Servicios de salud en Cuba no asisten igual a las lesbianas

Dos mujeres se abrazan durante una jornada contra la homofobia, organizada en la capital de Cuba por el colectivo de Lesbianas Gay Bisexuales y Transexuales (LGBT). Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Dos mujeres se abrazan durante una jornada contra la homofobia, organizada en la capital de Cuba por el colectivo de Lesbianas Gay Bisexuales y Transexuales (LGBT). Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Mujeres lesbianas y bisexuales de Cuba suman a otras discriminaciones que sufren las de las prácticas médicas, que obvian  las vulnerabilidades de su salud sexual y reproductiva y las dejan invisibles en las campañas de prevención y atención a estos temas.

Muchas de ella suelen temer los instrumentos de diagnóstico ginecológico como una agresión especial a su condición sexual, desconocen sus riesgos ante las infecciones de transmisión sexual y no acuden al ginecólogo con tal de esquivar las preguntas sobre su conducta erótica, explicaron a IPS activistas y especialistas del área de salud.

La pedagoga Dayanis Tamayo, de 36 años y residente en Santiago de Cuba, a 862 kilómetros de La Habana, ha sentido rechazo en profesionales de la salud cuando saben que su pareja es mujer,  pues realizan comentarios lesbofóbicos y le clavan miradas reprobatorias.

“A veces paso desapercibida porque no cumplo con los estereotipos de la lesbiana masculinizada, pero cuando no es así siempre siento que me juzgan”, reconoce la investigadora de la Universidad de Oriente.

Estudios recientes corroboran el testimonio de Tamayo, al advertir prejuicios y desconocimiento del personal médico del país sobre las particularidades de la salud sexual en mujeres lesbianas y bisexuales.

El texto “Salud, malestares y derechos sexuales de las lesbianas”, presentado por la psiquiatra cubana Ada Alfonso durante la Jornada Cubana contra la Homofobia de 2014, asegura que, al acudir al médico, a estas mujeres les preguntan más por aspectos relacionados con sus experiencias sexuales que por la dolencia específica.

“Si miramos con lentes de desigualdad la salud femenina, la brecha entre lesbianas y heterosexuales en el disfrute de los servicios de la salud contiene subtextos lesbofóbicos que se esconden tras los discursos de las carencias sociales”, significó la especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

A su juicio, la presión social sobre las no heterosexuales les produce malestares psicológicos y sexuales distintos, basados en la homofobia.

Tras entrevistar a mujeres de varias provincias del país, la investigadora encontró que la falta de ética hace que posterguen exámenes clínicos hasta encontrar médicos recomendados o que compartan su misma orientación sexual.

Los test más rechazados por ellas son los ginecológicos debido a los instrumentos que utilizan y la agresividad de procedimientos como el tacto vaginal.

Cuba cuenta con 925.549 consultas externas de ginecología para una población de 4,7 millones de mujeres con más de 15 años, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

Personas encargadas de servicios para detectar el cáncer cérvico-uterino dijeron a la estudiosa que las pacientes lesbianas acuden tardíamente, cuando queda poco por hacer.

“Por lo general pensamos que el no tener sexo con hombres nos exime de padecer estos trastornos, porque cuando se informa de ellos en los medios de comunicación solo aparecen parejas heterosexuales”, confesó a IPS una contadora residente en el municipio habanero 10 de Octubre, que prefirió resguardar su identidad.

Con 39 años, la trabajadora estatal nunca se ha realizado la prueba citológica, un examen recomendado a las mujeres mayores de 25 para prevenir el cáncer cérvico uterino y que en Cuba se efectúa masiva y gratuitamente cada tres años.

“Aunque sé su importancia, esta prueba me resulta difícil psicológicamente porque me siento muy expuesta, agredida y en mi caso no me gusta la penetración”, argumentó.

Cada habitante de la isla caribeña se atiende en un consultorio médico de familia que se encarga de avisar a las mujeres en el período que les corresponda ese examen. Sin embargo, muchas lo postergan.

En 2013, fueron 765.822  cubanas de 25 años y más las que se realizaron la citología, lo que reporta una tasa de 195,8 por cada 1.000, refiere el dato más reciente publicado por el Anuario Estadístico de Salud de Cuba.

El sistema de salud cubano es completamente gratuito y cubre todo tipo de atención sin discriminaciones institucionales, pero los prejuicios hacia las personas no heterosexuales se siguen reproduciendo.[related_articles]

“El personal de salud es parte de la sociedad y la sociedad rechaza a las lesbianas”, apreció a IPS el médico José E. Martínez González.

A juicio del especialista de la oriental provincia de Granma,  la formación médica es muy biologicista y apenas incluye determinantes psicosociales de la salud.

“Si una mujer lesbiana va al ginecólogo es probable que el especialista entienda que sus riesgos son menos al no tener penetración, porque eso le enseñaron”, consideró el galeno.

“A la sexualidad ni siquiera se dedica una asignatura obligatoria en la carrera de medicina”, reclamó por su parte a IPS la higienista y epidemióloga Yenis Milanés.

La percepción de riesgos tiende a ser escasa entre las mujeres que aman a otras y existen pocos hábitos de protección durante el coito lésbico, coincidieron los expertos.

Ambos participaron en un estudio con 30 mujeres lesbianas y bisexuales de Granma, en 2013, y encontraron que ellas negaban ser propensas a adquirir una ITS.

Otra investigación de 2014 realizada por Martínez y Milanés confirma que los programas de salud sexual en Cuba generalmente excluyen los riesgos específicos de las lesbianas ante las ITS y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) causante del sida.

Ellas reciben menos información sobre la prevención de las infecciones trasmitidas sexualmente que otros grupos de población y cuentan con menos espacios institucionales amigables para la socialización y debate de sus problemas, sostienen en el informe al que tuvo acceso IPS.

La pesquisa desmiente el mito de que el sexo lésbico no tiene peligros de contagio, aunque son mucho menores que en otras conductas eróticas.

En dependencia de las prácticas sexuales que mantengan dos mujeres, el contacto desprotegido con las secreciones vaginales y la sangre menstrual de la otra puede contagiar el VIH, el virus del herpes simple, la vaginosis bacteriana, gonorrea, sífilis, parásitos vaginales, entre otros padecimientos.

Las mujeres fueron 18,5 por ciento de los 2.156 nuevos casos de VIH detectados en Cuba en 2013, que elevaron a más de 16.400 las personas con el virus, según el Ministerio de Salud Pública.

Formar profesionales de la salud sensibles a sexualidades diversas ha sido un reclamo sostenido por grupos de mujeres lesbianas apoyados por el Cenesex en las provincias de Camagüey, Ciego de Ávila, Cienfuegos, Granma, La Habana, Santiago de Cuba, Trinidad y Villa Clara.

Desde el activismo comunitario, estos colectivos promueven su derecho a una salud sexual placentera y responsable que incluya trato igualitario en los servicios médicos y acceso a la reproducción asistida.

Editado por Estrella Gutiérez

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