Un proyecto de cinco años comenzó a ejecutarse en Ciudad de Belice en marzo, a fin de generar alternativas para que la gente se gane la vida teniendo en cuenta el cambio climático y su impacto en el desarrollo nacional.
El Proyecto de Adaptación al Clima y Conservación Marina de Belice (MCCAP, en inglés) tiene dos objetivos: implementar estructuras que garanticen la continua preservación de áreas protegidas y asegurar que los beneficiarios que las usan reciban formación sobre los peligros del cambio climático y que los medios con que se ganan la vida no dañen los recursos naturales.
Unos 203.000 beliceños viven en comunidades costeras, tanto en centros urbanos, como la ciudad de Belice, Corozal y Grangriga, y destinos a la vez pesqueros y turísticos, como los pueblos de Sarteneja, Hopkins, Sittee River, Seine Bight y Placencia.[pullquote]3[/pullquote]
Para esas personas y para Belice, “el cambio climático no es un problema ambiental. Es un asunto de desarrollo”, observó el representante del Banco Mundial y especialista ambiental Enos Esikuri.
Además, observó que seguir concentrándose en el aspecto ambiental significará “perder público” entre quienes dependen del mar ya sea porque se dedican a la pesca o al turismo.
Según Esikuri, hubo un cambio en la economía de Belice, de tener una base puramente agrícola pasó a una de servicios con el turismo como principal actividad, pero los recursos marinos en los ríos y el mar son parte integral del éxito de ese modelo.
Belice también debe prestar atención a la intensificación de los sistemas climáticos y a cómo los arrecifes protegen a las frágiles comunidades y la costa, puntualizó
La pesca representa 15 por ciento de su producto interno bruto (PIB) de 3.000 millones de dólares. Hay unos 4.500 pescadores con licencia, pero unos 18.000 beliceños viven de la pesca.
Pero el turismo representa casi 25 por ciento del PIB, y una porción significativa de la población que vive en las comunidades costeras se gana la vida con esta actividad, explicó Esikuri.
La barrera de coral y sus peces son un recurso muy importante, indicó, y al protegerla se preserva el sustento de muchas personas.
El Ministerio de Pesca, Silvicultura y Desarrollo Sostenible recibió 5,53 millones de dólares del Fondo de Adaptación del Banco Mundial, y el gobierno nacional aportó otros 1,78 millones de dólares al programa que busca implementar medidas de adaptación climática y conservación marina que prioricen el ambiente para fortalecer la resiliencia climática del sistema de arrecifes de coral de Belice.
El proyecto del MCCAP invertirá 560.000 dólares para generar conciencia sobre los impactos del cambio climático y educar a la población sobre el valor de la conservación marina y sobre cómo el fenómeno afecta sus vidas.
El proyecto explorará y desarrollará estrategias para ayudar a las comunidades costeras a volverse más resilientes al cambio climático, y fomentará intercambios entre poblaciones para aprender a adaptarse al recalentamiento del planeta.
El proyecto tiene tres componentes importantes, realizar mejoras a las actuales áreas protegidas en Corozal, en el atolón de Turneffe y en el cayo South Water frente a Placencia, desarrollar empresas comunitarias en acuicultura, agricultura y turismo y generar conciencia sobre el impacto climático y desarrollar y explorar estrategias de resiliencia climática.
La coordinadora del proyecto Sandra Grant espera que de los tres, el segundo sea el que tenga mayor impacto.
“Vamos a concentrarnos en las áreas marinas protegidas, pero al mismo tiempo comenzaremos actividades productivas porque a veces si las personas no ven las alternativas, no creen lo que estás tratando de hacer. Si bien son tres componentes diferentes, decidimos implementarlos en simultáneo”, explicó Grant.
Las áreas protegidas seleccionadas fueron identificadas prioritarias por el proyecto por su contribución al ambiente.[related_articles]
Los pescadores y otros actores, añadió, podrán aprovechar las nuevas estrategias para obtener beneficios económicos como plantar algas marinas, cosechar pepino de mar y diversificar el negocio con productos a los que añadan valor, añadió.
Parte del proyecto ayudará a financiar proyectos comunitarios para crear granjas de algas marinas de pequeña escala y sacar provecho de la demanda mundial por su uso en cosméticos, el sector farmacéutico y hasta helados.
Una cooperativa en Placencia ya comenzó a cultivar y a secar algas marinas para exportar. Los pepinos de mar, que se alimentan del fondo marino, pueden convertirse en una fuente de ingresos por ser una codiciada exquisitez y por sus propiedades medicinales en Asia y, en especial, en China.
Belice ya exporta 400.000 libras al año a un precio de entre 1,96 y 3,92 dólares la libra, aunque el producto seco puede llegar a costar 150 dólares la libra en el mercado internacional. Ya hay una cooperativa que invirtió en el rubro.
El santuario de vida silvestre de la bahía de Corozal, la reserva marina del atolón de Turneffe y la del cayo South Water tendrán varios dispositivos para asistir en la protección de sus ecosistemas marinos y costeros, como criaderos de arrecifes en los dos últimos.
Cada uno de los componentes tiene su propio presupuesto y se implementará de forma simultánea a los otros.
Editado por Roger Hamilton-Martin / Traducido por Verónica Firme