asegurar la demanda de granos durante todo el año, lo que “reduce la estacionalidad y estabiliza los precios”, destacó en entrevista con IPS el gerente general de CAIASA, Diego Puente.
Paraguay es el cuarto exportador y el sexto productor mundial de soja. Pero es el primero entre los países de pequeña dimensión, superado solo por gigantes como Estados Unidos, Brasil, Argentina, China e India, los dos últimos únicamente en producción.
Sobresale así la importancia económica de esa oleaginosa para los 6,78 millones de paraguayos, la población estimada por la Dirección General de Estadística para 2013. Su procesamiento ofrece además empleos calificados, con una capacitación que para algunas funciones productivas de CAIASA se hizo en Argentina.
Los modernos equipos, con tecnología de última generación en la llamada industria aceitera, no exigen mucha mano de obra, solo 200 personas en forma directa. Pero los empleos indirectos son numerosos, cerca de 2.500, principalmente en transportes y servicios de mantenimiento, subraya Puente.
Cerca de 2.000 camiones abastecen de soja a la planta, donde arriban 500 en promedio por día en el período de zafra, informó a IPS el gerente industrial, Norberto Vuyk.
“CAIASA es una bendición, acá la recepción es rápida, solo demora hasta 24 horas, mientras en los puertos más desorganizados perdemos cuatro o cinco días para descargar”, comentó a IPS el camionero Victor Villamayor, corroborado por su colega Martin Echauri.
Ambos cuentan con vehículos de gran capacidad, que pueden transportar hasta 30 toneladas de soja, estacionados en la “Playa de camiones” de la empresa, no tan repleta como en el auge de la cosecha, en enero y febrero. Es que en marzo empiezan a hacerse más lentas las cargas, explicaron.
CAIASA tiene otra singularidad, la de juntar a grandes rivales del sector. “Se unieron para crearla fuertes competidores en el mercado agrícola mundial, (la corporación estadounidense) Bunge y (el grupo francés) Louis Dreyfus, buscando economías de escala y reducción de costos”, observó Puente.
La planta, que costó 200 millones de dólares, parcialmente financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con la contribución del Fondo OPEP de Desarrollo Internacional. Tiene capacidad para procesar 4.500 toneladas diarias de soja y opera 330 días al año, dejando un mes para operaciones de mantenimiento.
Otras gigantes transnacionales del sector, las estadounidenses Cargill y ADM, también instalaron sus plantas industriales en Paraguay, aunque con menor capacidad de molienda, lo que ha ampliado el desarrollo agroindustrial en este pequeño país del Cono Sur americano.
La planta ocupa un tercio del predio de 136 hectáreas en el parque industrial de la Municipalidad de Villeta, a 45 kilómetros de Asunción, en el oriental departamento de Central, y nació con posibilidades de expansión, si bien enfrenta un “riesgo latente”.
“Argentina, que tiene capacidad ociosa en su industria, puede adoptar un régimen de admisión temporal para importar soja de Paraguay y exportar derivados”, según Puente. La disputa podría agravar la escasez de la materia prima en años de baja producción, advirtió.
“La soja paraguaya contiene más proteína, por la mejor tierra y la fotosíntesis ampliada por el soleamiento más prolongado que en Argentina”, despertando el interés del vecino, sostuvo.
Comprar soja de Bolivia y del oeste de Brasil, cultivada en las riberas del río Paraguay que sirve de frontera entre esos dos países, es una alternativa futura.
“CAIASA tiene una ubicación estratégica, a 250 kilómetros de los cultivos paraguayos como promedio y en la hidrovía que puede traer soja del norte a fletes baratos”, razonó Puente. Adoptó el nombre Angostura, porque así se llama la localidad rural de su sede, justo donde el río Paraguay se hace más angosto y por tanto más profundo.
Desde allí pueden navegar grandes barcazas río abajo, hasta el puerto argentino de Rosario, 1.200 kilómetros al sur, donde llegan buques oceánicos. Río arriba, hacia Brasil y Bolivia, es distinto. La navegación es más difícil en el estiaje, obligando a limitar el peso de las cargas hasta que se mejore la vía fluvial.
Mejorarla exigiría, sin embargo, dragados y eliminación de rocas, intervenciones que tendrían “fuertes impactos en humedales, reduciéndolos al aumentar la velocidad del río”, según dijo a IPS el coordinador general de la organización ambientalista Sobrevivencia, Elías Díaz Peña.
Esas cuestiones afectan a CAIASA, pero afrontarlas corresponde a sus dueños internacionales que responden por la compra de materias primas y la exportación de los productos finales.
Las tareas de la empresa industrial empiezan en la recepción de los camiones cargados de soja y terminan al llenar las barcazas atracadas en el muelle con harina y aceite de soja, señaló Vuyk.
Entre las dos puntas, la soja recorre más de un kilómetro pasando por el control de calidad, almacenaje, preparación y molienda, transformándose en los productos de exportación que son transportados por tuberías hasta el muelle.
El complejo tiene capacidad para almacenar 300.000 toneladas en sus edificios y un tercio más en silos provisionales a cielo abierto, en forma de inmensas bolsas impermeables.
De la oleaginosa, 72 por ciento se convierte en harina, 20 por ciento en aceite y 5,5 por ciento en pellets de cáscara. El resto es agua, señaló el gerente industrial.
Los pellets sirven de alimento ganadero, pero CAIASA decidió usarlos como combustibles en la caldera de vapor, sumándoles astillas de madera adquirida de una empresa certificada contra la deforestación.
De esa forma el proceso excluye los derivados de petróleo que suelen ser usados en agroindustrias similares, haciendo del Complejo Angostura un modelo de nuevas tecnologías y de desarrollo limpio.
El cuidado ambiental, sobrepasando las normas legales del Paraguay, busca “sostener la imagen de nuestras empresas y cumplir las exigencias del BID”, explicó Vuyk, un ingeniero químico.
Además de la energía limpia, la aceitera practica el sistema de efluente cero (ZED, en inglés) de recirculación para recuperación de aguas residuales.
“CAIASA es una de las mejores, entre las 73 empresas industriales que se instalaron en Villeta, la mayoría en los últimos cinco años”, comentó a IPS el intendente (alcalde), Teodosio Gómez.
Su municipio, situado en el oriente del país, con 975 kilómetros cuadrados y 70 kilómetros de riberas al río Paraguay, se está afirmando como “el polo más importante de desarrollo industrial del país”, acotó con entusiasmo.
Además de varias empresas del agroindustria, incluyendo ADM, están presentes industrias químicas y el Astillero Tsuneishi Paraguay, de capital japonés, que construye las barcazas que movilizan la gran producción nacional. Los paraguayos se enorgullecen de tener la tercera flota más grande de barcazas del mundo.
Una política de garantías a las inversiones es clave en la atracción de empresas a Villeta, aseguró el intendente. También citó otros factores, como el “río navegable todo el tiempo sin contratiempos”, buenas carreteras, la cercanía de Asunción y la abundante energía eléctrica de la binacional Itaipú, la gigantesca central hidroeléctrica brasileño-paraguaya.
Editado por Estrella Gutiérrez