Quince millones de personas tienen acceso al tratamiento antirretroviral contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en todo el mundo, según Onusida. Las nuevas infecciones descendieron 35 por ciento desde 2000 y las muertes derivadas del sida cayeron 42 por ciento desde el pico alcanzado en 2004.
Este 1 de diciembre, en el Día Mundial de la Lucha contra el Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), los expertos dicen que todavía hay mucho que hacer para erradicar el VIH/sida, uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que gobernantes de todo el mundo adoptaron en septiembre y que deberán cumplirse para 2030.[pullquote]3[/pullquote]
Onusida (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida) indica que la región de Asia y el Pacífico alberga la segunda mayor población de personas que viven con el virus, con una cifra estimada de 4,8 millones de afectados. En India es difícil precisar la cantidad, ya que existen grandes disparidades en la recopilación y la difusión de datos en este país de 1.250 millones de habitantes.
El informe de Onusida sobre déficits y diferencias 2014 señala que India tiene la tercera mayor epidemia de VIH en el mundo, con una prevalencia en 2013 calculada en 0,3 por ciento de la población, lo que equivale a 2,1 millones de personas. En el mismo año, se estima que 130.000 personas murieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida en este país.
Pero la epidemia india de VIH se está desacelerando, con un descenso de 19 por ciento en las nuevas infecciones, a 130.000 en 2013, y una disminución de 38 por ciento en las muertes relacionadas con el sida entre 2005 y 2013. No obstante, 51 por ciento de las muertes en Asia se producen en India.
“Los niños y las personas que viven con el VIH y el sida siguen sufriendo el estigma y la discriminación, ya que la aceptación social sigue siendo muy escasa», denunció Ashok Rau, director de la Fundación Libertad, con sede en la austral ciudad de Bangalore.
Neethi, de 12 años, es una recién llegada al orfanato de la Fundación Libertad y todavía siente la dificultad de la transición.
«Estoy estudiando primer año (de la escuela secundaria). Tenía dos años y medio cuando murió mi madre. No recuerdo su rostro. Murió de sida. No sé qué edad tenía, ni si ella lo tuvo primero o si fue papá. Después de la muerte de mi madre, mi padre me dejó al cuidado de mis abuelos maternos», contó a IPS.
Su padre se volvió a casar y su segunda esposa también contrajo el VIH. Neethi se mudó con ellos, pero el ambiente era hostil. Y en algún momento después de que su madre murió, la niña fue diagnosticada con el virus.
«En el hospital fui internada en la sala de pediatría femenina. Me pusieron un gotero y tenía la mano hinchada. Así que mi padre me daba de comer la cena por la noche. A las 20 horas el personal del hospital lo sacaba porque había terminado la hora de las visitas” y no se permitía la presencia masculina, explicó. “Mi madrastra se negó a darme de comer y, en cambio, se comía la cena», aseguró Neethi.
Después de ese incidente, su padre la trasladó a la Fundación Libertad.
«Mi padre se dio cuenta de que mi madrastra me maltrataba y abusaba de mí… Él sigue vivo, me visita, me mima y me llama una vez a la semana”, destacó la joven.[related_articles]
“Estoy desesperada y necesitada de amor porque siento que el mundo no se preocupa por la gente como yo. Las consejeras me dicen que debo ser valiente y enfrentar el mundo», expresó Neethi.
El padre de Hamsini, de 16 años, murió hace 10 años y su madre hace seis. «No sabía que mis padres eran seropositivos. Fue cuando mi hermana menor también murió… que me hicieron la prueba. No se sabía a ciencia cierta si yo era positiva porque los resultados no fueron concluyentes», explicó.
“Tras la muerte de mis padres y mi hermana, mis familiares me estigmatizaron y discriminaron, abusaban emocionalmente de mí y me insultaban… Entonces me trajeron a la Fundación Libertad y hará unos tres años las pruebas confirmaron que también soy VIH- positiva», informó.
Basavalinga, de 15 años, es oriundo de Gulbarga, un distrito del austral estado de Karnataka.
«Llegué al orfanato de la Fundación Libertad en 2009. Mi padre murió de sida en 2005 y mi madre… en 2007. Pero recuerdo que en 2004, cuando tenía sólo cuatro años, alguien me dijo que yo sufría de una enfermedad incurable. Mis padres me llevaron a una persona que me marcó en el estómago con una barra de hierro caliente. La cicatriz sigue allí», relató.
«Cuando mis dos padres murieron… mis tíos me cuidaron, pero me empezaron a maltratar y a discriminar entre los otros niños. Entonces me di cuenta de que algo andaba mal. En 2007 me hicieron la prueba del VIH y salió positiva”, añadió. En 2009 sus tíos lo llevaron al orfanato.
Tejas y su hermano de 14 años, Tarun, son de la localidad de Malur, próxima a Bangalore. Toda su familia se vio muy golpeada por la enfermedad. Ambos están en la Fundación Libertad desde 2009. Tejas no está seguro de si es seropositivo.
“Pero mi hermano menor Tarun sí es. Mi padre tenía tres esposas y tuvo dos hijos con cada una…, pero ahora todos mis padres están muertos, todos murieron de sida. No sé si mis hermanastros también son positivos», dijo.
«Los niños necesitan pagar sus cuotas escolares, libros, uniformes para tener una integración efectiva. El criterio para la integración sin fisuras es la educación y habilidades para la vida, además de la medicación y el buen asesoramiento. Muchos se han casado y viven una vida productiva como adultos jóvenes», aseguró Ashok Rau, el director de la Fundación Libertad.
«Nuestro asesoramiento y apoyo para la integración tuvo algunos éxitos asombrosos: algunos de nuestros huérfanos por el VIH… trabajan en empresas trasnacionales importantes, y en el sector empresarial. Esto reivindica la necesidad de la educación», señaló. Rau añadió que el orfanato necesita con urgencia fondos para seguir funcionando.
Traducido por Álvaro Queiruga