En el mundo hay más de 748 millones de personas sin agua potable, lo que equivale a más del doble de la población de Estados Unidos.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas, indican que 1.800 millones de personas, es decir 500 millones más que la población de China, beben agua contaminada con materia fecal. Y mueren dos millones de personas al año por no tener acceso al líquido vital.
Según el último informe “Desarrollo de los recursos hídricos en el mundo 2015: Agua para un mundo sostenible”, la demanda podría crecer 55 por ciento para 2050, a instancias, principalmente, del sector manufacturero.[pullquote]3[/pullquote]
En un contexto en que la comunidad internacional pasa del marco de erradicación de la pobreza, contemplado en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), a una agenda de desarrollo sostenible más ambiciosa, la cuestión del agua se vuelve más crucial que nunca.
Entre el barullo de las autoridades atrapadas en debates interminables y el montón de personas que sufren sequías, tienen sed y padecen enfermedades transmitidas por el agua contaminada, hay fuentes que dicen que unos 5.000 niños y niñas mueren cada día por esa causa, algunas voces logran hacerse oír dando claridad a uno de los problemas más complejos y urgentes del mundo.
Una de ellas es Rajendra Singh, ganador del prestigioso Premio del Agua de Estocolmo, también conocido como “Premio Nobel del agua”, por sus 35 años de compromiso con la conservación y la gestión del recurso.
El propio Singh ha sido apodado “el hombre del agua de India” y se le atribuye la recuperación de una ancestral técnica para cosechar el agua de lluvia que dio nueva vida a varios ríos y llevó el líquido limpio a las cañerías de 1.200 pueblos de su estado natal de Rajasthan, en el noreste de su país.
Con sus caudalosos ríos y sus innumerables tributarios, que constituyen uno de los sistemas de agua dulce más complejos del mundo, India ofrece un excelente estudio de caso en materia de gestión hídrica.
Unas 150 millones de personas en ese país de 1.200 millones de habitantes viven sin acceso a agua potable, lo que agrava la pobreza y plantea serias cuestiones en materia de energía, degradación ambiental y desarrollo sostenible.
En el marco de la Semana Mundial del Agua 2015 (del 23 al 28 de agosto) en Estocolmo, IPS conversó con el activista indio sobre el futuro de este recurso escaso e increíblemente preciado.
IPS: Siempre dice “no necesitamos nuevas políticas, necesitamos acción para el agua”. ¿A que se refiere?
RAJENDRA SINGH: En India no faltan políticas ni acciones, hay muchas leyes sobre conservación, uso y gestión del recurso. Pero esas políticas y acciones no se ejecutan de forma adecuada, y por eso no hay medidas concretas.
Necesitamos realizar trabajos descentralizados claros sobre la gestión hídrica con un enfoque comunitario. Y el trabajo del gobierno en ese tipo de gestión es muy importante: ofrecer recursos adecuados a las comunidades y crear un ambiente que facilite la acción.
Debe haber acciones conjuntas entre el gobierno y la comunidad para gestionar el recurso. Necesitamos cuatro cosas para eso: conocimientos sobre el agua, la conservación, la gestión y el uso eficiente del recurso.
IPS: Usted dice que el gobierno debe crear un ambiente propicio y suministrar los recursos para la acción. Suele asociarse “recursos” con “dinero”, que procede del sector privado. ¿Cómo responde a eso?
RS: El cambio nunca procede del sector privado. Para un cambio verdadero, necesitamos al gobierno y a la comunidad. No necesitamos corporativismo, sino la mancomunidad de la democracia. Si el sector corporativo hace todo, entonces, ¿dónde está la democracia?
En Rajasthan, tenemos muchas empresas, pero también tenemos un parlamento del agua. Mantenemos los derechos comunitarios ahí. Conservamos un ambiente democrático. La gente se moviliza. Cuando la sociedad se moviliza, quienes le roban a la comunidad, tienen que escapar.
Las corporaciones están acá para quedarse, pero es importante que no saqueen a la gente y que no contaminen el sistema.
IPS: Entramos en la era de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En materia de agua, ¿qué debe hacer distinto el gobierno en relación con lo que hizo durante la vigencia de los ODM?
RS: Vida, fuente de ingresos y dignidad, los tres están vinculados al agua.[related_articles]
En la época de los ODS, debemos otorgar la mayor prioridad al agua. Debemos dejar todo por un momento y solo concentrarnos en ella. No debemos entreverarnos en proyectos, indicadores y en el enfoque de marco lógico, sino mantenernos concentrados en el trabajo actual.
Hay una enorme invasión sobre los cuerpos de agua. Para evitarlo debemos identificarlos, demarcarlos y notificarlo todo. En muchos casos, debido a la erosión, el líquido tiene mucho sedimento, y como no tienen un título claro, el lobby inmobiliario avanza sobre las masas de agua.
La intrusión sobre el río es un problema que se encuentra en India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y otras regiones. La pobreza en la región (de Asia) es el resultado de una crisis hídrica, porque se alteran los derechos de las personas. Si le ponemos, podremos lograr que la región entera tenga un acceso adecuado al recurso.
Por ejemplo, la Ley Nacional de Garantía de Empleo Rural (de 2005) fue concebida para revivir y rediseñar el sistema hídrico del país. El entonces ministro de Agricultura, Raghunath Singh, nos visitó, vio mi trabajo y decidió diseñar un programa en el marco del cual se pudieran tomar medidas al respecto.
IPS: Usted participó en la junta de la Misión Limpiemos el Ganga, (el tercer río más largo de India). ¿Podrá recuperarse realmente algún día?
RS: Es difícil, pero no imposible. Pero el gobierno solo se relaciona con ingenieros, técnicos, etc. Pero no con hijos e hijas del Ganga, la gente. Si realmente incorpora a las personas en la misión, les llevará un máximo de 10 años recuperarlo.
De hecho, cualquiera de los ríos del país puede recuperarse en 10 o 15 años. Necesitamos la voluntad política del gobierno y la participación de la gente de a pie.
Soy una fuente de esperanza, nunca la pierdo. Recupero lo dañado, esa es la filosofía de mi vida.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme