Cerca de 65 por ciento de las tierras cultivables de África están demasiado dañadas como para producir alimentos de manera viable, según el Panel de Montpellier, un grupo de expertos africanos y europeos en agricultura, ecología y comercio.
El informe “No es un asunto banal: la conservación, la recuperación y la mejora de los suelos de África”, señala que el continente padece la triple amenaza de la degradación de la tierra, el bajo rendimiento y el crecimiento demográfico.[pullquote]3[/pullquote]
Entre otras cosas, el Panel de Montpellier recomienda que los gobiernos africanos y los donantes inviertan en la gestión de los suelos y creen incentivos, especialmente en materia de la tenencia de la tierra para fomentar el cuidado y el manejo adecuado de las tierras agrícolas.
Además, recomienda el incremento del apoyo financiero a la inversión en la gestión sostenible de la tierra.
El documento se publicó en diciembre, en coincidencia con la declaración del 2015 como el Año Internacional de los Suelos, algo importante para «allanar el camino hacia un desarrollo sostenible real para todos y por todos», declaró el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el brasileño José Graziano da Silva.
La presión humana degradó un tercio de los suelos necesarios en todo el mundo para la producción de alimentos, según la FAO.
Sin estrategias nuevas para gestionar mejor la sanidad de los suelos, la cantidad de tierra cultivable y productiva disponible por persona en 2050 corresponderá a la cuarta parte de la que había en 1960. La formación de un centímetro del suelo puede tardar hasta 1.000 años, advierte la FAO.
El profesor de agricultura de la ugandesa Universidad de Makerere, Moses Tenywa, dijo a IPS que los gobiernos africanos deben hacer más para promover la conservación del suelo y el agua, algo costoso para los agricultores en términos de recursos, mano de obra, finanzas e insumos.
«Los pequeños agricultores suelen carecer de los recursos necesarios para hacer efectiva la conservación del suelo y el agua, sin embargo, es muy importante. Por lo tanto… deben estar motivados o incentivados y esto puede suceder mediante vínculos con los mercados que generen ingresos o crédito”, sugirió Tenywa.
«La práctica de la agricultura climáticamente inteligente en cuencas promueve la salud del suelo. Esto incluye a la agricultura de conservación, la agrosilvicultura, la diversificación, el acolchado y el uso de fertilizantes en combinación con la recolección del agua de lluvia», explicó.
Por ejemplo, antes de que los productores recibieran capacitación sobre métodos de gestión del suelo, aplicaban fertilizantes, indicó. Pero ahora muchos tienen la formación para diagnosticar su tierra utilizando un kit de análisis o llevando muestras a laboratorios con ese fin, dijo Tenywa.
Se calcula que la degradación de la tierra afecta a 180 millones de personas en África subsahariana, que pierden 68.000 millones de dólares por los cultivos que no pudieron cosechar a raíz de los suelos dañados, según el informe del Panel de Montpellier.
«Problemas como la frágil tenencia de la tierra y el limitado acceso a los recursos financieros impulsan a estos agricultores a renunciar a las mejores prácticas de gestión del suelo, las que generarían avances a largo plazo en la salud de la tierra…, por usos de los recursos que son más asequibles o menos intensivos en mano de obra y que exacerban inevitablemente la cuestión», sostuvo el presidente del Panel de Montpellier, Gordon Conway.
La salud del suelo es fundamental para mejorar la productividad de la agricultura africana, una importante fuente de empleo y un gran contribuyente al producto interno bruto, afirmó Wole Fatunbi, experto en desarrollo del Foro para la Investigación Agrícola en África (FARA, en inglés).
«Debe explorarse el uso de herramientas sencillas y apropiadas que se adapten al sistema y el bolsillo de los pequeños agricultores, a la vez que existe la necesidad de intervenciones políticas, como la regulación estricta del uso del suelo con fines agrícolas para reducir la degradación”, exhortó.
«Si las tecnologías no generan inmediatamente más ingresos o alimentos, los agricultores no las quieren porque nadie va a comer tierra buena. Hace falta envolver las medidas de fertilidad del suelo en un paquete fácil de usar. El compost se puede embalar en forma de gránulos con fertilizantes minerales fortificados para su fácil aplicación», explicó Fatunbi.
El experto menciona las terrazas utilizadas para gestionar la erosión del suelo en las zonas altas de Ruanda y Uganda como un buen ejemplo porque el sistema tuvo leyes que lo respaldaron. Además, el uso de abonos orgánicos en la región de la sabana mediante un sistema que integra la ganadería y los cultivos se convirtió en un modelo de protección y sanidad de la tierra, observó.
Mientras tanto, un nuevo informe de investigadores de Estados Unidos cita al calentamiento global como otro factor que actúa sobre el suelo con consecuencias devastadoras.[related_articles]
Según el informe «El cambio climático y la seguridad en África», el continente sufrirá un aumento en la temperatura promedio superior a la media mundial. Las lluvias anuales descenderán en la mayor parte de la región, con la posible excepción de África oriental.
La caída de “menos lluvia tendrá serias implicaciones para la agricultura subsahariana, 75 por ciento de la cual es de secano”, advirtió el informe. La producción de distintos cultivos caerá en 2050: “maíz un 22 por ciento, sorgo 17 por ciento, mijo 17 por ciento, maní 18 por ciento y yuca ocho por ciento”, pronosticó.
«Por lo tanto, en ausencia de importantes intervenciones en mejoras de capacidad y medidas de adaptación, un recalentamiento mínimo de 1,5 grados amenaza la producción de alimentos en África de manera significativa», advirtió.
La revista National Geographic describió un panorama desolador sobre la situación mundial de los suelos.
«Para 1991 se había perdido una superficie mayor que Estados Unidos y Canadá juntos debido a la erosión del suelo, y no muestra señales de detenerse», escribió el agroecólogo Jerry Glover en el artículo Nuestra buena Tierra.
De hecho, los “bosques y la vegetación autóctonos son talados y convertidos en tierras agrícolas a un ritmo mayor que en cualquier otro período de la historia”, puntualizó.
«Seguimos cosechando más nutrientes de los que reemplazamos en el suelo», señaló.
“La estabilidad política, la calidad ambiental, el hambre y la pobreza tienen la misma raíz. A largo plazo, la solución para cada uno está en la recuperación del recurso más básico de todos, la tierra”, subrayó el científico del suelo Rattan Lal.
Editado por Lisa Vives / Traducido por Álvaro Queiruga