Tres décadas de epidemias de dengue no sirvieron para despertar en Brasil la urgencia de mejorar y ampliar su saneamiento básico, al contrario de lo que parece ocurrir ahora con la proliferación del virus zika y de recién nacidos con microcefalia.
El vector es el mismo para los dos virus, el mosquito Aedes aegypti, que ya había asustado los brasileños con la fiebre amarilla y se consideró erradicado del país en los años 50. Pero volvió dos décadas después, trajo el dengue y últimamente los virus de chicungunya y zika y el síndrome Guilhain-Barré, que llega a paralizar al enfermo.
Los brasileños declararon la guerra al Aedes solo cuando se evidenció que el zika puede provocar microcefalia y otros daños neurológicos en los bebes de mujeres que sufrieron el contagio en los primeros meses de embarazo.[pullquote]3[/pullquote]
“Hay muchas otras enfermedades, como diarreas, hepatitis y leptospirosis, típicas de países en desarrollo y asociadas a la falta de saneamiento, que cayeron en el olvido, con las cuales se pasó a convivir sin reacciones”, lamentó Edison Carlos, presidente ejecutivo del Instituto Trata Brasil, creado por empresas interesadas en saneamiento.
El dengue, que ya tuvo epidemias terribles, alcanzando 1,6 millones de casos y 863 muertes notificadas el año pasado, no conmovió el país como los bebes microcéfalos que empezaron a registrarse en octubre pasado y tampoco la conciencia de que en la raíz de todo está el precario sistema de aguas y limpieza del país.
“Simbólicamente la microcefalia es más fuerte por la carga emocional, tiene un rostro de bebe, mientras el dengue es abstracto, conmueve menos, pese a su alta mortalidad”, comparó Carlos en entrevista con IPS, para explicar el momento favorable a los temas de saneamiento en Brasil.
Entre el 22 de octubre y el 23 de febrero, los casos sospechosos de microcefalia y otras alteraciones del sistema nervioso central sumaron 4.107, según datos del Ministerio de Salud. De ese total, 583 fueron confirmados. De ellos, hasta ahora hay 67 casos asociados oficialmente al zika, según exámenes clínicos específicos.
“Hubo infección por el zika en la mayor parte de las madres que tuvieron bebes con diagnóstico final de microcefalia”, observó el Ministerio de Salud para destacar que los casos asociados deben de superar en mucho los ya comprobados.
Mientras el contagio por el Aedes se limitaba al dengue, se creía que solo agua limpia estancada servía de criadero al mosquito, “incluso especialistas no reconocían esa función en el agua sucia”, recordó Carlos.
Ahora se sabe que el mosquito prolifera en todas las aguas, poniendo en cuestión todo el saneamiento básico, incluyendo el desagüe, la basura, todos los objetos que pueden almacenar agua destapada por mínimo volumen que sea, el drenaje urbano y los embalses de agua de lluvia, excavados para reducir inundaciones urbanas.
“Es un problema de la ciudad y no del ciudadano, porque falta infraestructura urbana, ese el hecho nuevo” que sobresalió con la crisis del zika, evaluó Carlos, un químico industrial con especialización en comunicación estratégica.
“Hay un mundo de problemas” acumulados en esa área en Brasil, desde “la inseguridad en el suministro de agua potable que generó la cultura de la ‘caja de agua’ (tanque residencial para almacenar agua), que no tendría sentido en una ciudad que provea agua por la tubería 24 horas del día”, observó.
La crisis hídrica que afectó duramente el sureño estado de São Paulo el año pasado y varias otras regiones de Brasil, diseminó el hábito de almacenar agua en latas, ollas y cacerolas destapadas que se convirtieron en focos del mosquito.
Fue una de las razones de la mayor epidemia de dengue en São Paulo, con 649.000 casos registrados el año pasado. Sus 454 muertes correspondieron a 52,6 por ciento de todos los óbitos atribuidos a esa enfermedad en el país en 2015.
