El cambio climático está transformando el mundo que conocemos y queremos. Nuestras tierras, viviendas y alimentos están en riesgo. Con cerca de 1.000 millones de personas que viven en la pobreza, es la mayor amenaza para la lucha contra el hambre.
Los jefes de Estado y de gobierno se reunirán en París en diciembre para participar en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Allí, donde se decidirá un nuevo tratado climático, los representantes africanos tendrán que tomar una postura audaz.[pullquote]3[/pullquote]
Las comunidades de pastores y comunidades originarias de África son muy vulnerables a los cambios climáticos. En diciembre, África deberá permanecer unida y negociar para que los fondos para la adaptación sean más adecuados, previsibles y mayores que los recibidos hasta ahora.
Tiempos difíciles
En toda África, ya estamos viendo las amenazas a nuestro suministro de alimentos debido a la menor fiabilidad de los patrones de lluvia, el aumento de las temperaturas y un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos.
Millones de africanos ya viven en la pobreza extrema, y nuestro futuro como continente depende de su supervivencia.
Una de esas personas es Mary Matupi, una agricultora del distrito de Rumphi, en el norte de Malawi.
Matupi cultiva maíz en un pequeño pedazo de tierra, y normalmente cosecha unas 80 bolsas de 50 kilos cada una. Sin embargo, en la última zafra apenas llenó 15 bolsas debido al retraso en las lluvias.
“Si no actuamos para detener el cambio climático vendrán tiempos más difíciles y vamos a sufrir”, advirtió.
Las mujeres como Matupi son la mayoría de los pequeños productores africanos. Son el rostro de 60 a 80 por ciento de la mano de obra de la producción alimentaria en África subsahariana.
Las lluvias irregulares perjudican sensiblemente su capacidad para mantener a sus familias y sus comunidades. Como millones de otros, Matupi simplemente intenta alimentar a su familia, su comunidad y, en última instancia, su país.
El impacto del cambio climático
Muchos lugares en África podrían experimentar aun más calentamiento que el promedio mundial. Si las temperaturas suben cuatro grados Celsius en el mundo, en algunos países africanos ese aumento podría llegar a los seis grados.
Según el Programa las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los cambios en la disponibilidad y la temperatura del agua tendrán un efecto enorme en la agricultura africana, ya que 97 por ciento de la producción es de secano y 60 por ciento de la fuerza laboral del continente trabaja en el sector.
Como el nivel del mar está en aumento, muchos países africanos de baja altitud corren el riesgo de perder sus tierras de cultivo. Las pérdidas económicas podrían ser considerables en las zonas costeras de Marruecos, Mozambique y Senegal.
De acuerdo con la CMNUCC, si el calentamiento supera los tres grados a nivel mundial, las zonas de cultivos del maíz, el mijo y el sorgo serán inviables en gran parte de África. También podemos esperar fenómenos climáticos extremos más frecuentes y más graves, con enormes costos socioeconómicos.
Asimismo, las condiciones climáticas extremas afectarán nuestra dieta, y probablemente causen más desnutrición y enfermedades – un hecho que los gobiernos no pueden ignorar.
Por lo tanto, los fondos para la tecnología – nuevos cultivos resistentes a la sequía, nuevas técnicas de cultivo, sistemas de alerta temprana, programas de almacenamiento de semillas, etc. – que pueda ayudar a los agricultores africanos deben ser una prioridad en la agenda de París.
Kabugho Ruth, de Uganda, es un ejemplo de cómo la tecnología y los métodos nuevos ayudan a los agricultores.
La adopción de nuevos métodos de cultivo ha “hecho maravillas” para Ruth, según sus propias palabras. Al construir terrazas para café y bananas en su jardín, la agricultora logró triplicar su producción. Imagínese qué puede hacer la financiación por otros pequeños agricultores de todo el continente.
La ciudadanía en acción
Los agricultores africanos demuestran su capacidad de resistencia y su compromiso con la acción climática y merecen nuestro apoyo.[related_articles]
Y no están solos. En todo el continente, la Petición del Pueblo de África procura reunir un millón de firmas antes de la COP21 para demostrar el apoyo africano a la prioridad de la lucha contra el cambio climático.
En todo el continente, organizaciones sociales se movilizarán el Día Mundial de la Alimentación, el viernes 16, como parte de la campaña Mujeres, Alimentos, Clima, que destaca el papel de las pequeñas productoras en la provisión de alimentos, así como su lucha contra los efectos del cambio climático.
Las agricultoras como Matupi y Ruth necesitan que sus gobiernos hagan su parte en la lucha por los fondos que pueden ayudar a mitigar el impacto del cambio climático. Cálculos conservadores señalan que África necesitará aproximadamente 95.000 millones de dólares al año para el 2050 con ese fin.
Los líderes africanos deben evitar el mismo camino de desarrollo destructivo, guiado por el lucro y con alto consumo en dióxido de carbono – que anteriormente seguían los países ricos – que nos llevó a la crisis actual.
Para lograrlo necesitamos líderes visionarios que vayan a las negociaciones de París abogando por un cambio global hacia el uso de la energía renovable. Y deben ser implacables en reclamar los fondos y la tecnología que necesitamos para enfrentar el cambio climático.
La agricultura a pequeña escala proporciona la mayor parte de los alimentos producidos en África, y es la fuente de empleo de 70 por ciento de la fuerza laboral.
En el próximo Día Mundial de la Alimentación no podemos permitir que nuestros pequeños agricultores sean olvidados en París.
Un acuerdo de financiación para la adaptación climática alcanzado en París podría cambiar para siempre la vida de las agricultoras como María Matupi y Kabugho Ruth, y garantizar que el continente pueda alimentarse a sí mismo.
No podemos ignorar esta oportunidad.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de la autora y no representan necesariamente las de IPS – Inter Press Service, ni pueden atribuírsele.
Traducido por Álvaro Queiruga