Hakim Jan, dedicado al cultivo de maní (cacahuate) en una aldea de la provincia de Punyab, en Pakistán, pudo compensar las pérdidas de hasta más de la mitad de su cosecha en cada uno de los últimos tres años gracias al ingreso adicional que le ha generado la apicultura.
Él es uno de los 141 beneficiarios de talleres de apicultura en la aldea de Ghool, quienes además recibieron apoyo económico del Fondo para el Alivio de la Pobreza de Pakistán (PPAF, en inglés), en el marco del proyecto Preparación y Mitigación de la Sequía, implementado en diferentes aldeas de este distrito de Chakwal, cuyos agricultores dependen de las lluvias y sufren su escasez.
Los ingresos que percibe Jan por el maní disminuyen de forma constante desde 1999, cuando las lluvias comenzaron a reducirse en cantidad y duración.[pullquote]3[/pullquote]
Las colmenas no necesitan más terreno ni compiten con las actividades agrícolas o ganaderas, son fáciles de cuidar y solo requieren una pequeña inversión inicial.
Hace tres años, Jan compró 10 cajas de madera con colmenas por 34.000 rupias (unos 326 dólares). Actualmente, tiene 90, cuyo valor asciende a unos 9.792 dólares.
“Produzco unos 800 kilogramos de miel al año, que me generan unos 5.760 dólares, con menos trabajo intensivo y sin preocuparme por las pérdidas por la irregularidad climática”, relató.
Cada caja tiene entre cuatro y cinco colmenas.
A unos 90 kilómetros al sudeste de Islamabad, el distrito de Chakwal se extiende por 6.500 kilómetros cuadrados de terreno árido. Casi 90 por ciento de los 1,5 millones de personas dependen de la agricultura para vivir.
En Chakwal se cultiva maní en 32.375 hectáreas. La siembra comienza entre la última semana de marzo y mediados de abril y se extiende hasta fines de mayo. Se necesitan períodos de lluvias irregulares entre junio y agosto para empapar el área cultivada para que las semillas broten a fines de este último mes.
“Para este año se fijo el objetivo de cultivar 28.328 hectáreas, pero apenas se logró 50 por ciento por la falta de lluvias”, indicó Mohammad Jalid, funcionario de agricultura de Chakwal, al ser consultado por IPS.
El maní se consideraba un cultivo soñado gracias a las ganancias que solía dejar, que permitían a los agricultores pagar sus deudas y organizar el matrimonio de sus hijos.
Actualmente, 73 agricultores de la aldea de Ghool adoptaron la apicultura como fuente adicional de ingresos y como forma de compensar las pérdidas del cultivo de maní, indicó Rab Nawaz, uno de los grandes apicultores de esa localidad con 400 colmenas.
Hay unas 16.000 colmenas en unas 4.000 cajas de madera, precisó por teléfono desde Ghool.
En total, “producen unos 35.000 kilogramos de miel pura, unas 35 toneladas, que ascienden a unos 268.800 dólares”, estimó.
Comerciantes de mercados urbanos van a la aldea a comprar la miel directamente a los apicultores a unos 7,68 dólares el kilogramo, que luego venden a 11,52 dólares, acotó Nawaz.
A veces, 50 por ciento de los ingresos son ganancia total, dependiendo de la cantidad de miel que los apicultores extraigan de cada una de sus colmenas, añadió.
El especialista en adaptación y mitigación del cambio climático del PPAF, Zafar Pervez Sabri, explicó: “Queremos ofrecerles distintas capacidades para que no se resientan sus ingresos, aún si estos disminuyen por las pérdidas de sus cultivos, pues los efectos de la sequía se hacen más evidentes en sus economías”.
En el marco del multimillonario Proyecto de Protección y Mejora de Ingresos (LEPP, en inglés), implementado por primera vez en 1992 por el PPAF, junto con el Programa Nacional de Apoyo rural, 150 agricultores de este distrito, se capacitaron en apicultura.
“Tras constatar el impacto socioeconómico tangible en la vida de las comunidades agrícolas de Chakwal, propenso a la sequía, planeamos ampliar el proyecto a distintas partes de Pakistán”, indicó Zafar Pervez Sabri.
“La pérdida de cultivos es común en estas áreas que dependen de la lluvia, lo que hace que los agricultores caigan en la trampa de endeudarse y queden a merced de prestamistas explotadores”, explicó.[related_articles]
El cambio climático es una gran amenaza para la agricultura de Pakistán, soporte de la economía nacional, remarcó Zafar Iqbal, expresidente de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres.
“La capacitación en formas alternativas de generar ingresos que no dependan del clima, como la apicultura, son de mucha ayuda para que las comunidades agrícolas se vuelvan resistentes a los efectos del cambio climático y para proteger sus ingresos”, explicó.
El presidente de la Asociación de Apicultores de Pakistán, Naim Qasmi, observó que la acelerada tala de árboles de bayas perjudicaba la producción de miel en este país, en especial en la región de Pothohar.
“La tala esta generalizada y sin control y, si no se frena, afectará la producción de miel”, alertó.
A diferencia de otros árboles, los de las bayas florecen de mediados de septiembre a mediados de octubre, cuando las abejas hacen maravillas en sus colmenas con el néctar extraído de las flores, explicó Rashid Hussain, investigador del Instituto de Investigación de Abejas, Centro Nacional de Investigación Agraria (NARC, en inglés), al ser consultado por IPS.
La miel hecha a partir del néctar de los árboles de bayas tiene un mayor valor medicinal, comparado con la que se hace a partir de otras flores, puntualizó.
Los agricultores de esta zona no son conscientes de las mayores ventajas ni del papel que desempeñan las abejas en la polinización de los cultivos, alertó.
Muhammad Asif Aziz, entomólogo de la Universidad de Agricultura Árida en la ciudad de Rawalpindi, en el norte de la provincia de Punyab, remarcó la necesidad de concienciar a los agricultores sobre la importancia de las abejas.
“En Estados Unidos, los agricultores pagan a los apicultores unos 150 dólares por colmena por temporada de renta por la polinización”, indicó. “Pero los apicultores de Ghool, ofrecen el servicio gratis en la zona y sin saberlo”, acotó Asif Aziz.
El entomólogo explicó que hay que informar a los agricultores que las abejas son los insectos más eficientes en materia de polinización y alertarlos de que la disminución de la actividad apícola perjudicará su producción, en especial la de frutas, verduras y cultivos oleaginosos.
Traducido por Verónica Firme