“La crisis hídrica, más la microcefalia y la Campaña de la Fraternidad constituyen una feliz, e infeliz también, coincidencia que es una oportunidad para tratar los graves problemas del saneamiento básico, destacó el presidente de Trata Brasil.
El saneamiento es el tema de la Campaña de la Fraternidad Ecuménica, que la católica Conferencia Nacional de Obispos de Brasil promueve anualmente y este año unió a varias otras iglesias cristianas para difundir y discutir el tema, bajo la consigna “Casa común, nuestra responsabilidad”.
En Brasil, un país con una población de 205 millones, 84,6 por ciento de ella urbana, el saneamiento avanza, pero muy lentamente, especialmente en alcantarillado y tratamiento de desagües.
En 2014, la población urbana con alcantarillado representaba 56,7 por ciento del total, contra 56,3 por ciento el año anterior.
A ese ritmo de mejora no se cumplirá la meta oficial de universalizar ese servicio en 2033, sino que se postergará a más allá de 2050, según estudio de la Confederación Nacional de la Industria. Además de insuficientes inversiones, la burocracia frena iniciativas locales al retardar la liberación de créditos, explican empresarios del sector.
El tratamiento de desagües es peor, solo alcanza a 39 por ciento del total. La mayor parte sigue contaminando ríos urbanos, lagunas y el mar costero.[related_articles]
“Es necesario rediseñar el sector, enfrentar sus graves problemas de forma estructural, buscar acuerdos políticos, movilizar la sociedad para reclamar prioridad al saneamiento”, sostuvo Dante Ragazzi Pauli, presidente de la Asociación Brasileña de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Abes).
“Falta eficiencia en la comunicación” de los especialistas con la población, “que sigue mal informada sobre la importancia del alcantarillado”, acotó a IPS, al explicar que se debe mantener el agua y el saneamiento como temas permanentes “en la agenda”, no solo en épocas de crisis hídrica o de epidemias.
La ABES persiste en esa tarea promoviendo variados encuentros y campañas, como la actual, “Más saneamiento, menos zika”, que tendrá un conversatorio especial en la metrópoli de São Paulo el 3 de marzo.
Otra necesidad es tener en cuenta la realidad, “la situación caótica” de las empresas estaduales y municipales de saneamiento básico, la incapacidad de alcaldías en ejecutar proyectos, además de la crisis económica actual, “un desafío adicional”, advirtió.
Sin eso, el gobierno central seguirá fijando “metas inexequibles”, como la de erradicar los basurales a cielo abierto y darle destinación adecuada a todos los residuos sólidos hasta 2014, de acuerdo a la ley de 2010, ejemplificó.
Una iniciativa que mejora ese cuadro, por lo menos en el medio rural del Nordeste de Brasil, es el Programa Un Millón de Cisternas (P1MC) que promueve la Articulación del Semiárido (ASA), una red de 3.000 organizaciones sociales.
Como las cisternas, que captan hasta 16.000 litros de agua de lluvia para beber y cocinar, son cerradas, no contribuyen a la proliferación de los mosquitos. El Nordeste es la región brasileña que sufre la epidemia más severa del zika y microcefalia.
En esa situación ASA intensificó los cursos de capacitación de sus beneficiados, cerca de 580.000 familias, para mejorar la gestión del agua y los cuidados para evitar el Aedes aegypti.
Como las lluvias volvieron, tras cuatro años de sequía en la zona Semiárida, en el interior del Nordeste, también aumentó la presencia del mosquito y la incidencia del dengue, “principalmente en locales más poblados”, señaló Rafael Neves, coordinador del P1MC.
Pero no hay datos anteriores y faltan estudios sobre la salud rural para comparar y evaluar la eficacia de las cisternas en la prevención del Aedes y las enfermedades que transmite, reconoció Neves a IPS.
Editado por Estrella Gutiérrez