Los conflictos armados y la inestabilidad política que expulsan a cientos de miles de refugiados a Europa se originaron en gran parte en las intervenciones militares que Estados Unidos y sus aliados protagonizaron para generar un cambio de régimen en Afganistán, Iraq, Libia y Siria, entre otros.
Estados Unidos contó con el apoyo militar de Alemania, España, Francia, Gran Bretaña e Italia, mientras que la zona de exclusión aérea para derrocar al líder libio Muammar Gadafi fue liderada por Francia y Gran Bretaña en 2011, con el respaldo de Bélgica, Canadá, Dinamarca y Noruega, entre otros.[pullquote]3[/pullquote]
En los últimos días, un funcionario no identificado de un país de Europa oriental que ahora integra la Unión Europea (UE), se preguntó: «¿Por qué debemos brindarles hogares a estos refugiados si nosotros no invadimos sus países?”.
Esta reacción podría haber venido de cualquiera de los países del antiguo bloque soviético, como Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Letonia, República Checa y Rumania, que tienen una política de puertas abiertas para los migrantes en tránsito y los refugiados.
Estados Unidos estuvo directamente involucrado en el cambio de régimen de Afganistán (2001) e Iraq (2003), y respalda el derrocamiento del presidente sirio Bashar al Assad, enfrascado en una guerra civil que comenzó en marzo de 2011.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, que se manifestó «horrorizado y desconsolado» por la pérdida de vidas de migrantes en el mar Mediterráneo y Europa, destacó que la gran mayoría de quienes “emprenden estas travesías arduas y peligrosas son refugiados que huyen de lugares como Siria, Iraq y Afganistán”.
James A. Paul, ex director ejecutivo de la organización con sede en Nueva York Global Policy Forum, dijo a IPS que el término «refugiados de cambio de régimen» es una forma excelente de cambiar la vacua conversación en torno a la crisis actual.
Obviamente, las causas son muchas, pero el «cambio de régimen» ayuda a concentrarse en una parte fundamental del panorama, opinó.
El discurso oficial en Europa enmarca las guerras civiles y las crisis económicas en función del fanatismo, la corrupción, la dictadura, los fracasos económicos y otras causas por las que no tienen responsabilidad alguna, según Paul.
«Mantienen silencio acerca de la intervención militar y el cambio de régimen en los cuales los europeos fueron protagonistas, intervenciones que desgarraron las patrias de los refugiados y provocaron la guerra civil y el colapso del Estado», aseguró.
El activista dijo que los orígenes de muchos de los refugiados apoyan claramente este argumento: Afganistán, Iraq, Libia y Siria.
También muchos de los refugiados son oriundos de los Balcanes, donde las guerras de la década de 1990, de nuevo con la complicidad europea, destrozaron esas sociedades y condujeron al actual colapso socioeconómico, afirmó Paul.
Vijay Prashad, profesor de estudios internacionales de la estadounidense universidad de Trinity, dijo a IPS que la Convención sobre los Refugiados (1951) es actualmente obsoleta.
El pacto «fue escrito para la época de la Guerra Fría, cuando quienes huían del llamado mundo no libre eran bien recibidos por el mundo libre», explicó.
Muchos Estados del tercer mundo rechazaron la convención por la lamentable ideología que la sustentaba, según Prashad.
«Necesitamos un pacto nuevo”, exhortó, que tome en consideración específicamente a los refugiados por motivos económicos, expulsados por el Fondo Monetario Internacional, y políticos, que huyen de la guerra.
Al mismo tiempo, la comunidad internacional también debe reconocer «a los refugiados del cambio climático,… por cambio de régimen y… por el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte)», añadió.
La Convención de 1951 garantiza la condición de refugiado a toda persona con “fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas”.
Con respecto a la reacción de Europa oriental, Prashad dijo estar “totalmente de acuerdo. Pero, por supuesto, uno no oye ese sentir de Líbano, Turquía, Jordania y otros – que también recibieron refugiados en gran cantidad. ¿Por qué preguntarse ‘¿por qué debemos aceptarlos?’ y no ‘¿por qué Europa y Estados Unidos no hacen más?», cuestionó.
Mientras que Europa occidental se queja de los cientos de miles de migrantes que inundan sus orillas, la cantidad es relativamente insignificante comparada con los 3,5 millones de sirios alojados por Turquía, Jordania y Líbano, países que no invadieron los territorios de donde huyen la mayoría de los refugiados.
La enorme corriente de refugiados hacia Europa generó una crisis política en muchos países receptores, especialmente en Alemania, donde los neonazis se enfrentan a la policía casi a diario, mientras que la clase política se alarma por los incendios intencionales de las viviendas de refugiados.[related_articles]
La opinión pública se conmueve con las personas que se ahogan en el Mediterráneo o mueren en camiones y túneles ferroviarios, y con las miles de familias atrapadas en alta mar, frente a las vallas fronterizas y las fuerzas de seguridad.
Los representantes religiosos piden tolerancia, mientras que los políticos de la UE se preguntan cómo pueden resolver el problema con nuevas reglas y más dinero, dijo Paul.
«Pero la corriente de refugiados crece rápidamente, sin fin a la vista. Las cercas no pueden contener a las multitudes desesperadas», advirtió.
Es improbable que la ayuda económica de unos pocos miles de millones de euros a los países de origen, propuesta recientemente por Alemania, elimine el problema, comentó.
«Solo la clara comprensión de los orígenes de la crisis puede llevar a una respuesta, pero los dirigentes europeos no quieren tocar esta papa caliente y exponer su propia culpabilidad», subrayó.
Algunos políticos, especialmente en Francia, argumentan que es necesario intervenir militarmente en estas tierras conflictivas, recordó el activista.
El derrocamiento de Assad parece ser una propuesta bien recibida por la clase política en París, que prefiere ignorar lo contraproducente que fue la caída del líder libio Gadafi hace unos años, o su apoyo clandestino a la insurgencia islamista en Siria, declaró.
«La agresiva bestia nacionalista en los… países ricos no está dispuesta a aprender la lección, o a tener cautela ante las consecuencias de las intervenciones futuras», expresó.
«Por eso tenemos que analizar de cerca el ángulo del ‘cambio de régimen’ y generar la comprensión pública de que esta crisis fue en gran medida ‘Hecha en Europa’, con la complicidad activa de Washington, por supuesto», concluyó.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga