La campaña electoral de los comicios presidenciales del jueves 8 en Sri Lanka concluyó este lunes 5 salpicada de violencia.
Por estos días, el saludo nacional en este país insular del sur de Asia es una simple pregunta: «entonces, ¿qué te parece?»
Todos, desde los conductores que esperan recoger a los escolares, a los mecánicos de automóviles y los peluqueros durante su tarea diaria solo tienen esa pregunta en mente.[pullquote]3[/pullquote]
Incluso los ministros de gobierno les hacen la misma pregunta a los periodistas durante las entrevistas, aunque parezcan seguros de su victoria en los próximos comicios mientras se dirigen a multitudes de partidarios desde distintos escenarios en la campaña electoral.
Los comercios realizan encuestas simuladas entre sus clientes para determinar el resultado. Un hashtag o etiqueta de Twitter concebido para la elección se actualiza cada segundo.
La última vez que un único tema ocupó la mente de la nación entera fue en abril, cuando la selección nacional de cricket avanzó sin parar en el Campeonato Mundial T20. Esta vez, el asunto en cuestión tiene consecuencias mucho mayores, ya que decidirá el futuro de este país de 21 millones de habitantes durante los próximos seis años.
Hasta el momento se cumple el pronóstico de que los comicios serán reñidos. Los observadores electorales que viajan por todo el país comentan que los votantes, en general reticentes, se pronuncian abiertamente sobre el hecho de que su opción podría ser decisiva este año.
Hay cerca de 14,5 millones de electores registrados en Sri Lanka y, según los observadores, al menos 70 por ciento irá a votar, siempre y cuando se mantenga la relativa tranquilidad actual.
Pero al igual que el Campeonato de Cricket T20, las elecciones también ofrecen una sola oportunidad para la victoria y dejan poco margen para los errores.
Cuando el actual presidente Mahinda Rajapaksa convocó a elecciones anticipadas el 20 de noviembre, dos años antes de lo previsto, las expectativas en su coalición de gobierno, la Alianza Unida para la Libertad del Pueblo, eran que el líder opositor Ranil Wickremesinghe fuera su rival.
Lo que se preveía que fuera una repetición de las elecciones de 2005, ganadas con facilidad por Rajapaksa, se convirtió en una disputada pelea, luego de que el secretario general del propio partido del presidente y su Ministro de Salud, Maithripala Sirisena, abandonara el gobierno y entrara en la contienda como el candidato común de la oposición.
A partir de esa deserción, la campaña estuvo caracterizada por lo peor y lo mejor de la política al estilo de Sri Lanka, con descalificaciones mutuas, mientras que muchos legisladores se cambiaron de bando, principalmente de las filas del gobierno.
Rajapaksa conquistó a dos miembros de la oposición, incluido el secretario general del Partido Nacional Unido, el principal de la oposición, mientras Sirisena recibió el apoyo de al menos 26 diputados que antes pertenecían al gobierno.
Por primera vez en los últimos cinco años se considera que el presidente Rajapaksa tiene menos posibilidades de ganar. Un titular del diario Sunday Times sentenció que «Rajapaksa se perfila como segundo, pero no es pan comido», el fin de semana antes de las elecciones.
Hace un mes esa comparación habría sido inaudita en este país, donde la coalición de gobierno goza de un control sin precedentes sobre la vida social, económica y política desde que derrotó al grupo separatista Tigres para la Liberación de la Patria Tamil Eelam en 2009 y puso fin a casi tres décadas de guerra civil.
Pero el rival Sirisena trabajó mucho en su campaña y pondrá a prueba la popularidad del régimen de Rajapaksa.
Los observadores temen que la violencia electoral se incremente a medida que la campaña llega a su fin.
En los últimos dos días, dos actos políticos en los que habló Sirisena, uno en la localidad sudoccidental de Pelmadulla y otro en la norteña Aralaganwila, fueron objeto de ataques. En el segundo se dispararon armas de fuego, según informaron los medios de comunicación social.[related_articles]
En la madrugada de este lunes, en el último día oficial de campaña electoral, las calles de la ciudad de Kahawatte, próxima al distrito de Rathapura, se convirtieron en una zona de combate cuando se enfrentaron opositores y partidarios del gobierno que habían llegado en ocho vehículos.
El grupo progubernamental habría comenzado la disputa al atacar a los opositores, que armaban un escenario para un acto político que se realizaría más tarde.
Tres partidarios de la oposición resultaron heridos, uno con heridas de bala, y varias oficinas de los partidos que apoyan a Rajapaksa fueron incendiadas.
Desde el inicio de la campaña, los observadores electorales se quejan de la falta de acción policial. En el incidente de Kahawatte dijeron que la policía solo intervino cuando los partidarios de la oposición comenzaron a atacar las oficinas electorales tras recibir disparos.
Keerthi Tennakoon, que dirige la Campaña por Elecciones Libres y Justas, dice que su organización recibió información de que podría desatarse una violencia sistemática en determinadas zonas de votación.
«En una elección reñida podría ser decisivo si los votantes se mantienen alejados», advirtió.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga