“Una vez, mi esposo comenzó a abofetearme tan fuerte porque no había cocinado el arroz como a él le gustaba, que se me cayó el bebé que tenía en brazos”, contó Suruchi, de 47 años, a IPS. De estas historias hay millones en India.
Durante 20 años, Suruchi soportó agresiones físicas y verbales dentro de su hogar. Su esposo solía dejarla afuera del apartamento de noche e, incluso, un día trató de estrangularla.
“Nunca sabía qué lo iba a enfurecer, podía ser hablar con un vecino o mirar por la ventana. Me preparaba para ir a trabajar de mañana y, de repente, él anunciaba que me tenía que quedar en casa todo el día”, relató Suruchi, quien reside en esta gran ciudad costera de India.[pullquote]3[/pullquote]
Ella no tenía acceso a los ahorros, porque debía entregar el salario a su familia política.
“En las raras ocasiones en que me quejé, recibía una golpiza”, recordó.
Sus padres se daban cuenta de que no era feliz, pero Suruchi nunca les contó toda la historia. Tenía apenas 20 años cuando se casó.
La violencia constante dejó profundas huellas en ella y en sus hijos, en especial en el varón que sufre de ansiedad y es muy poco comunicativo.
Pero el día que sufrió una crisis nerviosa tras un episodio más violento de lo habitual decidió que ya era suficiente.
“Tenía esperanzas de que si le obedecía, las cosas mejorarían. Mientras me recuperaba en un hospital, comprendí que mi actitud fomentaba el abuso y que debía alejarme, por mí y por mis hijos”, relató a IPS.
Suruchi logró dejar el pasado atrás. Ahora es independiente y estudia derecho, pero no todas las víctimas de violencia intrafamiliar lo logran.
La última encuesta de hogares, de 2006, señala que 40 por ciento de las mujeres indias sufren violencia dentro de sus hogares.
La población femenina constituye 48 por ciento de los 1.200 millones de habitantes de India, por lo que cientos de millones de mujeres viven una pesadilla en sus hogares en una de las consideradas mayores democracias del mundo.
Pero muchos especialistas estiman que un estudio realizado en 2003 por una organización sin fines de lucro, con apoyo de la Comisión de Planificación de India, es mucho más realista al elevar la proporción de mujeres maltratadas a 84 por ciento.
Eso “nos dice que hay muchos casos que no se denuncian”, explicó Rashmi Anand, una sobreviviente de violencia intrafamiliar y encargada de un servicio de ayuda y asistencia legal, con apoyo de la policía, para mujeres víctimas de maltrato en Nueva Delhi.
Es interesante que las cifras de esta violencia que aparecen en las estadísticas de delitos en muchos estados es significativamente mayor que las que figuran a escala nacional.
Abundante violencia y pocas soluciones
Un estudio de 2013 del Consejo Nacional de Investigación sobre Economía Aplicada, con sede en Nueva Delhi, señala que las mujeres casadas consultadas dijeron sufrir una golpiza por salir de la casa sin permiso (54 por ciento), no cocinar bien (35 por ciento) e insuficientes pagos de la dote (36 por ciento).
La dote está prohibida por ley, pero sigue siendo una práctica muy generalizada en India.
Otra investigación de 2014 de la revista Population and Development Review, muestra que las mujeres que tienen mayor formación que sus esposos corren un riesgo mayor de ser maltratadas, pues los hombres recurren a la violencia para reforzar su poder y su control sobre ellas.
En 1983, la violencia intrafamiliar se reconoció como delito en el artículo 498-A del Código Penal. Pero recién en 2005 se aprobó una ley específica contra el flagelo.
La norma, entre otras cosas, define la violencia dentro del hogar y amplía su alcance a abuso verbal, económico y emocional. También toma en cuenta las necesidades de apoyo económico para las mujeres, las protege de ser expulsadas de su casa y dispone de asistencia económica y la custodia temporal de sus hijos.
Desde su aprobación, hubo un aumento en el número de mujeres que buscan ayuda.
“Antes, las mujeres solo buscaban ayuda legal cuando las echaban de su casa”, señaló C.P. Nautiyal, quien asesora a las víctimas de violencia intrafamiliar en Nueva Delhi.
“La mayoría de las mujeres creían que era un comportamiento aceptable sufrir abuso verbal o recibir bofetadas de su marido. Desde la aprobación de la ley hay una mayor conciencia sobre la violencia en el hogar”, remarcó.
Pero todavía hay un estigma vinculado al estatus de divorciada, lo que impide que muchas pidan ayuda.
“En materia económica, las mujeres lograron grandes avances, no así en lo que se refiere a su crecimiento personal”, puntualizó Anand.[related_articles]
“Hay mucha presión para seguir casadas”, coincidió la abogada Flavia Agnes, defensora de los derechos de las mujeres.
“Incluso a las mujeres de clase alta no les gusta decir que están divorciadas o separadas. Es como ser violada, lo van a esconder lo más posible”, explicó.
Las mujeres con menos capacitación y menos privilegios son las que más piden ayuda, coinciden especialistas. Y es a ellas a quienes más les falla el sistema.
Lo que más se siente es la falta de refugios estatales adecuados.
“Me paso buscando lugares para mandar a mujeres pobres y maltratadas”, se lamentó Anand. De los cinco refugios para situaciones de crisis en Nueva Delhi, solo dos funcionan. Y estos solo pueden alojar a 30 mujeres, no más de un mes y solo con sus hijos menores de siete años.
También urge la necesidad de contar con tribunales rápidos. La justicia es lenta, el proceso puede llevar años y hasta décadas.
Pero solo con leyes no se puede contener la violencia dentro de los hogares, avivada por comportamientos arraigados en una sociedad fuertemente patriarcal.
La última Encuesta Nacional de Salud Familiar, de 2006, encontró que más de 51 por ciento de los hombres consultados dijeron que no les parecía mal golpear a sus esposas. Y lo peor, 54 por ciento de las mujeres entrevistadas, señalaron que en ciertas circunstancias se justificaba el maltrato.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme